(CNN) – Los científicos han advertido durante mucho tiempo que el aumento de las temperaturas globales puede impactar la salud pública de forma devastadora, porque el cambio climático está asociado con eventos climáticos que son fatales, la expansión de enfermedades infecciosas e, incluso, la escasez de alimentos.
Ahora, los investigadores están analizando si el cambio climático puede estar relacionado con otra preocupación de salud pública: la diabetes tipo 2.
Entre 1996 y el 2009, las temperaturas externas subieron en todo Estados Unidos, así como también subió la prevalencia de la diabetes, según un estudio publicado en la revista científica BMJ Open Diabetes Research & Care, este lunes.
“Nos sorprendió la magnitud del efecto”, dice Lisanne Blauw, investigadora del Centro Médico de la Universidad de Leiden, en Holanda, y autora principal del estudio.
“Calculamos que un aumento de 1°C de la temperatura ambiente puede explicar más de 100 mil nuevos casos de diabetes por año, solo en Estados Unidos”, afirma Blauw. “Por eso, las investigaciones futuras sobre los efectos del calentamiento global en la salud son de gran importancia”.
Sin embargo, este estudio observacional simplemente revela una asociación entre el clima y la diabetes, no una causalidad. Entre los factores que se sabe causan la diabetes tipo 2 está tener sobrepeso o ser obeso y tener antecedentes familiares de la enfermedad.
“Creo que el mensaje general siempre debería ser que los estudios de asociación no implican realmente un efecto de causalidad”, dice el doctor Adrián Vella, endocrinólogo que ha investigado la diabetes tipo 2 en la Clínica Mayo. Vella no estuvo involucrado en la investigación que relaciona el cambio climático con la diabetes.
Actualmente, cerca de uno de cada tres estadounidenses desarrollarán diabetes tipo 2, según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de EE.UU. (CDC, por sus siglas en inglés).
Para el nuevo estudio, los investigadores analizaron información sobre la incidencia de la diabetes tipo 2 en Estados Unidos, incluyendo los territorios de Guam, Puerto Rico y las Islas Vírgenes, entre 1996 y el 2009. La información salió del Sistema de Vigilancia de Factores de Riesgo de los CDC
Los investigadores también analizaron información sobre la temperatura promedio anual por estado, usando datos de los Centros Nacionales de Información Ambiental.
Otro tipo de información global también fue analizada. Por ejemplo, datos sobre los niveles de glucemia en ayunas y la obesidad fueron reunidos a través del Observatorio de Salud Global de la Organización Mundial de la Salud, cuya base de datos está en línea.
Los investigadores encontraron que por cada aumento de 1°C en las temperaturas externas, había cerca de un 4% de aumento del total de incidencia de diabetes en Estados Unidos, por año, entre 1996 y el 2009. Un aumento de 1 grado Celsius es equivalente a un aumento de 1,8 grados Fahrenheit.
La prevalencia mundial de intolerancia a la glucosa aumenta 0,17% por cada aumento de 1°C en la temperatura, de acuerdo con los investigadores.
“Según nuestros conocimientos, este estudio es el primero en analizar la asociación de la temperatura exterior con la incidencia de la diabetes y la prevalencia del aumento de la glucosa en la sangre en ayunas a nivel nacional y global”, escribieron los investigadores.
Aunque es necesaria más investigación para determinar porqué y cómo existe esta correlación, el estudio formula una hipótesis que habla de la forma en que las temperaturas más frías pueden activar una grasa corporal llamada grasa parda, o tejido adiposo pardo.
“La función del tejido adiposo pardo es quemar grasa para producir calor, lo que es importante para prevenir una reducción de la temperatura corporal cuando se expone a temperaturas externas frías. Por eso, creemos que la grasa parda juega un papel clave en el mecanismo que sirve de base a la asociación entre temperaturas externas y diabetes”, dice Blauw. “En climas más cálidos, la grasa parada puede activarse menos, lo que causalmente podría llevar a una resistencia a la insulina y a diabetes”.
Sin embargo, Vella dice que la grasa parda no tiene mucho impacto en el metabolismo de los humanos. “En los humanos, el teijdo adiposo pardo tal vez explica el 1% o el 2% de gasto energético en situaciones frías, y los escalofríos explican mucho más, así que es una exageración”, dice.
“Creo que entre 1996 y el 2009 el medio ambiente ha cambiado”, agrega Vella. “Muchas cosas han cambiado y eso puede cambiar la incidencia de la diabetes, ¿verdad? La composición de la actual población cambió un poco. El consumo de calorías de esa población probablemente cambió. No sabemos nada sobre la actividad física”.
En el 2012, un informe de la Federación Internacional de Diabetes indicó que la diabetes tipo 2 y el cambio climático podrían estar interconectados.
El cambio climático amenaza el suministro de comida fresca, que podría impactar negativamente la dieta de las personas con diabetes, según ese informe. Además, las olas de calor letales podrían debilitar la salud en general, por la deshidratación.
La semana pasada, el Consorcio de Sociedades Médicas sobre el Clima y la Salud lanzó un reporte con una “alerta médica”, llamado “El cambio climático está perjudicando nuestra salud”.
El reporte destaca cómo, a lo largo de Estados Unidos, el cambio climático puede producir olas de calor fatales, una peor calidad del aire exterior, eventos climáticos peligrosos y extremos, infecciones relacionadas con comida, infecciones relacionadas con agua, infecciones por mosquitos y garrapatas, incendios forestales y mayores niveles de depresión, ansiedad y trastornos por estrés postraumático en las víctimas de inundaciones y los agricultores.