(CNN) – La lucha profesional es conocida tanto por sus trajes característicos y trucos de pelea, como por el propio combate. Pero en La Paz, Bolivia, las famosas peleas de “cholitas” lleva esta práctica a un nuevo nivel de teatro y sorpresa en el ring.
Mezclando las prácticas de la WWE y la lucha libre mexicana, estas mujeres indígenas actúan semanalmente con vestimenta tradicional del pueblo Aymara y Quechua, saltando y golpeando con grandes faldas de capas, sombreros tradicionales y chales coloridos.
En una muestra de poder y orgullo, las mujeres hacen una declaración contra la devaluación histórica y opresión de sus comunidades en América del Sur (el término ‘chola’ fue alguna vez un insulto contra las mujeres indígenas), y ganan notoriedad (y un poco de dinero) al mismo tiempo.
El fotógrafo italiano Daniele Tamagni, mejor conocido por sus ensayos de fotografía y su colaboración con Solange Knowles, las vio en acción en 2010, cuando las fotografió para su serie “Las cholitas voladoras”, una referencia al movimiento de sus faldas ondulantes y dramáticos saltos.
Durante varias semanas, Tamagni capturó a su líder, la formidable Carmen Rosa, y a sus amigas, en el ring y fuera de él, mientras luchaban o se preparaban para la pelea, y mientras compartían con sus familias.
Tamagni habló con CNN Estilo sobre lo que aprendió de esas famosas peleas.
¿Cómo llegó a fotografiar a las cholitas?
Estaba en Bolivia en 2010 en una asignación en una pequeña ciudad, muy aislada en las montañas. Cuando terminé ese trabajo decidí quedarme un poco más para hacer mi propio proyecto. Antes de ir a Bolivia hice un poco de investigación sobre las luchadoras en La Paz, pero no conocía a nadie.
¿Fue fácil infiltrarse en el grupo?
Al principio fue un poco difícil. A veces encontraba otro grupo de cholitas que decían ser las famosas, pero no eran. Jugaban, hacían lucha libre para los turistas, lo hacían de una manera que no era auténtica. Ellas decían “si quieres que organicemos una pelea para ti, debes pagarnos y nosotras actuamos”. Eso no era lo que estaba buscando.
Pero luego, unos días después, me encontré con un manager que dijo que conocía a la real Carmen Rosa, y me la presentó. Ella es una mujer muy amable, muy grande y un poco mayor para practicar algo de deporte, y fue la fundadora de las cholitas.
Las semanas siguientes hice el reportaje. Estaba interesado en seguirlas en su vida diaria. Por ejemplo, Carmen Rosa es una cocinera y tiene un restaurante de comida de calle.
¿Recuerdas la primera vez que las viste luchando?
La primera vez que las vi luchando fue en un colegio. El dinero que ganaron en la pelea fue destinado para restaurar los baños de la escuela, así que fue un evento comunitario.
Es algo diferente a las luchas tradicionales, algo más real, en las que cada cholita tiene un papel. Carmen Rosa es la líder, la mejor, y su mejor amiga es Julia la Paceña, que es más teatral, salta más.
Es como un teatro. Los luchadores son más artistas. Su sueño es volverse superestrellas, ganar dinero y la posibilidad de ganar cada vez más. Ellas son gente realmente humilde, pero muy apasionadas de lo que hacen.
¿Qué admiras de la lucha de las cholitas fuera del ring?
En ese momento, creí que era interesante que lo que hacía no era solamente tomar imágenes del deporte. La personalidad de esas mujeres es muy fuerte.
Lo fascinante fue su atención con la elegancia, la atención que le daban a su estilo de vestir y a sus raíces indígenas. Como fotógrafo, me enfoco mucho en las subculturas, en la manera de vestir como una manera de sobresalir y actuar, y eso es lo que ellas hacen.
Las cholitas son mujeres indígenas que antes eran despreciadas, pero ahora, a través de la lucha, han ganado más poder.