Washington (CNN) – Aunque los 100 primeros días de una presidencia de dos mandatos equivalen a solo el 3% del total de los ocho años, desde hace décadas se utilizan como barómetro para evaluar la capacidad (o incapacidad) de gobierno de un líder.
La medida comenzó a usarse con la presidencia de Franklin Delano Roosevelt en medio de la tumultuosa Gran Depresión. Ante el hundimiento de los bancos y la caída del empleo, FDR se puso manos a la obra con la aprobación de leyes y creación de nuevas dependencias gubernamentales para frenar la sangría económica.
Tomó juramento a todo su gabinete de una sentada, firmó 76 proyectos de ley y comenzó a implementar el ‘New Deal’ en sus primeros 100 días en el cargo, un frenesí que, desde entonces, se ha convertido en punto de comparación para todos los que han venido después.
Los presidentes suelen irritarse ante la comparación con FDR, que se benefició de un Congreso que difícilmente podía decirle que no en un momento de calamidad económica. Pero el concepto de los 100 días permanece, alimentado tanto por los medios de comunicación, ansiosos por tener un criterio con el que medir a una nueva administración, como por los propios presidentes, que diseñan planes a 100 días como candidatos y que luego casi nunca cumplen.
El presidente Donald Trump cumplirá el sábado los 100 días con una mezcla de ansiedad y repudio. Durante su campaña, abrazó el concepto de los 100 días delineando un plan para el tramo inicial de su presidencia que incluía la revocación y reemplazo de la reforma de salud impulsada por Barack Obama, la financiación para construir un muro fronterizo y la aprobación de presupuestos para infraestructuras por valor de un billón de dólares.
Pero a medida que se acerca la fecha, Trump se encuentra en la misma tesitura que sus predecesores, con la presión de demostrar logros en los primeros compases de su gobierno.
“No importa lo que logre durante el ridículo estándar de los primeros 100 días, y ha sido mucho (incluyendo el [Tribunal Supremo]), ¡los medios de comunicación me matarán!”, tuiteó Trump el viernes.
No es el primer presidente que minimiza la importancia de los 100 días, o al menos que trata de bajar las expectativas sobre sus logros.
“Todo esto no se terminará en los primeros 100 días, ni terminará en los primeros 1.000 días, ni en la vida de esta administración, ni tal vez en nuestra vida en este planeta. ¡Pero comencemos!”, dijo el presidente John F. Kennedy, quien ordenó la fallida invasión de Bahía de Cochinos a los 87 días de mandato.
El presidente Ronald Reagan recibió un disparo en el pecho en su 69º día al frente del gobierno y tuvo que firmar su primer proyecto de ley en una bandeja de comida en el hospital de la Universidad George Washington. No obstante, dio un discurso ante una sesión conjunta del Congreso en vísperas sus primeros 100 días, en el que defendió una reducción de los impuestos y medidas contra la inflación.
Los asesores del presidente George W. Bush, cuyo período de transición se vio interrumpido por el recuento de votos y la posterior batalla judicial por lo resultados en Florida, argumentaron que su calificación de los 100 días debía retrasarse. Los medios de comunicación ignoraron esa petición y Bush celebró la ocasión invitando a los 535 miembros del Congreso a un almuerzo en la Casa Blanca.
“Lo estamos haciendo bastante bien”, dijo Bush refiriéndose a sus primeros días en entrevista con el periodista Charlie Gibson, de la cadena ABC. “Creo que hemos sentado las bases de un cambio importante en Washington; en primer lugar, un cambio de actitud”.
Barack Obama trató de ampliar este período de evaluación incluso antes de ser elegido.
“Probablemente serán los primeros mil días los que marcarán la diferencia”, declaró a una radio de Colorado en 2008.
Las calificaciones llegaron de todos modos el 29 de abril, y Obama convocó a una inusual conferencia de prensa en horario estelar para dar a conocer sus logros.
“Tengo un horizonte de tiempo mucho más largo que de lo que piensas cuando eres candidato o cuando escuchas lo que informan los medios de comunicación día a día”, insistió Obama al responder a preguntas sobre La gripe porcina H1N1, la crisis económica mundial y los conflictos en Iraq y Pakistán.
Si bien varios presidentes han rechazado la idea de los 100 días por considerarlos una medida arbitraria e irreal, la mayoría ha buscado consuelo, quizás equivocadamente, en la idea de que el intenso escrutinio inicial irá disminuyendo. Cuando en 1993 le preguntaron al presidente Bill Clinton sobre si haría algo diferente sobre sus segundos 100 días en el cargo, su portavoz George Stephanopoulos bromeó: “En primer lugar, no va a contar los días”.
El momento de alivio duró poco.
“Nosotros sí”, respondió uno de los reporteros en la Casa Blanca.