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El descontento y la admiración a Donald Trump
02:41 - Fuente: CNN

Nota del editor: Timothy Stanley es historiador y columnista para el diario británico Daily Telegraph. Él es el autor del nuevo libro “Citizen Hollywood: How the Collaboration Between L.A. and D.C. Revolutionized American Politics”. Las opiniones expresadas en este comentario son exclusivamente las del autor.

(CNN) – Aún lo aman. Este sábado, Donald Trump pronunció un discurso durante un mitin en Florida que fue tan grande y lleno de adulaciones como cualquier otro de los que hubo durante la campaña. Atacó a los jueces federales que desafiaron su decreto inmigratorio y atacó a los periodistas que hacían preguntas difíciles. “Ellos tienen su propia agenda y su agenda no es la de ustedes”, afirmó. Esta multitud era “nuestra gente”, aseguró el presidente.

Esas personas no han perdido nada de su fe y no esperes que lo hagan.

Su fidelidad es impresionante dados los acontecimientos del mes pasado. Trump ha tenido que aceptar la renuncia de su consejero de seguridad nacional, le bloquearon su decreto de prohibición de viajes desde siete países de mayoría musulmana, y terminó la semana pasada con una extraña conferencia de prensa contra la periodistas que, a juicio de muchos de ellos, no sólo fue inapropiada sino aterradora.

Pero los periodistas tenemos que recordar que no todo el mundo es periodista. Fuera de la burbuja de los medios de comunicación, la opinión de estos está filtrada por el prejuicio partidista y a menudo es de un nivel bastante bajo. Trump ha identificado a un enemigo que, según muchos conservadores, necesita ser desafiado.

Trump y un seguidor durante un acto este sábado en Melbourne (Florida).

Explicación completa: no fui al acto en Florida, pero he estado en muchos, muchos mítines de Trump, y como he intentado hacerle entrevistas a la audiencia, he notado que los creyentes de Trump tienen dos cosas en común. Una es una sospecha en contra de los periodistas. Siempre quieren saber qué medio represento y qué preguntas probablemente haría. Una vez que la entrevista ha terminado, por lo general dicen lo mismo: “¿Por qué los medios de comunicación odian tanto a Donald Trump?”. Respondo que estamos haciendo nuestro trabajo haciendo preguntas de la misma manera que lo hacemos con todos los políticos. Pero no hay forma de escapar a la idea de que los medios de comunicación tienen una inclinación institucional.

Mis políticas conservadoras son inusuales dentro del periodismo. El creyente de Trump promedio pensaría que soy un rojo. Pero el editor promedio probablemente piensa que estoy a la derecha de Chuck Norris. Y aunque ese liberalismo institucional no es universal (a fin de cuentas, Fox y Breitbart son también parte de los medios de comunicación) y no se traduce rutinariamente en prejuicios, el escepticismo sobre nuestros motivos es comprensible. Si los medios mantienen enfocados a los políticos, los activistas políticos tienen la libertad de mantenernos enfocados a nosotros también.

En los últimos años (especialmente desde Sarah Palin), enfrentar a la prensa se ha convertido en parte del programa de la derecha, así como asegurar la frontera o recortar impuestos.

Consideran que una prensa liberal es perjudicial para la democracia y un bloqueo para el gobierno conservador.

Cuando vieron esa loca conferencia de prensa del pasado jueves, no compartieron la alarma mediática. Vieron a Trump luchando por sobrevivir, tratando de romper lo que ellos consideran el monopolio perjudicial de los medios sobre la verdad. Se preguntan: “¿Por qué los medios no permiten a Donald seguir adelante con el trabajo que fue elegido para hacer?”.

Aparte del odio a la prensa, la otra cosa que he encontrado que une a los creyentes de Trump es un miedo a la decadencia. A menudo se observa que los partidarios de Trump son más ricos que la clase trabajadora que dicen representar, pero eso no tiene sentido. Se trata de ciudadanos preocupados que tienen una antipatía patriótica por el desempleo o el terrorismo islamista. Ellos votaron por Trump porque prometió restaurar la grandeza de la nación, construyendo un muro y reteniendo en Estados Unidos los puestos de trabajo.

Desde este punto de vista, los conservadores mantienen la fe en Trump porque él hace lo mismo en ellos. Su serie de decretos es una lista de deseos para la derecha: revertir los costos del Obamacare, comenzar a planear una muro en la frontera, reducir las regulaciones, etc. Su elección para miembro de la Corte Suprema es un Antonin Scalia joven. La blancura, la masculinidad y el conservadurismo de su gabinete demuestran que no está haciendo concesiones a la corrección política.

Si Trump hubiera hecho lo que tantos de los medios de comunicación esperaban que hiciera y se llegara al poder prometiendo unidad, compasión y piruletas, habría sido una traición a su base.

Lo sorprendente (casi impresionante) sobre Donald Trump es la consistencia entre el candidato y el presidente.

Y he aquí el ingenio de su estrategia antimediática: aún si fracasa, no es su culpa. Trump y su base creen que la conspiración contra ellos es enorme y casi imbatible. Al atacar a los medios con tanta fuerza como lo ha hecho Trump, ha impulsado a sus partidarios para la derrota. Es por eso que muchos perdonarán los errores que ha cometido en el último mes. Los considerarán inevitables. Donald, dirán, está haciendo todo lo posible.

Donald Trump necesita de los medios de comunicación. Atacar a los medios es parte de la razón por la que ganó. El odio a los medios de comunicación es una de las cosas que reunirá a sus tropas a su alrededor mientras intenta hacer su trabajo. Irónicamente, los medios también necesitan de Trump. Como el presidente ha dicho muchas veces, él es bueno para el rating.