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Trump destituye al director del FBI James Comey
02:17 - Fuente: CNN

(CNN) – James Comey se dio cuenta de que había sido despedido como director de FBI justo como el resto de nosotros: viendo televisión.

La medida, anunciada este martes a través de una carta enviada por el presidente de Estados Unidos Donald Trump a Comey, marcó el momento más impredecible de una presidencia que en sus primeros 100 días ha sido la menos ortodoxa en la historia.

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También aumentó las críticas a los juicios de Trump —pues Comey fue encargado de dirigir la investigación de la intromisión de Rusia en la campaña de 2016 y descubrir si había ocurrido colusión entre los agentes de la campaña de Trump y los funcionarios de inteligencia rusos— y dejó a Washington tambaleándose sobre un movimiento que a principios de esta semana era impensado.

La explicación para esta decisión, que emergió entre el silencio estupefacto que dejó la noticia, tuvo poco sentido lógico. Un reporte del exfiscal general interino, Rod Rosenstein, subrayó que el manejo de la investigación del servidor privado de correo electrónico de Hillary Clinton es la razón principal del despido.

Rosenstein acusó a Comer de intentar “usurpar” el poder del Fiscal General al anunciar públicamente el pasado 5 de julio en una conferencia de prensa que no creía que se le debieran imputar cargos a Clinton.

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Controversia y cuestionamientos por despido del director del FBI
04:41 - Fuente: CNN

“Agravando el error, el director ignoró otro principio de larga data: no mantenemos conferencias de prensa para divulgar información despectiva sobre el tema de una investigación criminal rechazada”, argumentó Rosenstein en su nota. “La forma en que el director manejó la conclusión de la investigación de los correos electrónicos fue errónea, por lo que es improbable que el FBI recupere la confianza del público y del Congreso hasta que tenga un director que comprenda la gravedad de los errores y prometa no repetirlos”.

Esto hace eco de las críticas lanzadas por los demócratas leales a Clinton, quienes insistieron que la decisión de Comey de ofrecer su propia visión de la conducta de Clinton frente a su servidor privado de correo electrónico —él dijo que ella había sido “extremadamente cuidadosa”— estuvo más allá de sus funciones.

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El problema con el despido de Comey por sus declaraciones de julio de 2016 es que es mayo de 2017 y genera varias preguntas.

¿Por qué, si Trump estaba tan descontento con el manejo de la investigación a Clinton por parte de Comey, dijo lo siguiente sobre el director del FBI en octubre del año pasado: “¿Le ha costado al Director Comey hacer la movida que hizo a la luz de la clase de oposición que él tenía donde está tratando de protegerla de un juicio criminal?”

Si Trump tenía esa preocupación sobre cómo Comey manejó la investigación de Clinton, ¿por qué no desechó a Comey poco después de asumir como presidente el 20 de enero?

¿Por qué si Trump estaba tan insatisfecho con Comey, fue al único director del FBI que felicitó en una reunión de funcionarios del orden público en la Casa Blanca el 22 de enero?

El secretario de Justicia de Estados Unidos, Jeff Sessions, decidió a principios de este mes recusarse de cualquier investigación existente o futura relacionada con la campaña presidencial de Donald Trump (o la transición) después de que se informó que se había reunido con un diplomático ruso el año pasado.

¿Por qué si Trump estaba tan insatisfecho con Comey, no lo despidió antes de que el secretario de Justicia de Estados Unidos, Jeff Sessions, se viera obligado a recusarse de cualquier investigación existente o futura relacionada con la campaña presidencial de Donald Trump después de que se informó que se había reunido con el embajador ruso Sergey Kislyak?

La carta que Trump le envió a Comey —o más precisamente, que publicó en los medios de comunicación— no responde a ninguna de esas preguntas pero genera muchas más. El segundo párrafo, en particular, es sorprendente.

“Aunque aprecio enormemente que usted me haya informado en tres ocasiones diferentes que no estoy bajo ninguna investigación, coincido con el juicio del Departamento de Justicia de que usted no está en capacidad de liderar efectivamente la oficina”, dice.

El mensaje no tan sutil de Trump: Quiero que todos sepan que usted me dijo - ¡tres veces! - que no soy el blanco de esta investigación de Rusia. Me lo dijo tres veces. ¿Recuerda las tres veces que me dijo que no estaba bajo investigación por esto de Rusia? Ah, sí, y además, está despedido.

Lo que Trump está haciendo aquí no es simplemente impredecible. Es potencialmente muy peligroso.

Eliminar a la persona encargada de supervisar una investigación de que un país extranjero habría intentado influir en las elecciones estadounidenses al herir a un candidato (Clinton) y ayudar a otro (Trump) envía un mensaje escalofriante en toda la burocracia federal - por no hablar de la población.

Incluso si la decisión de Trump de deshacerse de Comey no tenía absolutamente nada que ver con la investigación en curso de Rusia, se ve muy, muy mal. Para alguien que esté prestando atención, pareciera que Trump se deshizo de alguien que quizás llegaría a una conclusión sobre Rusia que al presidente no le gustaría.

O más generalmente, que nadie -ni siquiera un director del FBI en el medio de su periodo de 10 años- está a salvo de los caprichos de Trump.

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Trump podría resolver -o al menos mitigar- esta percepción permitiendo (o incluso pidiendo) el nombramiento de un abogado independiente para hacerse cargo de la investigación rusa. Pero Trump y sus aliados de la Casa Blanca han sido extremadamente resistentes incluso a reconocer que la investigación de Rusia es lo debido; Trump llamó a la historia de Rusia un “engaño total” en un tweet este martes.

Es difícil imaginarlo de repente pidiendo la designación de un tercero neutral para llegar al fondo de cuán eficaz fue Rusia en sus intentos de inmiscuirse con nuestras elecciones.

Trump prometió que sacudiría Washington cuando fue elegido el presidente de Estados Unidos. Pero esta decisión es impresionante incluso para Trump, una aceleración de una ofensiva para eliminar las voces disidentes de la burocracia federal.

Lo que el país necesita desesperadamente ahora mismo es una explicación del presidente Trump. Si el pasado es prólogo, no lo conseguiremos.