(CNN Español) – Es el caso de muchos: los padres emigraron a Estados Unidos como indocumentados y allí nacieron sus hijos. Por derecho de nacimiento son ciudadanos estadounidenses, pero por la situación inmigratoria irregular de sus padres muchas veces no tienen documentación que los acredite como estadounidenses.
Tampoco tienen documentos que demuestren que son mexicanos, aunque tienen derecho a pedirlos, y temen acercarse a los consulados de México en EE.UU. para tramitar la doble ciudadanía.
En papeles no son ni mexicanos ni estadounidenses, lo que plantea una serie de inconvenientes cruciales para estos niños en términos de educación, atención de salud y otros. El tema se complica más cuando estos niños nacidos en EE.UU. de padres mexicanos regresan a la tierra natal de sus padres. En EE.UU. la vida del inmigrante indocumentado ya es complicada, por lo que muchas familias han decidido regresar.
Algunos, como la hija de Karina Luna, obtienen un acta de nacimiento estadounidense, y a su regreso a México deben luchar tanto por la documentación mexicana como por su doble nacionalidad.
“Me fui para Estados Unidos de ilegal como en 2008. Yo iba embarazada, tenía en ese entonces como dos meses. A nadie le dije que estaba embarazada porque sabía que no me iban a dejar irme así porque había que caminar mucho, entonces era un riesgo”, le relata a CNN en Español.
Luna tenía 17 años en ese entonces y dice que el objetivo principal no era que su hija naciera allá, sino que ella buscaba “otro estilo de vida”. La primera vez que intentó pasar de México a Estados Unidos caminando desde Nogales por el desierto la detuvieron las autoridades de inmigración. La segunda vez, junto con su esposo, lograron llegar hasta Des Moines, Iowa, donde los recibieron familiares y amigos.
La niña nació en abril de 2009 en un hospital de la ciudad donde hicieron el papeleo correspondiente y a los pocos días recibieron por correo el acta de nacimiento de su hija. Al esposo de Luna lo deportaron meses después, afirma la madre, y a los pocos días ella y su hija, sin ciudadanía, regresaron a México.
Según Roberta Jacobson, embajadora de EE.UU. en México, hay 600.000 niños menores de 18 años nacidos en Estados Unidos y que viven en México.
“La mayoría de ellos son hijos de padres mexicanos que regresaron a México de una edad temprana. Estos menores ya son ciudadanos binacionales, sin embargo, carecen de documentos que puedan comprobar su identidad o ciudadanía”, dijo Robertson el 9 de septiembre pasado, durante el lanzamiento del programa Soy México, diseñado para registrar a esta población méxico-estadounidense.
Según reportó el diario mexicano Milenio, citando a la Sociedad Americana de Beneficencia, el número de menores en esta situación, y sin documentos, ascendería a un millón.
Bárbara Franco, directora de la Sociedad Americana de Beneficencia, es enfática en aclarar que la cifra de un millón de menores es un cálculo. “No hay un censo claro de esto, pues las personas en esta situación son muy pobres y no se conocer lo que viven, no se cuenta. Lo que decimos es que nos preocupa que en el punto máximo pueda haber un millón de estos niños”, le dijo Franco a CNN en Español.
La organización le aclaró a CNN en Español que la cifra viene de un cálculo estimado según lo que reportan varias fuentes como consulados, escuelas y otros.
Sin documentos, no tienen cómo acceder a derechos básicos como vacunas y atención de salud, y algunas escuelas no los aceptan.
Así le sucedió a la hija de Luna. Cuando la niña entró a la escuela empezaron a pedirle los documentos mexicanos. “Optamos por meterla a una escuela paga para que no perdiera esos años”, le dice Luna a este medio.
“Así pasó el tiempo y cuando terminó la primaria yo seguía buscando asesoramiento de cómo sacar su acta de nacimiento y conservar su ciudadanía. Me decían que me la iban a quitar, me espantaban, me decían que la habíamos sacado de Estados Unidos sin permiso. Me decían que me olvidara de la nacionalidad porque cobraban mucho y yo no tenía dinero”, recuerda.
Con asesoría del Centro de Atención y Apoyo a Migrantes (CAAM) la hija de Luna tiene ahora doble nacionalidad. “Empecé a averiguar y ahí llegué al CAAM donde me explicaron todo, que mi hija no pierde ningún derecho de ciudadana y que nadie me la puede quitar”, recuerda.
La Sociedad Americana de Beneficencia trabaja estrechamente con el CAAM asesorando a esta población.
“Aquí en México no sabemos si alguien está documentado o no hasta que llegue. Deberían tener derecho a su ciudadanía mexicana por su padres, o a la estadounidense porque nacieron allá, y el proceso debe hacerse, deben recibir ayuda sobre todo aquellos que regresan sin recursos. Hay un reto financiero y administrativo”, afirma.
Franco resalta la magnitud del problema y dice más que una cifra lo importante es entender que cada caso tiene una carga emocional para cada familia, y que si no se atiende su situación de vulnerabilidad continúa. Con respecto al nuevo gobierno de Donald Trump en EE.UU. y sobre si este podría aumentar las cifras de esta población, Franco no tiene una respuesta puntual.
“Quién sabe. Esta gente que estamos recibiendo no está deportada. Hace parte de la inmigración inversa que comenzó en 2008 con la crisis económica de EE.UU.. Vuelven pero siguen con complicaciones. Debe haber un programa para ayudarles a obtener sus documentos mexicanos cuando todavía estén en EE.UU.. Nuestra prioridad es ayudarles a desarrollarse como seres humanos con salud y educación”, finaliza.