Manifestante a favor de la independencia de Taiwán durante una marcha en 2009.

(CNN) – El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, sostuvo el viernes una conversación de 10 minutos con la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen. No es poco común que el futuro líder de un gobierno charle con el líder actual de otro, aunque solo sea para intercambiar bromas, pero la llamada entre Trump y Tsai ha provocado una gran tormenta diplomática.

Mucho se ha especulado sobre lo que esto significará para el futuro de las relaciones de Estados Unidos con China y las de Beijing con Taipei. Aquí las razones:

1. ¿Quién es el que manda?

Tanto China como Taiwán concuerdan en que hay una sola nación china. Pero la diferencia radica en quién es el legítimo gobernante. Así ha sido desde 1949 después de que los comunistas ganaran la guerra civil y forzaran a los nacionalistas, que gobernaban antes, a huir de territorio continental a la isla de Taiwán. Los comunistas formaron un nuevo gobierno con su capital en Beijing, proclamando oficialmente el nacimiento de la República Popular de China. Los nacionalistas instalaron su propio gobierno en Taiwán, conocido como la República de China. En la práctica, la República Popular de China gobierna en la mayor parte del territorio y la República de China rige en Taiwán y otras pequeñas islas en las cercanías. La mayoría de los países reconocen al gobierno comunista como soberano legal de toda China.

2. Provincia rebelde

A pesar de tener gobiernos separados, China reclama a Taiwán como provincia rebelde. Taiwán se gobierna como una nación, con sus propios ministros y políticas nacionales y de exteriores ajenas a China. Incluso mantiene relaciones diplomáticas con 21 países que reconocen la República de China. Pero no tiene estatus de nación ante la Organización de las Naciones Unidas, así como en la mayoría de los órganos internacionales.

3. La política de una sola China

Las relaciones de Estados Unidos con China y Taiwán son regidas por una serie de protocolos conocidos como la política de una sola China. En 1979, Estados Unidos reconoció el reclamo comunista de que existe una sola China y que Taiwán es parte de ella, cuando Washington rompió sus lazos con Taipei para reconocer a Beijing. Estados Unidos mantiene relaciones no oficiales con Taiwán, y mantiene representantes “no oficiales” en Taipei. Hasta ahora, no había habido visitas formales ni conversaciones oficiales entre un presidente o presidente electo de Estados Unidos y los líderes de Taiwán. Al contestar la llamada de Tsai, Trump rompió este frágil protocolo.

4. El elefante (político) en la habitación

La amenaza de una conflicto militar entre China y Taiwán sigue estando latente, durante décadas no ha habido comunicación, viajes o comercio entre estos dos países. Las tensiones comenzaron a disminuir en la década de 1990 cuando Beijing y Taipei alcanzaron un acuerdo para permitir una ambigüedad deliberada en cuestiones de soberanía. Esto allanó el camino para la cooperación económica y cultural. Desde entonces, empresas taiwanesas han invertido miles de millones en el territorio continental y millones de turistas chinos han visitado Taiwán desde que se retomaran los vuelos directos.

5. China observa al partido de Tsai con cautela

China teme, con razón o sin ella, que el Partido del Progreso Democrático de Tsai Ing-wen esté decidido a declarar la independencia formal de Taiwán. La palabra que empieza con “I” es algo que China nunca aceptará. Beijing insiste en que Taiwán debe reunificarse con el territorio continental, por la fuerza, si es necesario. Aunque Tsai ha dicho que quiere mantener el statu quo y no hacer ningún movimiento para conseguir la independencia, su iniciativa de llamar a Trump, que el presidente electo accedió a responder, podría irritar a China.