Nota del editor: Pedro Javier Cobo Pulido es profesor de Estudios Internacionales y Estudios generales en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y analista de temas sobre Medio Oriente. Actualmente tiene en imprenta el libro Theodor Herzl. El origen del Estado de Israel. Las opiniones expresadas en este artículo corresponden exclusivamente a Pedro Cobo Pulido.
Como es bien conocido, Trump en su campaña electoral propuso numerosas veces que prohibiría la entrada a Estados Unidos de cualquier musulmán. También propuso —aunque luego su equipo de transición lo negó— que haría un registro con todos los musulmanes en el país.
Trump ha hablado mucho en su campaña y ha hecho propuestas escandalosas para la inmensa mayoría del mundo occidental y liberal: el muro, la expulsión de 11 millones de mexicanos, la posible salida de la OTAN, la guerra comercial con China, la retirada del apoyo armamentístico a Corea y Japón, el apoyo a Rusia en la política internacional de esta, etc. Es obvio que una cosa es la campaña y otra la realidad y no sabemos si el candidato demagogo se convertirá en un pragmático político o, por el contrario, sí cumplirá sus promesas.
Con respecto al tema del islam en los Estados Unidos por lo menos sabemos ya algo: ha elegido a Frank Gaffney como su consejero en asuntos de seguridad para su equipo de Transición. Gaffney —fundador del think tank Center for Security Policy, que es un centro destinado a prevenir la extensión del extremismo islámico dentro de los Estados Unidos— es considerado por algunos como islamofóbico.
Quizá el lugar donde mejor se pueda ver el pensamiento de Gaffney acerca del peligro del islam radical en los Estados Unidos sea el documento Shariah, the Threat to America publicado en el 2010 por el think tank dirigido por él. El documento es serio y profundo y estoy totalmente de acuerdo con él: Occidente y también los Estados Unidos no son conscientes de lo que islamismo implica para sus valores.
El islam tradicional está basado en tres desigualdades: el musulmán es superior al no musulmán, el hombre es superior a la mujer y el libre es superior al esclavo (explica Samir Khalil Samir en Cien preguntas sobre el Islam). Justamente ese es el argumento del equipo de Gaffney, si el islam se expande en los Estados Unidos finalmente los no musulmanes serán ciudadanos de segunda clase como sucede en la actualidad en muchos países de mayoría musulmana —siendo Arabia Saudita paradigmática en ese tema ya que tener una biblia en casa es motivo de cárcel—.
Sin lugar a dudas el islamismo, al querer imponer la sharia —ley islámica— sobre toda la población —musulmana o no—, es peligroso, es el nuevo totalitarismo según Basam Tibi (en Islam e Islamismo, publicado por Yale University Press). Intelectual de Damasco y musulmán practicante, Basam Tibi sabe bien de lo que habla: vive en Alemania con protección por temor a los islamistas. Pero Tibi también lo deja muy claro: ser musulmán no significa ser islamista. Ser musulmán no significa querer imponer la religión a todos los que no son musulmanes. Ser musulmán no significa apoyar los atentados suicidas. Ser musulmán no significa apoyar al Estado Islámico. Ser musulmán no implica ser un yihadista en potencia.
Es cierto que en muchos países de mayoría musulmana hay un buen porcentaje de musulmanes que quieren imponer la sharía a toda la población, sean musulmanes o no. Según el Pew Research, 74% en Egipto, 61% en Afganistán, 58% en Jordania, etc., es decir, esos musulmanes quieren acabar con la libertad religiosa en sus países. Ahora bien, la situación es bastante distinta entre los musulmanes en los Estados Unidos. Según encuestas del mismo Pew Research en 2007, solo el 7% de los musulmanes norteamericanos apoyaban los atentados suicidas; solo el 3% apoyaba a Al Qaeda. El 90% está de acuerdo en que la mujer trabaje fuera de casa, y el 68% piensa que no hay diferencia entre el hombre y la mujer; el 57% piensa que hay varias formas de interpretar el islam y el 56% piensa que distintas religiones pueden llevar a la salvación.
Quizá estas cifras no sean totalmente las que deseamos aquellos que queremos una sociedad liberal, tolerante y abierta a todas las opiniones, pero no se puede decir que los poco más de 10 millones de musulmanes que viven en los Estados Unidos sean un peligro en este momento para el estilo de vida de los norteamericanos.
Me parece una aberración que, suponiendo que se haga, se prohíba la entrada a un país por motivos de religión, mucho menos que se haga un registro por el mismo motivo. Pero en lo que sí estaría de acuerdo don Trump y con Gaffney es en que hay que estar vigilantes.
Estados Unidos, y Europa Occidental, han sido terriblemente ingenuos con el tema del islamismo. Han permitido que Arabia Saudí, y otros países del Golfo, viertan miles de millones de dólares en difundiendo una forma muy radical de islam en esos países. Rusia ha sido mucho más astuta: ante la petición de Arabia Saudita de construir una mezquita se les dijo rotundamente que no ya que ellos no permitían iglesias ortodoxas en Arabia Saudí.
El caso de Austria también es un buen ejemplo de lo que se podría hacer para evitar el extremismo en las mezquitas: ha prohibido que los países musulmanes donen dinero para construir mezquitas y obliga a que todos los imanes sean austriacos, es decir, prohíbe que los países musulmanes envíen a sus imanes para evitar el extremismo en los musulmanes austriacos.
Sin embargo los Estados Unidos han tenido una actitud muy condescendiente con la financiación de Arabia Saudita —un país donde se ajusticia a los homosexuales y no se permite conducir a las mujeres— ya que el 80% de las mezquitas han sido radicalizadas con dinero e imanes saudíes.
En conclusión, ser musulmán no es ser islamista pero si Estados Unidos no corta de raíz la financiación saudí es posible que en unos años ese binomio que ahora es distinto se conviertan en lo mismo; pero la solución no puede ser en ningún caso la persecución, la islamofobia, o la prohibición de emigrar; hay otras soluciones mucho más acordes con la sociedad libre y abierta que es hoy por hoy Estados Unidos.