(CNN) – En la primera hora del testimonio del exdirector del FBI James Comey en el Capitolio sobre la naturaleza y los detalles de su relación con el presidente Donald Trump, Comey llamó al presidente un “mentiroso” dos veces.
En sus palabras de apertura, Comey mostró su ira ante la caracterización que Trump hizo de él como un personaje impopular en el FBI, así como frente a la idea de que la oficina estaba desorganizada y caótica.
“Eran mentiras. Llanas y simples”, dijo Comey en tono seco.
Luego, cuando el vicepresidente del Comité de Inteligencia, Mark Warner, le preguntó por qué sentía la necesidad de documentar sus reuniones con Trump cuando no hizo lo mismo con los expresidentes, Comey respondió: “Estaba honestamente preocupado de que mintiera sobre la naturaleza de nuestra reunión”.
En la segunda hora de las audiencias y mientras estaba siendo interrogado por el senador Angus King de Maine, Comey disputó directamente otras tres declaraciones de Trump:
Que Comey había buscado la reunión del 14 de febrero con Trump para pedirle que lo dejara quedarse como director del FBI.
Que Comey llamó a Trump por el teléfono.
La afirmación de Trump de “No, no. Siguiente pregunta” sobre si le había pedido a Comey que abandonara la investigación de Flynn.
Lo que estás viendo es a un exdirector del FBI llamando al presidente mentiroso en repetidas ocasiones y reconociendo que sus preocupaciones sobre la voluntad de Trump de doblar (o romper) la verdad lo llevaron a documentar repetidamente sus interacciones.
Esas son cosas impresionantes.
Esto es Washington. Los políticos -y esos miembros de siempre del remolino político como Comey- preferirían cortarse un dedo antes de decir que otro político es un mentiros. Y, sin embargo, Comey lo hizo cinco veces.
Eso es muy importante y no sólo habla de la relación fracturada entre Trump y Comey, sino también de la notable no convencionalidad de Trump y de las maneras en que la extrañeza de su enfoque de la presidencia afecta a los demás a su alrededor.