(CNN) – Una familia de superbacterias resistentes a los carbapenémicos (CRE, por sus siglas en inglés) se habría propagado mucho más de lo que inicialmente se había pensado, de acuerdo con un estudio publicado este lunes en la revista científica estadounidense Proceedings of the National Academy of Sciences.
De hecho, la transmisión de esa bacteria de persona a persona podría estar ocurriendo sin que se presenten síntomas, dicen los investigadores de la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de Harvard y del Instituto Broad, del MIT y de Harvard.
“Con frecuencia hablamos de la oleada creciente de resistencia a los antibióticos en términos apocalípticos”, dice William Hanage, autor principal del estudio y profesor asociado de epidemiología de la Escuela Chan de Harvard.
“Pero siempre deberíamos recordar que las personas que más riesgos tienen podrían estar en peligro de contagiarse de cualquier infección, porque suelen estar entre las personas más débiles dentro del sistema de atención en salud”.
Cuando una bacteria causante de una enfermedad desaparece con los medicamentos habituales, a los pacientes se les entregan antibióticos como los carbapenémicos como medida de última instancia. Sin embargo, algunas “bacterias pesadilla” siguen creciendo incluso aunque se apliquen los fármacos más fuertes, reservados para los casos más complicados.
La CRE, que tiende a propagarse en hospitales y centros de asistencia prolongada, causa cerca de 9.300 infecciones y 600 muertes cada año en Estados Unidos, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de ese país. Y las cifras van en aumento.
La genética de la infección
Durante 16 meses, el equipo de investigadores de Harvard y del MIT examinó secuencias genéticas de unas 250 muestras de pacientes que tenían la bacteria CRE en cuatro hospitales de las ciudades de Boston e Irvine (California).
“Mucha gente ha hecho un trabajo muy bueno concentrándose en cosas como los brotes de las enfermedades”, dice Hanage. Pero él y sus colegas, en cambio, querían obtener una “fotografía” de la población afectada con la bacteria CRE, para determinar la frecuencia con la que ocurren esas infecciones y comprender qué cepas bacterianas están causando otras infecciones dentro de los hospitales.
Primero, los investigadores encontraron muy poca evidencia de transmisión directa entre los pacientes que se enfermaron en los centros de salud. “Había una, tal vez dos, en todas las muestras que revisamos”, explica Hanage.
Basados en eso, los expertos creen que la transmisión podría estar ocurriendo sin que cause síntomas.
En otras palabras, las personas infectadas por esos microbios podrían estar propagándolos sin saberlo e incluso sin que ellas mismas se enfermen.
Según Alex Kallen, asesor médico de la División de Promoción de la Calidad en los Servicios de Salud de los CDC y quien no estuvo involucrado en el estudio, “la fuente de transmisión más común con la CRE es asintomática”. La mayoría de los pacientes no sentirán ninguno de los síntomas de la bacteria, que se aloja en el tracto gastrointestinal, de acuerdo con Kallen.
La investigación también documentó “un gen idéntico en diferentes especies”. Y según Hanage, “el alcance de todo lo que ha sucedido es bastante sorprendente”.
“Además, encontramos dos casos de resistencia de alto nivel que no pudimos explicar”.
Hanage lo compara con la materia oscura: “Sabemos que está ahí porque podemos ver sus efectos, pero no sabemos qué es lo que realmente hace que se produzca”.
“Si tuviera que criticar mi propio trabajo diría que es una lástima que no hayamos podido abarcar más hospitales y conseguir más muestras dentro de los sistemas de salud”, afirma.
Limitados por los recursos, los investigadores no pudieron rastrear si la transmisión se dio en un centro de atención a largo plazo o en la comunidad, fuera de los hospitales que estudiaron.
Ese fue el caso de una reciente infección de CRE en un hospital de Reno, en Nevada.
La paciente, una mujer del condado de Washoe que ya tenía más de 70 años, había vivido mucho tiempo en India. Regresó a Estados Unidos a principios de agosto pasado.
Al volver, la mujer sufrió un síndrome de respuesta inflamatoria sistémica, una reacción de su sistema inmunológico a una infección, y fue ingresada en el hospital de Reno. Dos meses antes de regresar había sido hospitalizada en India, en una de las muchas hospitalizaciones que sufrió por las complicaciones de una fractura de fémur.
Ella estuvo en el hospital de Reno casi seis días antes de que el CDC confirmara que su infección había sido causada por una cepa de la CRE llamada NDM.
“Hay dos tipos primarios de CRE: una es llamada New Delhi metallo-beta-lactamase, o NDM, y la otra es llamada Klebsiella pneumoniae carbapenemase o KPC”, dice Lei Chen, epidemióloga principal del distrito de salud del condado de Washoe.
Ambas cepas tienen enzimas específicas que pueden destruir los antibióticos carbapenémicos, haciendo que esos medicamentos pierdan su efectividad, explica Chen.
En el caso de la mujer del condado de Washoe County, su infección era resistente a todos los 26 antibióticos disponibles en Estados Unidos, algo realmente inusual.
“Los médicos que la estaban tratando hicieron lo mejor que pudieron”, dice Chen. Cuando recibieron los resultados de los exámenes avanzados de laboratorio cambiaron los antibióticos, pero la paciente desarrolló un choque séptico y murió a comienzos de septiembre.
Por suerte, la mujer estuvo en un cuarto para un solo paciente desde que fue hospitalizada y eso evitó que la infección se transmitiera a otros enfermos.
Hanage cree que ese caso “es un ejemplo del tipo de cosas contra las que nos enfrentamos” y reitera que “estas bacterias son letales”.
“La mejor forma de evitar que alguien muera por esto es evitar que se enfermen con esto”, agrega.
Los holandeses tienen una de las tasas más de resistencia a los antibióticos a nivel global, dice Hanage, porque ellos identifican a las personas que están en riesgo antes de que lleguen al hospital.
La importancia de lavarse las manos
Aunque es fácil sentirse impotente frente a esta situación, cada uno de nosotros puede jugar un papel determinante en prevenir la expansión de esta terrible bacteria.
Según Kallen, la higiene de las manos y el saneamiento del entorno son esenciales para prevenir la propagación de todas las bacterias.
“Hay que asegurarse de que las personas se laven las manos cuando te estén cuidando. Hay que asegurarse de que limpian los equipos y elementos que utilizan”, dice.
Chen y sus colegas sugieren tratar el tema como lo hacen en Holanda, donde en el momento de admisión de los pacientes los centros de salud cuentan con la historia clínica de esas personas en centros de salud fuera de la zona, y donde les realizan exámenes de CRE a los que reportan haber visitado un lugar con alta incidencia de la bacteria.
Después del ébola, el sarampión y el Zika, muchos hospitales en Estados Unidos comenzaron a pedir las historias clínicas de otros centros durante la admisión de los pacientes.