(CNNMoney) – A la venezolana Mariana Mejías no le alcanza para comprar una bolsa de arroz en su país.
Ella vive en Mariche, un barrio extremadamente pobre en la capital de Venezuela, Caracas, que sufre una severa escasez de alimentos y medicinas, como el resto del país.
Si el Gobierno no le proporciona una bolsa subsidiada de comida cada mes, Mejías pasaría hambre. Los altos precios de los alimentos en su mercado local han hecho que estos productos estén prácticamente prohibidos. El paquete de comida mensual, que puede llegar a costar 10.000 bolívares (unos 2,25 dólares), incluye arroz, leche, pasta, frijoles y otros pocos elementos.
Una bolsa de arroz en la tienda local del sitio donde vive Mejías puede llegar a costar 8.000 bolívares, algo que está fuera de su alcance teniendo en cuenta que su ingreso mensual es de 219.000 o 49 dólares, según la tasa de cambio no oficial pero comúnmente utilizada de dolartoday.com.
“Las cosas aquí son horribles. No sé cómo la gente logra sobrevivir”, confiesa Mejías, una mujer de 62 años que trabaja como empleada doméstica y gana un salario mínimo, además de una pensión del Gobierno.
El Gobierno socialista de Venezuela, liderado por el presidente Nicolás Maduro, aumentó el 60% del salario mínimo el pasado domingo, quedando en 200.021 bolívares (unos 45 dólares) al mes, incluidas las estampillas de alimentos.
Pero esa cantidad de dinero no puede comprar mucho en el supermercado.
En marzo pasado, la canasta básica de alimentos –incluyendo huevos, leche y fruta– costaba 772.614 bolívares. Una cifra que es casi cuatro veces el salario mínimo mensual, según el Centro de Documentación y Análisis Social de Venezuela (Cendas).
La escasez de comida y el aumento en los precios han derivado en consecuencias preocupantes. El año pasado, los venezolanos que viven en extrema pobreza perdieron 8,6 kilos en promedio, debido a la falta de alimentos. Además, muchos de los ciudadanos debieron omitir o saltarse comidas, según una encuesta nacional.
La crisis alimentaria en el país se está profundizado a medida que Venezuela se hunde en el caos. Este lunes, Maduro emitió un decreto que puede permitirle a su partido reescribir la Constitución Política de la nación a su gusto. Al otro día, el presidente suspendió el derecho de los venezolanos de llevar armas de fuego, justo cuando continúan las protestas de la oposición.
Y en medio del caos político, los precios de la comida aumentan de manera impactante. Una caja de 30 huevos costaba 9.600 bolívares en marzo de este año, cifra que está muy por encima de los 1.180 bolívares que era el precio de la misma caja para marzo de 2015, como lo reporta Cendas.
“Los precios de la comida están por el cielo y el salario mínimo no es suficiente para suplir las necesidades básicas”, sostiene Eugenia Morín, de 59 años, que se describe a sí misma como una ama de casa de clase media. Ella salió a protestar contra Maduro este martes.
Aunque el aumento del 60% en el salario mínimo puede parecer algo significativo, se espera que la inflación suba un 720% este año y supere el 2.000% en 2018, según el Fondo Monetario Internacional. Un bolívar vale menos que un centavo de dólar.
Y, cada mes, los precios de los productos básicos se disparan. Frente a febrero, los precios en marzo para la leche y el queso aumentaron un 33%, la carne un 19%, el pescado un 17% y las frutas un 14%. Incluso la mayonesa sufrió un alza del 11%.
Una situación que es apenas la punta del iceberg. Para los artículos de aseo personal la subida en el costo es mucho más grave. Los precios del desodorante aumentaron un 93% entre febrero y marzo, el detergente un 62%, las cuchillas de afeitar un 53% y el papel higiénico un 27%.
De tal manera que los venezolanos se enfrentan a la escasez de alimentos y de artículos de aseo personal ya sea porque las estanterías en los supermercados están vacías o porque los precios de los pocos productos disponibles están por los cielos.
De hecho, la escasez de medicinas también ilustra la crisis humanitaria que atraviesa el país.
“Si necesitas una operación hoy en día te toca llevar tu propia medicina al hospital”, agrega Morín, la ama de casa. “No hay suministros para atender las emergencias más básicas”, insiste.
La escasez de alimentos es el resultado de políticas gubernamentales de larga data, que se concentraron en exportar el petróleo y terminaron por dejar de lado gran parte de sus abundantes tierras de cultivo. El Gobierno empezó a importar la gran mayoría de alimentos para sus ciudadanos.
Pero incluso cuando los precios del petróleo estaban en un punto alto, esa política era apenas sostenible: la escasez de alimentos comenzó a vivirse cuando el petróleo valía más de 100 dólares el barril.
Y ahora, cuando el costo del petróleo ronda los 50 dólares por barril, el gobierno de Maduro no está en condiciones de importar los suficiente alimentos y además pagar sus deudas a los acreedores extranjeros. De hecho, se está priorizando el pago de la deuda sobre la importación de comida.
El resultado final de esa decisión: aumento del hambre y ningún panorama claro sobre de dónde vendrá la próxima comida.
Un venezolano pasó horas enteras en la mañana del martes esperando a que una tienda de Caracas abriera, con la esperanza de comprar comida. Sin embargo, el hombre de 60 años, que se negó a dar su nombre, sabía que era muy difícil lograr en realidad adquirir los alimentos.
“Nadie sabe lo que va a llegar o lo que podremos encontrar dentro, así que hacemos cola casi todos los días de la semana, perdiendo tiempo y horas de trabajo para buscar comida”, sostuvo.