(CNN) – Cuando Lucy, fósil más conocido del mundo, fue descubierta en un arroyo de Etiopía en 1974, proporcionó una nueva perspectiva sobre la vida de los primeros ancestros humanos hace 3,18 millones de años. La imagen de su esqueleto —que se estima estaba completo en un 40% y que es considerada como la mejor representación de su especie, Australopithecus afarensis— se convirtió en un icono.
Pero, ¿cómo terminó en un arroyo? Lucy podría ser considerado uno de los casos sin resolver más antiguos del mundo.
Cuarenta y dos años después del descubrimiento, los investigadores de la Universidad de Texas en Austin ahora creen que la encontraron en las proximidades de donde murió.
“Cuando pensamos en cualquiera de los fósiles que trabajamos, sabemos que en todos los casos provenían de un individuo que nació, creció, y después murió”, dijo John W. Kappelman, profesor de antropología y autor principal de un nuevo estudio sobre Lucy. “Pero es raro el caso de que el esqueleto de hecho conserve evidencia de cómo murió la persona. Lo que proponemos aquí es la primera hipótesis, y la hemos tenido durante 42 años, acerca de cómo murió. No sé de alguien más que haya hecho eso”.
El fósil original y las tomografías computarizadas de fracturas en su esqueleto pintan un retrato más vivo de lo que sucedió en los últimos momentos de vida de Lucy, y aunque probablemente fue rápido, no fue sin dolor. El nuevo estudio que propone la hipótesis se lee como un informe de un médico forense, por lo que los huesos de Lucy parecen más reales que nunca.
¿Qué le pasó a Lucy?
Lucy era pequeña, aproximadamente de un metro de alto y 27 kilos. El análisis de su esqueleto y sus dientes muestra que había llegado a la madurez, pero como los chimpancés, su especie maduraba joven. Kappelman estima que tenía 15 o 16 años de edad.
Dado su tamaño, los depredadores como las hienas, chacales y felinos dientes de sable habrían representado una amenaza para Lucy. Así que lo más probable es que Lucy se refugiara en los árboles, dijo Kappelman. Es posible que los escalara sólo de vez en cuando por seguridad o que anidara en ellos cada noche. Con base en datos sobre los hábitos de anidación de los chimpancés, una altura promedio de 14 metros los hace sentir seguros.
Lucy se ponía de pie pie con la espalda recta, con pies, rodillas y caderas similares a los nuestros. Si una lo hubiera visto caminando a lo lejos, se podría pensar que Lucy era un ser humano por su silueta. Pero de cerca, tenía una cabeza pequeña, un cerebro comparable en tamaño al de un chimpancé, los brazos más largos y el pelo cubría todo su cuerpo.
Cerrando la brecha entre los humanos y los chimpancés, Lucy tenía los dedos de manos y pies ligeramente curvos, con tobillos y los hombros móviles que proporcionaban más rango de movimiento. Incluso con esas habilidades, ella habría sido mejor caminando que escalando.
Quizás Lucy se asustó por un depredador, o tal vez estaba dormida o se preparaba para la noche. Tal vez vio algo de fruta y quería buscar alimento. De cualquier manera, esto es lo que Kappelman cree que sucedió después.
A 14 metros de altura, Lucy se cayó de su árbol, plenamente consciente. Cayó hacia el suelo rápidamente a 56 kilómetros por hora y se golpeó en el suelo primero con los pies, provocando un impacto que recorrió su cuerpo y creó fracturas en tobillos, rodillas, cadera y hombros. Los órganos internos probablemente fueron pinchados por este “efecto de ariete hidráulico”. Lucy se inclinó hacia delante y puso instintivamente los brazos para amortiguar la caída, creando fracturas en los huesos de los brazos también. Probablemente sería su acto consciente final.
Se retorció a su derecha, aterrizando sobre todo en ese lado. Ese giro fracturó su cuello e inclinó su cabeza. Inconsciente, rota y sangrando, yacía en el lecho de un arroyo. Si había agua presente en el momento, movió suavemente el cuerpo a lo largo de una distancia corta, llevándola de forma natural a su lugar de descanso final ya que los miembros de su propia especie no lo hicieron.