(CNN) – En el corazón de Atenas, las aceras están llenas de transeúntes, los restaurantes están repletos de gente y multitudes enteras salen del metro.
Pero camina unos pasos hacia la cercana Plaza Victoria y encontrarás un chocante mundo de prostitución y explotación.
El comercio sexual siempre ha existido aquí, pero ahora se ha visto exacerbado por el aumento del número de refugiados que llegan de Oriente Medio.
Atrapados en esa red de desesperanza hay menores solos, muchos de ellos adolescentes.
¿Cómo funciona?
Comienza con un contacto visual, un saludo aparentemente inofensivo o el pedido de un cigarrillo. En una banca, un hombre mayor se codea con un joven refugiado. Otros recorren la plaza en pequeños grupos para analizar sus opciones.
“Es un juego”, explica el trabajador social Tassos Smetopoulos. “Hay hombres mayores que solo ofrecen alojamiento, comida, ropa. Pero claro, los menores quieren dinero. Esa es la idea: conseguir dinero para irse ilegalmente a Europa central”.
Adicto
Uno de los que buscan un escape es Ali (no es su nombre real), un joven de 17 años que viene de Afganistán. Llegó a Europa con la esperanza de poder estudiar y, eventualmente, traer a su madre para que lo acompañe.
Llegó a Grecia solo, con 270 euros (unos 286 dólares) y ningún lugar donde quedarse, y de repente se encontró a si mismo en un ambiente hostil de drogas y prostitución.
Ahora, dependiente de las drogas y del dinero de los clientes, su realidad es abrumadora.
“Me dije a mi mismo: mírate, llegaste a Europa, ¿cuál es tu objetivo?”, dice. “No estoy haciendo esto porque me guste. Si quisiera hacer algo que me gusta, saldría con una chica. (Pero) como no tengo el dinero, no tengo otra opción”.
Como muchos de sus amigos, Ali suele dirigirse al enorme parque que está cerca. donde los tratos se hacen casi siempre con hombres locales, por tarifas que van desde los 5 hasta los 12 euros. “Algunos ofrecen 3 euros, otros 100 euros, otros 80 euros. Pero no me voy con ninguno por menos de 60 euros”, explica.
“No se vuelve fácil”
En las partes despejadas de los caminos del parque, docenas de empaques de condones ensucian el piso.
“Al final del día, cuando entras al parque, ellos vienen, algunos se bajan los pantalones para que puedas verles el trasero”, dice Ali. “Algunos se acercan a ti, te hablan y te muestran que tienen dinero. Funciona así”.
Ali dice que algunos de los hombres mayores ofrecen llevar a los jóvenes a discotecas locales y luego de regreso a sus casas.
Ali se ha prostituido cada dos días desde hace tres o cuatro semanas; el dinero y la oportunidad de dormir en una cama caliente le impiden negarse a hacerlo.
“Algunos te llevan a su casa, te dan ropa y cualquier cosa que quieras”, cuenta. “Te tratarán como al esposo, como a su novio, te darán 200, 300 o 400 euros. Es muy duro. ¿Cómo puede alguien estar así con otro hombre? Esos hombres están enfermos. No importa cuántas veces lo haga, no se vuelve más fácil”.
Aferrado a la esperanza
Muchos de los refugiados se aferran a las promesas de los traficantes de personas, que también recorren el parque, de que con suficiente dinero pueden irse a Europa occidental ilegalmente y allí pedir asilo.
“Es chocante para nosotros, para mi, para ti”, dice Tassos. “Pero para ellos (los clientes sexuales y los traficantes) es como un nuevo pedazo de carne. Es muy fácil abusar de personas que están desesperadas”.
¿Por qué ahora?
El aparente aumento de menores solos que se prostituyen por decisión propia se produce luego del trato “uno-a-uno” al que la Unión Europa y Turquía llegaron en marzo pasado.
El acuerdo estipula que Turquía acepta apoyar a los inmigrantes que han cruzado la frontera con Grecia, mientras la Unión Europa se encarga de reasentar a los refugiados que llegan directamente a Turquía.
El problema es que el acuerdo congela a los refugiados de manera efectiva en un lugar, abandonando a su suerte a decenas de miles en Grecia, un país que todavía no es capaz de recibirlos adecuadamente.
Entre los que todavía están esperando por un refugio hay cerca de 1.200 menores solos, de acuerdo con el Gobierno griego, pero es muy probable que el número sea mucho más alto.
Muchos refugiados no se han registrado con las autoridades por miedo de ser deportados a sus países después de esforzarse tanto, para que la Unión Europea declare que naciones como Afganistán son “seguras”.
¿Qué se está haciendo?
La Policía griega aseguró en un comunicado que no ha recibido ningún reporte de menores solos que estén envueltos en comercio sexual en las dos áreas específicas que visitamos, pero añadieron que son conscientes del problema y que están trabajando para enfocarse en ello.
El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados también afirmó en un comunicado que las autoridades deben asegurarse que los menores de edad estén protegidos.
Pero mientras eso sucede, adolescentes desesperados como Ali siguen “haciendo este trabajo” a pesar de la humillación que les representa.
Ali estuvo dispuesto a responder todas nuestras preguntas pero cuando le pedimos que nos hablara de su madre y le preguntamos si alguna vez le contaría a su familia por lo que ha tenido que pasar, los ojos se le llenaron de lágrimas. “Voy a llorar”, dijo. “No quiero hablar de mi madre”.