Nota del editor: Anushay Hossain es una escritora y personalidad de los medios residenciada en Washington. Para más detalles, visite AnushaysPoint.com. Las opiniones en este artículo son de su propia responsabilidad.
(CNN) – El primer viaje importante de Donald Trump al extranjero puede estar lleno de minas diplomáticas para el presidente, pero el gobierno de Trump puede por lo menos consolarse con el claro éxito que Melania Trump ha tenido con la prensa saudita.
El hecho de que Melania se comunique con los medios de comunicación y el público en Arabia Saudita (principalmente a través de lo que los informes de noticias saudíes han considerado sus opciones de moda “elegante y conservadora”) funciona muy bien en un reino notoriamente antifemenino. Su intenso encanto tiene sentido, considerando que la primera dama representa muchas cosas con las que los ciudadanos saudíes se sienten identificados y pueden relacionarlo, especialmente de forma visual. Melania camina detrás de su marido, es tranquila y reservada, no hace demandas obvias (al menos no las que podamos oír), y lo más importante, se ve hermosa y pulida.
Eso no debería sorprendernos, sabiendo con quién está casada Melania. Después de todo, tanto al gobierno saudí como a Donald Trump les gusta el mismo patrón de comportamiento femenino (o por lo menos como se le ha oído a Trump). Ambos prefieren más que las mujeres se vean bien en las fotos, pero que no ocupen posiciones reales de poder.
El esposo de Melania y el gobierno saudita también conocen y comprenden el poder y el valor de una buena oportunidad para tomar fotos. De hecho, las oportunidades fantásticas de fotos son algo que el reino valora y es hipersensible, especialmente las que van a ser vistas alrededor del mundo.
Para ellos, Melania Trump estaba perfectamente armonizada con su traje de Stella McCartney negro y con el cinturón de oro dorado. Melania proyectó una imagen glamorosa para un país donde las mujeres viven bajo tutela masculina, no pueden conducir, todavía no tienen el voto completo, y no pueden viajar o buscar atención médica sin permiso masculino.
La prensa saudita también apreció la defensa de parte de Melania e Ivanka Trump de la luz del feminismo del reino, también conocido por algunos como “falso feminismo” (la misma marca de derechos de la mujer que a Donald Trump le gusta promover) durante visitas hechas por ambas a empresas con dirección femenina. Esas visitas, que Ivanka y Melania hicieron por separado, proyectan una falsa narrativa de un gobierno comprometido con el avance de los derechos de las mujeres.
Aunque mucho se ha dicho acerca de que la primera dama y la primera hija no se hayan puesto el velo, esa elección no es asunto tan grave. Angela Merkel, Theresa May y Michelle Obama no se lo pusieron mientras visitaban Arabia Saudita, pero Donald Trump atacó a Michelle Obama por insultar a la “cultura saudita” mostrando su pelo, algo que su esposa e hija acabaron de hacer.
A pesar de que una versión mucho más estricta de la cobertura islámica es requerida por ley para las mujeres sauditas, las esposas y los miembros femeninos de la familia de dignatarios extranjeros no tienen que acatarla. Era cierto cuando Donald Trump criticó a Michelle Obama por no usar el velo, y todavía lo es ahora que Melania e Ivanka han seguido el ejemplo.
El velo debe ser la menor de las preocupaciones de la familia Trump, porque la prensa saudita ha abrazado a Melania (y en menor medida a Ivanka) por hacer básicamente por el reino lo que hacen por Donald Trump: proporcionar la cobertura perfecta para la misoginia y tiranía por ser bella, equilibrada y muchas veces silenciosa.
En Melania, la prensa y el gobierno saudita encontraron a la portavoz perfecta, que proyecta una imagen glamorosa que glosa sobre uno de los regímenes más autocráticos y opresivos del mundo.
¿Qué de esto no para de amar?