(CNN) – Tyra Johnson creció en una región carbonífera. Nunca minera, pero se siente parte de la “tribu”.
Sus recuerdos de infancia están llenos de trenes cargados de carbón. Estos pasaban por su ciudad natal, Beattyville, en el este de Kentucky. Ella recuerda cómo los trenes eran tan fuertes que los domingos el predicador tenía que hacer una pausa en su sermón mientras estos retumbaban.
Hoy en día esos trenes de carbón son en su mayoría un recuerdo. Kentucky tenía en 1990 35.000 empleos derivados de la explotación minera y la industria maderera. Ahora hay solamente 11.000. Es una tendencia similar a nivel nacional. Más de dos tercios de los empleos del carbón han desaparecido desde finales de los años 80.
“Pondremos de nuevo a nuestros mineros a trabajar”, declaró el presidente Trump la semana pasada, al firmar decretos para fomentar el uso del carbón (y otros combustibles fósiles), en contrapartida de las iniciativas del expresidente Barack Obama para detener el cambio climático y el calentamiento global.
Trump estaba poniendo su atención con este mensaje en lugares como Beattyville, que se hizo ganadora del apelativo de “ciudad blanca más pobre de Estados Unidos” y que necesita desesperadamente de empleos. El país carbonífero votó por él de forma enérgica.
Pero la gente de Beattyville, y de las colinas que la rodean, no está toda de acuerdo con las recientes acciones de Trump. Hay una profunda división en cuanto a si se deben traer de vuelta los empleos generados por el carbón. Les preocupa lo que esto le podría hacer al turismo, a la tierra y a la salud. Algunos ven al carbón como algo del pasado, no del futuro.
“Necesitamos que vuelvan el tabaco y el carbón”, asegura Johnson, que es ahora una madre de 39 años de edad con el pelo castaño rizado, pero no quiere que sus hijos trabajen en estos campos. Ella impulsó a su hijo mayor para que fuera a la universidad. También bebe agua embotellada porque sospecha que el agua local está contaminada.
Johnson reconoce rápidamente que algunos de los únicos empleos que llegan al este de Kentucky están muy ligados últimamente al turismo. Cerca de 120.000 personas en Kentucky estaban empleadas en trabajos de “ocio y hospitalidad” en 1990. Hoy en día, casi 190.000 personas trabajan en ellos. De hecho, algunas de las antiguas carreteras mineras y de tala son ahora destinos turísticos de gran afluencia.
“Puedes conducir vehículos todoterreno a través de las cuevas”, afirma ella con orgullo. El paisaje lo es todo para la gente del este de Kentucky. Se sienten atados a él y siempre quieren hablar de sus colinas, ríos y puentes naturales.
Trabajos en el sector carbonífero versus turismo
“Simplemente me encanta esta zona”, afirma Tyler Chrisman, un joven de 27 años que nunca quisiera irse, a pesar de los desafíos económicos. Traer de vuelta aquí la actividad carbonífera significa el regreso de la minería a cielo abierto, una práctica en la que se explotan las cimas de las montañas. Chrisman ve al carbón como algo del pasado. Particularmente se alegra de que lugares como “Happy Top”, una antigua mina a cielo abierto a las afueras de la ciudad, sean ahora un parque.
“Creo que nuestra comunidad debe centrarse más en el ecoturismo en lugar de destruir las montañas en busca de carbón y contaminar nuestros arroyos”, afirma Chrisman.
Este tiene una perspectiva única. Trabajó en la industria de los combustibles fósiles. Justo después de graduarse de la escuela secundaria, se unió a una pequeña empresa de perforación de hidrocarburos de propiedad de su abuelo. Ganaba 15 dólares por hora bombeando petróleo. Fue el trabajo mejor pagado que ha tenido.
Pero cuando su abuelo vendió el negocio, Chrisman comenzó a trabajar en la floreciente industria turística de Kentucky, donde aprendió a escalar y a hacer rappel. Actualmente gana 9 dólares como guía en un parque de aventuras. Es el mejor trabajo que ha tenido, según dice, y nunca volvería a la minería.
Trabajos del futuro: ¿basados en internet?
El alcalde de Beattyville, John Smith, un firme partidario republicano y de Donald Trump, también tiene sus dudas sobre el retorno de la perforación de carbón o petróleo a esta parte del país.
“Creo que necesitamos enfocarnos en algo un tanto diferente”, dijo Smith a CNNMoney. Está muy entusiasmado con una compañía de Internet llamada Teleworks USA que llegó a Beattyville hace un año en una asociación con el Programa de Empleo Concentrado del Este de Kentucky, que trata de capacitar a las personas.
Teleworks ha creado alrededor de 80 puestos de trabajo al formar gente capacitada para atender llamadas de servicio al cliente desde sus hogares. Se pagan alrededor de 9 dólares por hora,
una cantidad menor a la que daban la minería y el sector de hidrocarburos, pero significativamente más alta que el salario mínimo de Kentucky, que es de 7,25 dólares por hora.
Smith no es el único que tiene dudas sobre un gran retorno del carbón. Los expertos en energía, e incluso algunos ejecutivos de compañías carboníferas, aseguran que no ven como puedan volver los empleos relacionados con este sector. Otras formas de energía como el gas natural son más baratas y más limpias que el carbón.
El empleo relacionado con el carbón “no puede regresar a donde estaba antes de la elección de Barack Obama”, dijo Robert Murray, consejero delegado de Murray Energy, la mayor minera privada de carbón de Estados Unidos.
El futuro de la región carbonífera
La única compañía minera en la calle principal de Beattyville, Sturgeon Mining Co., no respondió las llamadas de CNNMoney, pero su propietario le dijo a The Guardian en el 2015 que no hay “futuro” en el sector carbonífero y que estaba tratando de salirse del negocio. “A pesar de lo que piensa la gente, los de aquí entienden la realidad”, afirma Chuck Caudhill, director general del periódico local The Beattyville Enterprise. Él predice que volverán sólo unas pocas minas a cielo abierto, si acaso.
Patricia “Trish” Cole, técnica en emergencias médicas en la región, realmente no quiere ver el retorno de la minería del carbón. Su tío se lastimó en las minas y ella trata a muchas personas con enfermedad del pulmón negro o “enfermedad del minero”. Las compañías carboníferas aún están pagando varias indemnizaciones a familias y pueblos de la región de los Apalaches.
“Crecí en una granja, quemábamos carbón y sé lo desagradable que es”, asegura Cole. “Atendemos muchas emergencias de personas con enfermedad del pulmón negro”.
El dinero proveniente de las indemnizaciones de la industria carbonífera ayudó incluso a financiar un museo, el Centro Histórico Three Forks, un tesoro oculto lleno de recuerdos de guerra y de la vida de frontera que tiene una calificación de 4,5 estrellas en Tripadvisor. Muchos visitantes se impresionan por la colección de la pequeña ciudad, que incluye una bandera que ondeó en Pearl Harbor.
“No tengo una buena opinión del carbón”, dice Bob Smith, quien fundó el museo y coleccionó personalmente la mayoría de los artículos que hay en él. Tanto Bob como su esposa prepararon planes para un enorme pabellón al aire libre. Sueñan que algún día el área pueda convertirse en un centro de música de inspiración campesina, pero el proyecto nunca obtuvo recursos de parte del gobierno de Barack Obama.
Uno de los lugares más bulliciosos de Beattyville es la cafetería local The Art Factory, que parece como Brooklyn pero con precios que son una fracción de los valores que se cobran en Nueva York. Hay un mapa grande en la pared en el que se invita a los visitantes a señalar con una tachuela el lugar de donde vienen. Hay alfileres de todo el mundo.
Es un recordatorio de que la región de los Apalaches está empezando a ser conocida por mucho más que el carbón y el petróleo.
“Cuando un montón de escaladores vienen y ven esta área, quieren quedarse a vivir aquí”, asegura Steve Mays, juez, ejecutivo en el condado de Lee, de la cual Beattyville es la cabecera. “Estas son algunas de las áreas más hermosas que jamás verás”.
Mays es un gran admirador de Trump, pero le advierte al presidente que tenga cuidado con el medio ambiente. “No estoy diciendo que desmantele todo. Aquí hay un equilibrio” entre los empleos y el medio ambiente, afirma.
Matt Egan, Poppy Harlow, Haley Draznin y Jeff Simon, de CNN contribuyeron en este artículo.