(CNN) – Los viajes largos en tren son inevitablemente románticos. Se trata de la travesía. El destino es irrelevante y la distancia se convierte en un aliado.
Todo ello hace que viajar en el Belmond Andean Explorer sea muy emocionante.
Cruzando la espina dorsal de los Andes peruanos, a más de 3.650 metros del nivel del mar, entre las ciudades de Cusco, Puno y Arequipa, por tres días y 734 kilómetros para un solo trayecto, este es el primer tren de lujo de Suramérica.
Es la versión del Nuevo Mundo del Orient Express en Europa, aventura y champaña en el techo del mundo.
FOTOS | Un recorrido por Perú abordo del único tren de lujo de Suramérica
Todos a bordo
El tren mismo, un trasplante de una antigua línea de lujo en Australia que fue renovado por completo, evoca una vieja época de exploración.
Sus elegantes habitaciones, como apartamentos Art Deco en miniatura, tienen ventanas idílicas para ver pasar el mundo durante el recorrido.
Y los detalles de época están por todas partes: filigrana de plata pulida en las paredes, un piano de cola, rieles de hierro fundido (que puedes ver desde el vagón de observación al aire libre, ideal para relajarte y sentir la brisa de los Andes).
Pero también está lleno de encanto latino: textiles hechos a mano en brillantes patrones Incas, una banda local que se nos une en la última noche y nos pone a bailar bajo las estrellas.
Así como sus 24 habitaciones y su vagón de observación, el tren de 16 vagones también tiene un salón lounge, un bar y dos restaurantes, supervisados por el famoso chef peruano Diego Muñoz.
El plan, para finales de este año, es adecuar un vagón como spa.
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Cañón del Colca
Hay varias posibilidades distintas para el viaje. Mi plan fue abordar el tren a las afueras de Arequipa, su estación más al sur, y comenzar a escalar gradualmente los Andes, antes de volver a bajar para llegar a Cusco, en el norte, en una travesía que en total dura tres días.
Pero antes de embarcarme no pude resistirme a hacer una parada muy importante.
A tres horas de camino por carretera desde Arequipa está el Cañón del Colca, el segundo más grande del mundo, de más de 4.200 metros de altura, casi el doble que el Gran Cañón. Es un espectáculo imperdible.
Lago Titicaca
Al día siguiente me embarqué en las afueras de Arequipa, una ciudad con tres volcanes cubiertos de hielo a 5.500 metros de altura, para dirigirme a Puno, 305 kilómetros al este.
Pasamos a varios pastores con sus rebaños de alpacas, a niños que nos saludaban desde sus pueblos y cuevas con pinturas de más de 6.000 años de antigüedad. Vimos el atardecer en la laguna Lagunillas, mientras el chef nos preparaba un ceviche.
En la noche llegamos al Lago Titicaca, a 3.810 metros de altura, el lago navegable más alto del mundo. Al final del día tomamos un bote para ir a la isla de Taquile, donde nos recibió una tradicional comunidad quechua.
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Son las islas flotantes las que hacen del Lago Titicaca algo único.
Como si fueran una ciudad completa en medio del lago, las islas albergan a miles de personas que viven sobre unas plataformas hechas enteramente de cañas de totora.
La comunidad Uros que visitamos tienen su propia guardería flotante e incluso su campo de fútbol.
La Raya
Dejamos el Lago Titicaca, bajo una noche estrellada en los Andes, y nos despertamos en otro mundo. Las montañas del valle de La Raya son el punto más alto de la travesía, a 4.267 metros de altura. De faldas verdes se va a riscos oscuros.
Desde allí descendemos unos 160 kilómetros, pasamos las poco visitadas ruinas Incas de Raqchi y atravesamos el río Urubamba, flanqueado por fértiles campos de maíz y quínua morada.
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Cusco
Antes de que los españoles llegaran a Cusco, hacia 1530, Cusco era la capital del Imperio Inca y su genialidad está por todas partes.
Hay antiguos muros de piedras escarpadas que fueron alisadas y forman una especie de rompecabezas gigante que sirve de protección contra terremotos.
Las fuentes y los canales de agua que construyeron los Incas todavía funcionan hoy.
Caminando por una pendiente se llega a la ciudadela Sacsayhuaman. Hecha de enormes bloques de piedra caliza que rodean la ciudad, es una de las estructuras más grandes de su tipo que se hayan hecho en el mundo.
Machu Picchu y más allá
Cusco también es la puerta de Machu Picchu y el Valle Sagrado: terrazas Incas que cortan la ladera de una montaña, templos en ruinas en medio de la vegetación, por todas partes colores más brillantes que los de un manto Inca.
Quise acelerar el paso para llegar al próximo sitio pero de repente me acordé: se trata de la travesía, no del destino, de la champaña y la aventura en el techo del mundo.
Tal vez solo salte de nuevo a bordo del tren más lujoso de Suramérica y siga disfrutando del recorrido.
Aaron Millar es autor de 50 grandes maravillas del mundo.