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¿Sabías que Ivanka Trump y Chelsea Clinton son grandes amigas?
01:59 - Fuente: CNN

Nota del editor: Kate Andersen Brower es autora de los bestsellers “Primeras Mujeres: La Gracia y el Poder de las Primeras Damas”, y “La Residencia: Al Interior del Mundo Privado de la Casa Blanca”. A menos que se indique lo contrario, los hechos en este artículo reflejan una búsqueda en esas dos publicaciones. Las opiniones expresadas aquí pertenecen exclusivamente a la autora.

(CNN) – Cuando el ex vicepresidente Al Gore salió de su reunión con el presidente electo, Donald Trump, les dijo a los reporteros que se reunió primero con Ivanka Trump pero pasó “la mayoría del tiempo” con su padre.

Gore, un reconocido activista en la lucha contra el cambio climático, estaba obviamente allí buscando encontrar cualquier espacio en común con la nueva administración, liderada por alguien cuyas posiciones sobre el tema son, en el mejor caso, impredecibles.

Kate Andersen Brower

El hecho de que Gore se haya reunido en primer término con la hija de Trump es de destacar, especialmente en medio de reportes según los cuales Ivanka y su marido, Jared Kushner, están considerando moverse con su familia de Nueva York a Washington mientras la primera dama entrante, Melania Trump, se queda en su penthouse en la Torre Trump. Eso obliga a una pregunta: ¿quién exactamente se convertirá en la primera dama el 20 de enero?

La respuesta, pienso, es que nadie. Melania preferiría, así parece, quedarse en Nueva York con su hijo Barron, pero eso no hace a Ivanka primera dama de facto. La hace potencialmente más poderosa hacia el público.

Ivanka es más que una ‘primera hija’ y más que una primera dama: es la más eficaz defensora pública de su padre y lo humaniza de una manera que Melania no puede. La decisión de Melania de quedarse en Nueva York mientras su hijo termina el colegio deja un vacío en el cargo de primera dama, pero Ivanka estará muy ocupada haciendo las veces de ayudante de su padre. Se reunirá con demócratas de alto perfil como Leonardo DiCaprio, con quien se ha reportado que ya se ha reunido y quien la ve como un salvavidas para el gobierno del magnate. La ‘secretaria social’ de Trump tendrá que tomar la delantera y decidir sobre listas de invitados y platos chinos.

Esta no es la primera señal de que la influencia de Ivanka sobre su padre supera la de su madrastra. Luego de que Melania fuera criticada por copiar partes de su discurso en la convención nacional republicana de la primera dama Michelle Obama, Ivanka se posicionó como el elemento moderado en el círculo de su padre durante su propio discurso en la convención, en el que habló de forma franca de sobre valores progresistas como los impuestos al crédito para el cuidado de la infancia.

Melania estuvo visiblemente ausente cuando su marido anunció a Mike Pence como su fórmula vicepresidencial, siendo la primera ocasión en la historia moderna de las campañas en la que la esposa de un candidato presidencial no estaba allí presente para el anuncio público. Desde luego que Ivanka y Jared sí estaban ahí junto a Trump.

Tradicionalmente, la mayoría de los hijos de candidatos presidenciales se han mostrado reticentes a meterse en el juego sangriento de la política. Antes de que George W. Bush decidiera hacer campaña presidencial en el año 2000, Jeanna Bush le hizo esta súplica a su padre: “¡Oh! Sólo deseo que no aspires a la presidencia. Va a cambiar tu vida”.

Ha habido algunas ‘primeras hijas’ que han desempeñado un rol en los gobiernos de sus padres, usualmente como anfitrionas de la Casa Blanca cuando sus madres no estaban a disposición. Martha Jefferson Randolph, cuya madre murió casi veinte años antes de que Thomas Jefferson jurara el cargo, lo hizo, así como también Margaret Truman, cuya madre, Bess, a menudo abandonaba Washington para disfrutar de la calma de su hogar en Independence, Missouri.

En la segunda mitad del siglo XX, hubo una gran cantidad de hijos adultos jóvenes que vivieron en la Casa Blanca. Estos descendientes presidenciales ofrecieron asesoramiento, pero en su mayor parte se limitaron a la campaña y no fueron considerados como asesores principales de la presidencia.

Lucio Johnson, la hija más joven de Lyndon Johnson, dijo que su padre clasificaría los discursos de campaña que ella hacía en su nombre. Steve, hijo del presidente Gerald Ford, tenía 18 años cuando su padre perdonó a Richard Nixon, un mes después de que el jefe de Estado californiano anunció su renuncia. Steve criticó esto y le dijo a su padre: “Te van a castigar si lo perdonas”.

Ron, el hijo de los Reagan, recuerda haberse metido en un caliente debate sobre el escándalo Irán-Contras con sus padres en la residencia de la Casa Blanca.

Pero nunca ha habido una ‘primera hija’ que sea también una seria asesora política, y ciertamente no en circunstancias como las presentes, en las que líneas del interés comercial, de la política y de la diplomacia son muy borrosas entre la familia y el Ala Oeste.

Trump es también el presidente electo más viejo de la historia estadounidense. A los 70 años, es un año más viejo que Ronald Reagan cuando juró el cargo. Trump llevó a tres de sus hijos, todos ellos en sus treinta, a su equipo de transición, y la edad de sus hijos plantea interrogantes éticos que habían sido irrelevantes por más de veinte años por los relativamente jóvenes mandatarios que han ocupado la Casa Blanca.

(Los Clinton llegaron a Washington con una Chelsea de 12 años, Jenna y Barbara Bush eran estudiantes universitarias durante el comienzo de la presidencia de su padre, y Sasha y Malia Obama tenían 7 y 10 años cuando se pasaron a la residencia presidencial).

Raramente oímos las voces de los niños que viven en la Casa Blanca porque han sido muy jóvenes y porque tradicionalmente se les ha considerado fuera del alcance de la prensa. Tal vez la más famosa excepción antes de Ivanka fue Alice Roosevelt Longworth, primera hija del presidente Theodore Roosevelt, quien fue una fuente inacabable de fascinación para los periodistas. Alice fumaba en público, vestía pantalones y tenía comportamientos poco propios de señoritas a muy poco de haber empezado el Siglo XX.

Apodada “Princesa Alice”, no se le escapaba a ninguna controversia. Alice admitió de manera bastante fría que se sintió “extasiada” cuando el presidente William McKinley fue asesinado y su padre se convirtió en el vigésimo sexto jefe de Estado estadounidense. Es duro imaginar que la siempre compuesta Ivanka diga algo tan imprudente en público. “Sólo quiero ser una buena hija”, insiste ella, incluso cuando es claro que quiere ser mucho más que eso.

Y ninguna ‘hija presidencial’ ha defendido tanto a su padre como Ivanka desde Julie Nixon Eisenhower. Julie es la única hija de un presidente que haya sido tan dedicada a su defensa. Mientras duró la investigación por el escándalo Watergate, Julie estuvo al lado de su progenitor. En una entrada de su diario a menos de un año de la renuncia de su padre, escribió: “Lucha, lucha, lucha”.

Ella dio el audaz paso de estar en el lugar de su padre durante una rueda de prensa en el clímax del escándalo. “He visto por lo que mi padre ha pasado y estoy tan orgullosa de él que no me asustaría venir acá. No estoy tratando de resolver preguntas por él, sólo estoy tratando de rezar para tener el valor suficiente de su misma valentía”.

El halago de Julie hacia su padre no es diferente a lo que hemos oído de Ivanka, quien defendió a Trump de acusaciones de misoginia e insistió: “Mi padre es un feminista. Él es la gran razón por la cual soy la mujer que soy hoy en día”. Esa devoción es devuelta: durante la campaña, cuando se le pidió que nombrara a una mujer que consideraría nombrar en su gabinete, Trump mencionó a Ivanka. “Ella es muy popular, lo ha hecho muy bien”.

En un memorando de 1970, el asesor top de Nixon, H.R. Haldeman, describió la necesidad de encontrarles trabajos de tiempo completo a Julie y a su hermana Tricia, ambas en sus tempranos veintes. “El pago no es problema, ya que el presidente les pagará de su bolsillo”. En el memo, Haldeman reconoció que las hijas de Nixon no podrían “trabajar en el gobierno, o en la Fundación Nixon”. Incluso Nixon reconoció los límites de su propio poder y la influencia que sus hijas tendrían en la Casa Blanca.

Hay muchas lecciones que Trump podría tomar del comportamiento de Richard Nixon acerca de qué no hacer como presidente. Sacar el nepotismo de la Oficina Oval sería una de ellas.