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Un holgazán de un millón de dólares: familia recupera pintura robada hace 40 años
01:00 - Fuente: CNN

Nota del editor: Noah Charney es profesor de Historia del Arte y escritor. Las opiniones expresadas en este artículo son de su propia responsabilidad.

(CNN) – El mes pasado, el consejo del museo Isabella Stewart Gardner de Boston emitió una declaración según la cual duplicaría la recompensa por la devolución de las obras de arte robadas de sus instalaciones en 1990. Ahora están ofreciendo unos muy tentativos 10 millones de dólares, pero solamente hasta el 31 de diciembre.

Este es el último capítulo de una saga épica del mayor robo de arte en la historia de tiempos de paz. Trece obras de arte, valoradas en entre 300 y 500 millones de dólares (si se venden legítimamente en el mercado abierto) fueron sacadas del museo durante una ventana de 81 minutos en la noche luego de la fiesta del Día de San Patricio, en 1990. Pero mientras esta duplicación de la recompensa ha provocado titulares, es en mi opinión un acto más de frustración y desesperación que un signo de solución inminente.

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Cuando la recompensa original de cinco millones de dólares fue establecida, despertó muchas pistas potenciales, pero casi todas ellas daban en callejones sin salida. Numerosas teorías han girado en torno a quién estaba detrás de este crimen, porque seguramente era un sofisticado grupo de delincuencia organizada, algo más complejo que dos ladrones disfrazados de policías que entraron al museo engañando al personal de seguridad para que abriera la puerta sin consultar primero con el Departamento de Policía.

Los criminales se escaparon con obras como “La Tormenta en el Mar de Galilea” de Rembrandt, “Chez Tortoni”, de Manet y “El Concierto”, de Vermeer.

También fue un crimen complicado. Hubo detalles que sugirieron que los ladrones sabían exactamente lo que estaban buscando, que habían recibido instrucciones sobre qué robar. Eludieron algunas obras de igual o mayor valor (y tal vez más portátiles) que el arte que tomaron.

Siguiendo la pista

En el 2013, en el vigésimo tercer aniversario del robo, el FBI celebró una conferencia de prensa que pareció prometedora. Revelaron una nueva información considerada sensacional por los medios en ese momento.

Como profesor especializado en la historia de la delincuencia artística, tengo muchas preguntas sobre esto, el robo de arte de más alto perfil desde la sustracción de la Mona Lisa. Sé mucho sobre la telenovela que ha estado sucediendo detrás de cámaras durante muchos años, y sé cómo leer conferencias de prensa de la policía y ofertas de recompensa.

Aunque la conferencia de prensa fue interesante para actualizar al público en general, los que tenemos conocimiento hemos sido conscientes de todo lo que se reveló, y por algún tiempo. En la conferencia de prensa, formulada en términos de un llamamiento para información, se reveló que las obras del Gardner parecen haber sido transportadas a través de Connecticut y Pensilvania, y se ofrecieron a la venta en Filadelfia.

Esta es una información útil, ya que algunos teóricos sugirieron que las obras fueron destruidas, o habían sido enviadas a Irlanda, por una vinculación del Ejército Republicano Irlandés (IRA, por sus siglas en inglés) con el robo.

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Que el arte haya sido ofrecido a la venta significa que no fue llevado inmediatamente a la sala secreta de algún Thomas Crown o un Doctor No (quien, en la primera película de James Bond, tiene un escondite decorado con copias de arte robado), y que las obras están donde las tengan. La formulación cuidadosa de la rueda de prensa dio la impresión de que, si bien se habían logrado avances en el aprendizaje de algunos antecedentes, la investigación aparecía (al menos para mí) no estar tan cercana a la verdad. Se sabe mucho, pero no lo suficiente como para recuperar las obras.

Los riesgos de las recompensas

Desde hace años, impulsado por el deseo de gloria, porque el tesoro del Gardner es el Santo Grial para los detectives de arte, y probablemente por un saludable interés en la recompensa, varios investigadores destacados, además del FBI, han estado buscando pistas, y han dado pasos enormes.

Hay varios buenos libros escritos sobre todas las aristas del caso, pero el consenso general es este: los ladrones, y los que saben donde están escondidas las obras, están muertos. Queda por ver si alguien aún vivo sabe el escondite del botín. Eso es lo que la recompensa, y los intentos cada vez mayores de despertar el interés público, apuntan a hacer.

Las recompensas en el mundo del robo de arte son armas de doble filo. Pueden funcionar bien o lastimar al manipulador.

En el 2008, un robo de estatuas de oro del Museo de Antropología de la Universidad de Columbia Británica se resolvió gracias a que la junta del museo publicó una recompensa que era superior al valor de la materia prima del oro robado. Los ladrones pudieron haber intentado inicialmente derretir su botín, borrando así la evidencia. Pero el atractivo de la recompensa llevó a que la policía los atrapara.

Por otro lado, las recompensas pueden hacer que todo fracase. En 1975, 28 pinturas fueron robadas de la Galería de Arte Moderno de Milán. Una recompensa fue ofrecida, las pinturas fueron devueltas (por asociados de los ladrones) y pagadas (a los mismos) y las obras fueron puestas de nuevo en exhibición. En cuestión de meses, ladrones volvieron a entrar y robaron 35 obras, incluyendo muchas de las mismas pinturas. Era probable que los mismos ladrones se sumergieran en el mismo pozo dos veces. Los frutos de este segundo robo nunca han sido recuperados.

También está el complicado tema de cómo intercambiar el arte robado por la recompensa sin conceder amnistía ilegal a los ladrones, y sin parecer que se paga un rescate, lo que es ilegal en muchos países.

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Por lo tanto, ¿el señuelo de los diez millones de dólares, y la ventana de las oportunidades, darán resultados cuando una recompensa por la mitad no reportó nada tangible? Cualquiera, aparte de los propios ladrones, es elegible para la recompensa completa, pero sólo si los 13 objetos son devueltos en condiciones aceptables.

La respuesta es probablemente no. Cinco millones de dólares es ya una recompensa muy robusta, más grande que la ganancia que los ladrones puedan obtener por las famosas obras en el mercado negro (donde los expertos estiman que el arte robado, si es que se puede encontrar a un comprador, tiene un valor de entre el 7 y el 10% de su monto estimado de subasta legítima, con obras más famosas casi imposibles de vender), por lo que doblar la recompensa no proporciona repentinamente un incentivo que antes había estado ausente.

No tengo ninguna duda de que las obras finalmente serán halladas. Pero será una cuestión de suerte, de tropezar con su escondite en algún punto desconocido en el futuro, de pincharse accidentalmente mientras se revisa un pajar, para encontrar así la aguja perdida.