Nota del editor: Bruce Schneier es conferencista de la Escuela Kennedy de la Universidad de Harvard y miembro numerario del Centro Berkman-Klein para Internet y la Sociedad. Escribe un blog en www.schneier.com. Las opiniones expresadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
(CNN) — Se rumora que el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos está estudiando la posibilidad de extender a los vuelos que vengan de Europa la actual prohibición de transportar aparatos electrónicos grandes en vuelos procedentes de Medio Oriente.
Es probable que las aerolíneas respondan con la implementación de nuevos programas que permitan que los viajeros frecuentes y más ricos lleven consigo sus computadores. Pero esto solo profundizará la brecha entre pobres y ricos… y no servirá para que estemos más seguros.
Tanto el gobierno de Estados Unidos como el del Reino Unido emitieron en marzo pasado una norma que exige que los pasajeros de 10 países musulmanes registren sus computadores portátiles y sus tabletas electrónicas grandes con el resto del equipaje que viaja en la bodega del avión.
La nueva medida se basó en informes de que los terroristas tratarían de meter en los aviones bombas ocultas en estos dispositivos electrónicos más grandes.
Esta medida de seguridad no tiene sentido por dos razones.
Primero: trasladar estos computadores a los compartimentos de equipaje implica que de todas formas van en el avión. Sí, es más fácil detonar una bomba en tus manos que activarla a distancia en el compartimento de carga. Pero también es más efectivo revisar las laptops en los puntos de revisión que registrarlas con el resto del equipaje.
La Administración de Seguridad en el Transporte de Estados Unidos (TSA, por sus siglas en inglés) ocasionalmente lleva a cabo esta clase de revisiones aleatorias: les piden a los pasajeros que entreguen sus computadores para asegurarse de que funcionen y que no sean meros contenedores de bombas; también llevan a cabo pruebas químicas en su superficie para detectar materiales explosivos.
Segundo: prohibir el transporte de computadores portátiles en ciertos vuelos simplemente obliga a los terroristas a viajar en rutas menos directas. No se necesita mucha creatividad para volar de Doha a Ámsterdam y de ahí a Nueva York en vez de tomar un vuelo directo. Agregar a Ámsterdam a la lista de aeropuertos afectados solo obliga al terrorista a hacer otro cambio a su itinerario, pero no elimina la amenaza.
Esto suscita otra pregunta: si esta es una amenaza auténtica, ¿por qué no se incluyen los vuelos nacionales en la prohibición? Recordemos que cualquier persona que aborde un avión hacia Estados Unidos en estos países musulmanes ya tiene una visa para entrar al país.
Esta seguridad no es perfecta (el infame terrorista de la bomba en la ropa interior tenía una visa), pero cualquier persona que pueda detonar una bomba en un vuelo internacional podría hacerlo en su vuelo de conexión en Estados Unidos.
No tengo acceso a información de inteligencia confidencial y no puedo opinar respecto a si las laptops llenas de explosivos son una amenaza auténtica. Pero si lo son, la TSA puede llevar a cabo revisiones de seguridad adicionales en las puertas de abordaje de los vuelos con destino a Estados Unidos en los aeropuertos de todo el mundo y revisar todas las que vayan en el avión.
No sería la primera vez que haya una revisión de seguridad adicional en la puerta de abordaje. También deberían exigir que todas las laptops se sujeten a revisión y debería prohibirse que se oculten en el equipaje registrado que viaja en la bodega del avión.
Esta medida no es más que una puesta en escena ante algo que parece una amenaza salida de una película.
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Desterrar a los computadores portátiles al compartimento de carga conlleva otra serie de amenazas. Los pasajeros corren el riesgo de que les roben sus aparatos electrónicos, algo que ya ha pasado. Además, dependiendo del país, los pasajeros también tendrían que preocuparse de que los agentes de inmigración intercepten las laptops documentadas y copien el contenido de sus discos duros.
La seguridad es otra de las inquietudes. Ya nos preocupa que las baterías grandes de ion de litio se incendien en los compartimentos de equipaje de los aviones; si se agregan unos cientos de dispositivos, el riesgo se exacerbará considerablemente.
Tanto FedEx como UPS dejaron de aceptar envíos grandes de baterías de este tipo luego de que dos de sus aviones se estrellaran en el 2010 y el 2011 por un incendio. Desde luego, los pasajeros se rebelarán ante esta regla.
Tener acceso a un computador durante estos largos viajes transatlánticos es una necesidad para muchos viajeros, particularmente para los de clase ejecutiva y de altos ingresos. Tampoco aceptarán los retrasos y la confusión que esta norma causará cuando empiece a implementarse. Los pasajeros descontentos vuelan menos o vuelan en otras rutas u otras aerolíneas que no tengan estas restricciones.
No sé cuántos pasajeros han optado por volar a Medio Oriente por Toronto para evitar la actual prohibición a los aparatos electrónicos grandes, pero sospecho que son varios. Si incluyen a Europa en la nueva prohibición, muchos pasajeros más considerarán agregar a Canadá a su itinerario, así como elegir centros de distribución europeos que no estén afectados.
Cuando los pasajeros manifiesten su descontento dejando de comprar boletos, las aerolíneas se rebelarán. Emirates Airlines ya tiene un programa de préstamo de laptops para sus clientes de mayor categoría.
Imagino que las aerolíneas estadounidenses harán lo mismo, aunque probablemente cobren un pago adicional. Tal vez aprendamos a vivir con esto: mantendremos nuestra información en la nube o en memorias portátiles y usaremos computadores desconocidos durante el vuelo.
Es más probable que la reacción se compare con lo que ocurrió luego de que el gobierno estadounidense intensificó las revisiones después de los ataques del 11 de septiembre del 2001. En los meses y años que siguieron se implementaron diferentes medidas para que los viajeros de altos ingresos evitaran hacer fila: filas de primera clase más rápidas, programas de viajero confiable con costo adicional que permiten que la gente se salte las largas filas, que no tenga que quitarse los zapatos y que no tenga que sacar sus laptops ni los líquidos de sus bolsos.
Es una mala idea en lo que concierne a la seguridad, pero mantiene contentos tanto a pasajeros frecuentes como a aerolíneas. Permitir que estas personas conserven sus aparatos electrónicos consigo durante el vuelo sería simplemente un paso más.
El problema de esta respuesta es que resuelve el problema de los viajeros frecuentes, pero los demás tienen que sufrir. Y así es: quienes estamos inscritos en un programa de viajero confiable olvidamos lo que es pasar por las revisiones de seguridad “normales”. Como los viajeros frecuentes (que probablemente son más ricos) ya no ven el problema, no tienen incentivo para resolverlo.
Diferenciar las revisiones de seguridad entre pobres y ricos es una mala práctica social y deberíamos combatir activamente toda expansión de esta medida. Si la TSA implementara este procedimiento de seguridad, debería implementarlo para todos los vuelos. Sin excepciones. Obligar a todos los viajeros que tienen conexiones políticas, tanto legisladores como lobbistas que tienen influencia sobre ellos, a vivir sin su laptop en el avión.
Dejemos que la TSA les explique por qué no pueden trabajar en su vuelo desde y hacia Washington.