Nota del editor: John D. Sutter es un columnista de CNN Opinión que se enfoca en temas de cambio climático y justicia social.
(CNN) – Es el mamífero terrestre más alto del mundo.
Su cuello que parece una grúa de construcción, sus piernas en forma de palillo, sus rodillas y su estatura de dos pisos hacen de esta torpe criatura una de las favoritas y más queridas de los autores de libros para niños y de los caricaturistas. Estos animales le dan un toque particular y maravilloso a las sabanas de África.
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Pero tal vez lo mejor para nosotros sea comenzar a imaginar un mundo sin la humilde jirafa.
La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza puso este jueves a esta criatura bobalicona -conocida por su cuello estirado, que la ayuda a llegar a las hojas de las partes más altas de los árboles, algo que no pueden lograr sus rivales- en su lista de animales “vulnerables”, lo que significa que está en un alto riesgo de extinción.
Antes estaba en la categoría de “menos preocupación”.
La razón: una aguda disminución de entre 36% y 40% en la población de jirafas en las últimas décadas. En 1985, según la organización, había unas 163.452 jirafas en el mundo. Hoy son cerca de 97.562.
Esto pone a las jirafas en buena compañía. El elefante, el orangután, algunas abejas, los corales, muchas de las más alucinantes e increíbles criaturas enfrentan hoy el riesgo de extinguirse. Si continúa la caza ilegal, algunos de los elefantes africanos más temidos habrán desaparecido en 20 años. Los científicos prevén que los arrecifes de coral desaparezcan para el 2050, porque los humanos le siguen inyectando combustibles fósiles a la atmósfera, calentando la temperatura de los océanos y volviéndolos más ácidos, lo que hace más difícil la vida del coral.
Pasé buena parte del 2016 reportando sobre la extinción masiva que se está dando en todo el mundo para una serie de CNN llamada “Vanishing”. La serie se lanza en CNN Internacional este viernes y el siguiente lunes en la mañana estará al aire en la página web.
Si hay algo de lo que no puedo alejarme además de mis viajes es esto: no podemos dar por garantizada la existencia de las especies. Solemos asumir que sobrevivirán de una generación a otra, que esos elefantes o jirafas estarán allí afuera, en algún lugar.
Pero no. No estarán, a menos de que nosotros cambiemos drásticamente nuestros hábitos.
En California me reuní con Anthony Barnosky, director ejecutivo del Jasper Ridge Biological Preserve de la Universidad de Stanford y experto global en extinción. Me dijo que nosotros los humanos tenemos -en el cálculo más optimista- 20 años para cambiar la forma en que tratamos a la naturaleza o provocaremos la sexta extinción en masa de toda la historia de la Tierra. Hablamos del fin de los dinosaurios, así como de tres cuartos de todas las especies conocidas, no solo las más tiernas e icónicas, que podrían desaparecer en un par de siglos.
¿Tienes problemas para imaginar ese mundo?
“La mejor manera de imaginar la sexta extinción masiva es mirar afuera y luego imaginarse que tres de cada cuatro especies que eran comunes allí, se han ido para siempre”, dice. “Ese sería un paisaje muy pobre”.
Ciertamente, lo sería.
Si todavía no te mueve eso, considera también las consecuencias para los humanos. “Básicamente estamos aniquilando la vida en nuestro planeta y esa es la única vida conocida… en todo el universo”, me dijo Paul Ehrlich, también de Stanford. “Fue la vida la que le dio forma al planeta, la que hizo posible que nosotros estemos acá. Es la vida la que todavía hace posible que nosotros podamos vivir. (Si) no tenemos la diversidad de otros organismos, será el fin”.
¿Qué está causando el colapso?
Barnosky lo ha resumido todo en tres palabras: “poder, comida y dinero”.
Poder, porque estamos quemando combustibles fósiles para producir electricidad, para el tránsito y la calefacción. Eso está calentando al planeta y causando destrucción en todo el mundo. No solo hablamos de osos polares, también de anfibios, océanos, todo se ve afectado.
Comida, porque los humanos han arado o, de otra manera, alterado cerca del 40% de la superficie de la Tierra, según Barnosky, para producción agrícola, mucha de ella ganadería. Algunos biólogos piensan que tenemos que separar enormes pedazos de tierra -50% del planeta Tierra, según E.O. Wilson, de la Universidad de Harvard- para detener la sexta extinción masiva o para reducir su impacto. Suma a esto la explosión demográfica y verás porqué las granjas serán un tema fundamental este siglo.
Finalmente, el dinero, porque redes de caza ilegal están diezmando la población de algunos animales, incluyendo elefantes, rinocerontes y pangolines. Y eso significa pensar en la naturaleza como en un barril de dinero sin fondo, que nunca termina.
“¿Cómo dejamos de tratar a la naturaleza como esta cuenta corriente que nunca se quedará sin fondos y comenzamos a tratarla como una cuenta de inversión, en la que vivimos de los intereses?”, se pregunta Barnosky durante la entrevista.
No estoy seguro de cómo vamos a cambiar. Pero tengo que conservar la esperanza de que comprender el alcance de esta crisis es parte del movimiento que se requiere para lograr soluciones. El desarrollo humano está acabando con las jirafas; son cazadas por sus colas, que luego son usadas para fabricar pulseras, y por su carne, de acuerdo con la Fundación Africana de Fauna.
No deberíamos ver la difícil situación que hoy enfrentan las jirafas como una crisis aislada. Los humanos estamos rediseñando la cara de la Tierra como nunca antes lo habíamos hecho. Pasa en cámara lenta, haciendo que nos distraigamos de la destrucción acumulativa que una generación le pasa a la siguiente.
Y muchos de nosotros estamos tan desconectados de la naturaleza -la vemos a través de las ventanas de los carros, desde los suburbios, en safaris- que no nos damos cuenta de la responsabilidad que tenemos en el colapso.
Imagina un mundo sin jirafas.
A largo plazo, sin grandes cambios, eso es lo que podemos esperar de manera razonable.