Nota del editor: John McTernan fue redactor de discursos del exprimer ministro británico Tony Blair y fue director de comunicaciones de la exprimera ministra de Australia Julia Gillard. Las opiniones expresadas aquí son exclusivas del autor.
(CNN) – ¿Por qué lo sigue haciendo? ¿Por qué Donald Trump sigue tuiteando?
Algunos habían pensado que al comenzar el proceso de transición y hacerse más evidente que se convertiría en el hombre más poderoso del planeta, el presidente electo cambiaría sus hábitos.
Pues han recibido una corta y brusca lección de que en la política, así como en la vida, nunca deberías creer en lo que esperas.
No sólo los tuits han continuado, sino que no se han moderado ni una pizca. Sólo miremos un ejemplo de la última semana.
Trump defendió, sin vergüenza alguna, sus intereses económicos, se burló de los demócratas en el tema del ciberpirateo e intervino en una disputa entre China y Estados Unidos por la incautación de un dron. “Deberíamos decirle a China que no queremos de vuelta el dron que se robaron, ¡que se lo queden!”, tuiteó.
¿Qué está pasando?
Por estos días, quienes trabajan en política saben las reglas sobre políticos importantes y Twitter.
• Regla 1: no los deje tuitear.
• Regla 2: cámbienles la contraseña y que no lo sepan.
• Regla 3: si tiene dudas, refiérase a la regla uno.
Fácil de decir, pero difícil de hacer, aunque es esencial.
Para los políticos tradicionales, el precio de expresarse incorrectamente es alto. Gafes, divisiones y vaivenes son usualmente mortales para su credibilidad y, por lo tanto, se nota en las encuestas.
Pero no es así para Trump. Entre más bajo cae, más alto se levanta.
La famosa frase de George Burns sobre la sinceridad (“Si puedes fingirlo, lo tienes hecho”), ha sido a menudo aplicada en política.
Este año, con el auge de Nigel Farage en Gran Bretaña, el “brexit” y la elección de Trump, nos ha enseñado que la autenticidad es ahora la moneda de cambio para los políticos.
El secreto del éxito de Trump es asombrosamente simple.
Se convirtió en una celebridad gracias a la televisión y, en particular, tras el surgimiento del género de la telerrealidad.
Se dio cuenta de que esa celebridad le confería autoridad, y que mientras esta fuera una ventaja comercial, convertiría esa celebridad en autoridad política.
Pero, ¿por qué Twitter?
Su genialidad consistió en encontrar un canal, un medio, por el cual comunicarse: Twitter.
Es corto, rápido, inmediato y, sobre todo, directo y sin intermediarios.
Trump se ha vuelto aún más fuerte en Twitter. Lo que ves es lo que obtienes, y eso está claro.
Los profesionales de los medios a menudo se enfocan sólo en el mensaje que están enviando y olvidan los miles de mensajes que son bombardeados al público diariamente.
La mayoría de la gente descarta la mayor parte de lo que está dirigido hacia a ella, ya sea publicidad o mensajes políticos. Pero no puede ignorar el conflicto.
Como cuando los conductores en una autopista chismosean sobre un accidente, así también los usuarios de Twitter se sienten atraídos a pelear. Y vaya que el presidente electo sí que se deleita con eso. No debería ser una sorpresa.
¿Recuerdan a Roosevelt?
El dominio de los medios es la clave para el dominio político.
El presidente Franklin D. Roosevelt fue el rey de la radio, era uno de los principales medios de su época.
De forma similar, al abandonar su sombrero para dar una imagen más limpia, más clara con el propósito de triunfar en un debate televisado, el presidente John F. Kennedy fue el amo de la televisión.
Otra vez, conquistar el medio dominante de la época fue la clave para la victoria y ahora tenemos a Trump.
Incluso en un panorama de medios fragmentados hay un sencillo canal que puede importar más que los otros.
David Plouffe alguna vez dijo que en la nominación y elección del presidente Barack Obama había “un camino estrecho hacia la victoria”.
Nada podría ser más estrecho que 140 caracteres, nada podría ser más amplio que el impacto de convertirse en el maestro de Twitter.