(CNN) – Carente de sueño, la mente empieza a engañarte. Exhausto, el cuerpo pide parar. Pero Jacob Zurl continúa. Debe hacerlo. Los récords solo pueden romperse cuando el espíritu se rehusa a doblegarse.
Continuar cuando la mayoría podría renunciar es la especialidad de este austriaco.
El ciclista extremo vive para alcanzar lo impensable: atravesar los Himalayas en bicicleta, en un tiempo récord de 39 horas, estableciendo nuevas marcas en grandes altitudes.
Este mes, Jacob va a atravesar en bicicleta todo Cuba, de este a oeste, en gravilla y caminos de tierra, bajo calor extremo, tal vez lluvias tropicales. Estará húmedo. Podrían ser 1.450 kilómetros de infierno.
Nadie ha intentado este desafío de todo un día. El hombre de 28 años espera completar su misión —el equivalente de pedalear desde Nueva York hasta St. Louis, en Estados Unidos— en 57 horas. Los ciclistas experimentos podrían hacer este recorrido normalmente en dos semanas.
Él dice que tomará siestas de pocos minutos, cuando el clima lo permita y, cuando la naturaleza haga su llamado, se bajará de su bicicleta. Pero las funciones esenciales serán breves. El tiempo sigue avanzando sin descanso, así que él debe hacer lo mismo.
Por un poco más de dos días, Zurl estará pedaleando constantemente, de manera incansable, luchando contra los dolores en su cuerpo y contra las voces manipuladoras en su mente.
Es la curiosidad, así como su amor por la adrenalina, lo que lo impulsa.
“Cuando veo un mapa del mundo, para mí, como ultraciclista, veo muchos proyectos interesantes”, le dice a CNN Sport.
“¿Por qué nadie ha hecho este desafío antes? Cuba es un país muy interesante”, agrega. “Quiero entrar en contacto con la gente, conocer el país. Tengo resistencia en el ciclismo y la gente de Cuba tiene resistencia en la vida”.
La isla más grande del Caribe está experimentando una era de incertidumbre luego de la muerte de Fidel Castro, en noviembre de 2016.
Castro, visto como un héroe revolucionario, según sus partidarios, y como un autócrata implacable, para sus enemigos, fue el creador del estado comunista a solo 166 kilómetros de Estados Unidos.
Pero a principios del año pasado, Barack Obama se convirtió en el primer presidente de Estados Unidos en visitar el país en 88 años mientras las relaciones entre los adversarios de la Guerra Fría se descongelaban. No está claro qué política seguirá el presidente Donald Trump con Cuba, pero es posible que endurezca la postura de Estados Unidos hacia la isla.
Curiosamente, solo escuchará una canción durante todo su viaje, una melodía familiar, cuya letra sea fácil de repetir. A veces, incluso puede cantar solo. Pero silenciosamente pues es en los viajes de larga distancia pedaleando en lo que él es bueno, no cantando.
“Aún no he decidido qué canción será para Cuba”, ríe Zurl, revelando que la canción que eligió durante un periodo de entrenamiento en España fue “Believe” de Mumford and Sons. Y agrega que pedaleó por los Himalayas escuchando “Free” de Natalia Kills.
“Para proyectos de larga distancia, la música lo hace más fácil”, dice. “Un día, mi auto de apoyo pasó sobre mi reproductor MP3. Fue horrible”.
Zurl es el tipo de persona que se sentiría perdido sin música.
Llevará tres reproductores portátiles de música a Cuba, una precaución por si ocurre un desastre similar con su música.
Para muchos, escuchar la misma canción durante horas, días, aparentemente en un loop eterno, podría ser tan tortuoso como pedalear de un extremo del país a otro a 25 kilómetros por hora.
Pero cuando la vida sobre el sillín se siente fácil, la mente de Zurl queda a la deriva. Él contempla su pasado y hace planes para el futuro. “Voy pensando en todo”, admite.
Él oye la música, pero no la escucha. La música, dice él, “va debajo de mi mente”.
Es allí cuando la aventura se vuelve una tarea que Zurl reenfoca al ritmo de su melodía favorita que lo llevará a alcanzar una hazaña que ningún hombre o mujer han hecho antes.
“Siempre es una misma canción. Es algo como espiritual. Cuando se está complicando y quiero escuchar música y no hay, es un problema para mí”, dice Zurl, que ha estado practicando cerca de 20 horas por semana preparándose para su viaje, enfocándose más en la velocidad que en la resistencia.
“Lo peor que podría pasar en esta carrera es que pierda mis reproductores MP3”.
Fiebre, dolores y pérdida de peso
Pero Zurl ha experimentado una miseria más profunda que perder su reproductor de música.
Fue estando en Cuba, antes de su primer intento de pedalear toda la isla, en 2015, cuando se contagió de dengue.
“De repente no me sentía bien”, es su descripción subestimada del día que fue llevado precipitadamente al hospital, con temperatura de 40 grados.
En nueve días perdió siete kilos. Zurl dice que se contagió de esta enfermedad tropical, que es transmitida por mosquitos, cuando montaba bicicleta en un día de fuertes lluvias durante una sesión de entrenamiento en la isla.
Él está mejor preparado para su segundo intento, aunque eso no significa que se haya olvidado fácilmente del susto de hace dos años.
Cuando se le preguntó por su mayor miedo sobre el próximo reto, responde seriamente: “Contagiarme de dengue otra vez”.
“Había un fuerte aguacero y no tenía el spray (contra mosquitos) y, creo, ese fue el problema”, dice Zurl, con un poco de arrepentimiento aún en su voz.
“No creí que fuera a ser peligroso”, continúa. “Tomé un viaje de vuelta a Austria y durante los próximos dos meses me olvidé del deporte y, después de eso, empecé a pedalear otra vez, pero en 2016 me enfermé muchas veces”.
Es la experiencia de Zurl con el dengue la que explica en parte por qué su familia estará cerca de él esta vez en su carro de apoyo.
Sus padres, Paul and Brigitte —ambos médicos—, y su novia Nina Almer, manejarán detrás de él con comida y suministros, bebidas isotópicas, ruedas de repuesto y, por supuesto, más reproductores MP3.
Su mamá, que alguna vez le dijo a su hijo -que entonces tenía 18 años- que era “completamente estúpido” gastar grandes cantidades de dinero en zapatos para su nuevo hobby de dos ruedas, lo apoya ahora completamente en sus expediciones de larga distancia.
“Al principio mis padres eran escépticos”, admite Zurl, quien alguna vez fue un prometedor navegante de clase mundial, antes de que las bicicletas se atravesaran en su camino.
“Necesitaba mucha energía para convencerlos, pero en los últimos dos años ha sido más fácil y ellos saben que para mí es importante”, añade el deportista.
“Si no es muy peligroso, ellos dejarán que lo haga. En el pasado fue más difícil porque mi padre amaba navegar y yo navegaba en regatas”.
Pero todo eso cambió.
“Ahora, no solo mis padres hacen ciclismo, sino mi tío y mi tía también. A veces montamos bicicleta juntos y tenemos nuestro propio yérsey y le puse el nombre de la familia”, cuenta.
El reto de consumir 30.000 calorías en dos días
Tal vez sea apropiado que la mamá de Zurl esté allí para que se asegure que su hijo coma apropiadamente, a pesar de que no necesite a su madre para que le recuerde el peligro al que se enfrenta en caso de que no consuma las calorías adecuadas en el tiempo correcto. Todo motor necesita gasolina.
Comer para resistir, dice Zurl, es una habilidad.
“Realmente tengo que comer mucho”, dice suspirando.
La experiencia le ha enseñado que tendría que comer o beber 500 calorías en una hora para compensar los minerales que perderá sudando.
Incluso los amantes de la comida se resistirían a la idea de consumir 30.000 calorías en dos días y medio —especialmente con una dieta de arroz y papas— esenciales para esta carrera contra reloj.
¿Encontrará Zurl vegetales frescos en los secos caminos de Cuba?
Le encantaría, pero no está seguro de que estén disponibles en la ruta, dice él. Por eso barras de proteína y bebidas, serán suficientes si no puede encontrar otros alimentos.
“Por una parte es muy importante que tengas las calorías suficientes para hacer este viaje, pero es difícil comer mucho en este tiempo, así que tenemos que establecer un protocolo sobre cómo consumiré muchas calorías cada hora”, dice.
Zurl agrega que “es importante que no tengas mucho en una hora y nada en la próxima. Tienen que ser las mismas calorías cada hora”.
“Es importante cuidar tu estómago así no tendrás problemas. Tu cuerpo es como una máquina. Es completamente asombrosa”, agrega.
Por eso, dice, cuando se hacen este tipo de ejercicios y el cuerpo se cansa, no puedes tomar cinco Red Bulls o tomar café para mantenerte despierto. “La cafeína te hace ir al baño y perderás tiempo”.
Zurl, que trabaja como entrenador personal para financiar sus aventuras, se ha estado aclimatando en Cuba los últimos quince días, conservando su energía, alejándose de los paseos semanales de entre 200 y 250 kilómetros y viviendo en la humedad que lo ha forzado a reajustar su tiempo de carrera, pasando de 55 a 57 horas.
Los 90 minutos de rutinas de fortalecimiento en el gimnasio tres veces por semana han parado. El momento casi llega.
“No es una condición normal para pedalear en Europa o Estados Unidos”, dice él. “Tienes que entrenar muchos años para ser capaz de hacer cosas como esta”.
“Llevo muchos años preparando mi cuerpo y también mi cabeza para cosas como estas. No hay un secreto sobre esto. Es ciclismo y si tienes una pasión para hacer cosas como esta, entonces tienes que hacerlas rápido”.