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Facebook y Google declaran guerra a las noticias falsas
02:26 - Fuente: CNN

(CNN) – Esta divertida publicación de Facebook ha estado dando vueltas por ahí:

“Facebook comenzará a robar tus calzones a la medianoche si no copias y pegas este mensaje en la siguiente hora”, así comienza. “Esto es real. Tengo el mensaje de primera mano de Elvis, quien estaba almorzando con Pie Grande mientras montaban al Monstruo del Lago Ness.

“Si no reenvías este estatus, ¡el código de Facebook incendiará automáticamente su computador y le hará daño a un inocente conejo en el bosque!”, continúa.

“Los usuarios de Facebook creerán cualquier cosa que sus amigos copien y peguen en su estatus”, concluye la publicación.

Divertido… y verdadero.

No, Facebook no ha cambiado sus configuraciones de privacidad. No, lo que has puesto no le pertenece a Facebook en este momento.

Piensa en todas las cosas que la gente ha creído de las redes sociales sin prueba alguna. ¡Facebook ha cambiado tu configuración de privacidad y es dueña de todo lo que has puesto! ¡Facebook te cobrará cargos!

¡Ochenta y cuatro miembros del Congreso arrestados por conducir borrachos en un año! ¡Expulsan una niña de un KFC porque su cara asustaba a los clientes!

Algunas veces esto va más allá de creer. La gente le donó dinero a la familia que reclamó que su hija fue expulsada de KFC por cuenta de su cara desfigurada. (Una posterior investigación independiente contradijo la versión de la familia).

The Bey Hive matoneó en las redes sociales a la diseñadora de modas Rachel Roy porque estaban seguros de que ella era “Becky la del cabello bonito”, quien supuestamente tuvo un romance con Jay Z., el marido de Beyoncé. Entonces, por supuesto que algunos fanáticos confundidos la emprendieron también contra la chef de televisión Rachael Ray.

Incluso gente superinteligente cree en lo que sus amigos dicen en Facebook.

Un estudiante graduado de psicología en Dartmouth recientemente llegó al trabajo muy excitado acerca de un nuevo tipo de fruta del que había leído en Facebook. En la parte exterior lucía como una banana, pero en el interior era un jugoso y verde kiwi.

Un profesor, Luke Chang, le dijo que no había tal cosa de un cruce entre un banano y un kiwi. Si lo hubiera, ¿no estaría en las góndolas de los supermercados?

Chang le mostró al estudiante reportes que desmontaban el fraude del “baniwi”.

“Dijo “¡no puedo creer que caí en esa! Pero todo el mundo en el laboratorio aseguró “no te preocupes, también caímos”, afirmó Chang, profesor asistente de Estudios Psicológicos y Cerebrales en Dartmouth.

Mauricio Delgado, profesor de Psicología en la Universidad de Rutgers, dice que es simplemente parte de nuestra naturaleza como seres humanos creer en lo que otros seres humanos dicen.

“Nuestros cerebros están conectados de esa manera”, aseveró Delgado.

A continuación, veremos cinco razones del por qué nuestras psiques están diseñadas para creer en nuestros amigos en Facebook y en la vida real, incluso cuando lo que digan no necesariamente tenga sentido.

1. No creer es una tarea que implica muchas neuronas

Imagina si despiertas cada mañana preguntándote y cuestionando todo y a todos en tu vida: si puedes confiar en tu esposo o esposa, por ejemplo, o si el que conduce el autobús que tomas para ir a trabajar ha bebido mucho, o si la señora que hace tu café se ha lavado las manos. Estarías exhausto.

“Esa no es una manera muy eficiente de navegar en tu vida”, dice Emily Falk, psicoterapeuta de la Universidad de Pensilvania. “No tenemos el ancho de banda para hacerlo”.

2. Si no confías en otros, un oso podría comerte

Aunque no siempre lo reconozcamos en nuestro mundo moderno, hay ciertamente seguridad en números o, como dice Frank, una “ventaja de supervivencia” en el hecho de estar en un grupo.

En una conferencia reciente en las Montañas Rocosas canadienses, al economista Robert Frank y a otros asistentes se les dijo que no hicieran caminatas solitarias porque un oso podría saltarles sobre ellos. Pero si iban en un grupo de cinco o seis personas, el oso probablemente voltearía un poco y se iría.

Falk, quien también directora del Laboratorio de Neurociencia Comunicacional de la Escuela Annenberg de Comunicación, tiene otro ejemplo: si eres parte de un grupo que vaga por el bosque, otro miembro debería advertirte sobre una fuente de agua contaminada y potencialmente mortal de la que no hubieras podido saber por tu propia cuenta. “La gente exitosa casi siempre tiene éxito como miembros creíbles de equipos”, dijo Frank, profesor de Economía de la Escuela de Graduados Johnson de Dirigencia en la Universidad de Cornell. “Si eres un lobo solitario, no es un buen camino para tener éxito en este mundo”.

3. Si eres escéptico, podrías ser sacado del equipo

Si discutes con tus amigos, incluso si estás en lo correcto, podrías terminar siendo sacado del equipo, por lo que te quedas solo y eres la cena del oso.

“Hay escépticos que dudan de todo. Todos conocemos a esa clase de personas y pueden ser realmente cáusticas y molestas”, dijo Chang. “Los escépticos podrían estar en lo correcto, pero ¿a qué costo?”.

4. Creer en los demás le da a tu cerebro un cálido brillo

Hasta Chang, quien correctamente cuestionó lo del “baniwi”, cree algunas veces cosas que no debería.

Cuando se hizo una pequeña quemadura mientras estaba cocinando, su madre le dijo que se pusiera clara de huevo encima. Podrías pensar que un tipo con un doctorado y que es profesor en una escuela de la Ivy League consultaría primero un manual de primeros auxilios, pero no. Sólo untó las claras de los huevos.

“Claro que lo hice, porque haría todo lo que me dijera mi mamá”, aseguró Chang.

Pero ella estaba equivocada (lo sentimos, señor Chang). Las claras de huevo contienen salmonella, y no querrás tener eso en una quemadura. Chang no cuestionó a su mamá porque en el curso de su vida su cerebro ha aprendido que su madre lo ama y desea lo mejor para él. Y, además, ha tenido un buen récord en estar en lo correcto.

Estudios demuestran que nos gusta creer en otra gente. Científicos han pedido a los sujetos de estudio que jugaran con un extraño y con un amigo. El juego está arreglado para que el sujeto sea igualmente exitoso con los dos compañeros, pero en una imagen por resonancia magnética, los centros de recompensa del cerebro se encienden de forma más brillante cuando el sujeto tiene éxito con el amigo.

“Sentimos un particular cálido brillo cuando jugamos con un amigo”, dijo Delgado.

Y tenemos dificultades para desprendernos de esa sensación.

Incluso cuando los psicólogos establecen el juego para que el amigo de confianza robe todo el dinero, el sujeto del estudio sigue invirtiendo con él.

“Si alguien te traiciona, tu sistema de pensamiento debería adaptarse muy rápidamente, pero no es así”, asegura Delgado.

5. Amamos a “ese gran chico” o a “esa gran chica” incluso más que al dinero o a la comida

Los amigos de Facebook aman decirnos lo fabulosos que somos. Admiran nuestras fotos y nunca olvidan nuestros cumpleaños. Eso es algo poderoso.

En algunos estudios, los participantes respondieron bien, o incluso mejor, a comentarios como “¡eres genial en esto!” a como lo hicieron con estímulos como la comida o el dinero.

“Hay una real importancia en ser sociales”, aseveró Delgado. “Es siempre agradable tener amigos”.