(CNNEspañol) – Johana Milena Ospina Torres salía de Colombia para su despedida de soltera, pero por una confusión de la justicia, terminó en prisión acusada de secuestro extorsivo.
Ospina Torres viajaba a Curaçao a finales de mayo con otras siete amigas para celebrar esta ocasión.
Pero justo antes de tomar su vuelo, su destino final cambió y en vez de disfrutar de las aguas cristalinas de las playas del Caribe, esta mujer terminó en una celda pues según afirma la habrían confundido con una guerrillera, según le contó a CNN en Español.
“¿Pasa algo?”, le preguntó ella al funcionario de Migración del Aeropuerto Internacional El Dorado de Bogotá el pasado sábado 27 de mayo justo después del medio día. La persona que recibió su pasaporte y el de sus otras cuatro amigas le preguntó su nombre y verificó insistentemente los datos.
“Yo le digo que sí, que todo es correcto”, recuerda Ospina Torres, una ingeniera civil que trabaja en una firma en la capital colombiana . “Él me dice que todo es muy raro porque me aparece una orden de captura a su nombre por secuestro extorsivo”.
Después de ser trasladada por varios puntos de la ciudad para verificar la orden de captura, uno de los policías que la acompañaba le anunció: “Me va tocar capturarla”, le dijo.
“No validaron las huellas, ni la foto porque eso no lo hacen ellos. Vamos a una tienda que está en frente de la estación y en la tienda él me lee los derechos de una persona que capturan, tal como lo ve uno en televisión ‘tiene derecho a guardar silencio’”.
Lo que se suponía que iba a ser solucionado en dos horas, se convertiría en un viacrucis de once días privada de su libertad.
Una homónima
La orden de captura en contra de Johana Milena Ospina Torres había sido emitida el 1 de febrero de 2017 en un juzgado de Medellín, a unos 400 kilómetros al noroeste de Bogotá, según le contó ella a este medio.
Dice que cuando el caso se abrió en 2002 la persona sindicada estaba indocumentada y en el expediente aparecía el nombre ‘Johana Milena Ospina’, así, sin segundo apellido, sin número de cédula y sin foto para identificarla.
Pero “en algún momento”, dice ella, el caso se reabrió y la presunta culpable pasó a ser ‘Johana Milena Ospina Torres’, esta vez con segundo apellido, con su mismo número de cédula y fecha de nacimiento. Una mezcla de datos, explica, de la que no conoce más información.
Pero un error en la orden de captura jugó a su favor: el nombre de los padres en el papel no coincidía con los de ella y además, la persona que supuestamente había cometido el delito, vivía en otra ciudad en la que ella nunca ha vivido, cuenta.
“Me doy cuenta cuando dice ‘padres’… ¿Carlos, Marta?, ellos no son mis papás, y la dirección del domicilio es de una persona que vive en Medellín”, cuenta.
Pasó el fin de semana detenida en una estación de policía.
Para ese momento sus amigas, que antes bromeaban diciendo que iban a viajar a la despedida de soltera sin la novia, estaban en Curaçao esperando que Ospina Torres pudiera abordar el siguiente vuelo… o el siguiente, o el siguiente. Pero el momento nunca llegó.
Al contrario, la remitieron a una oficina de la Defensoría para explicar su caso; su abogado presentó un recurso de Habeas Corpus —que es una petición para legalizar la captura de un individuo en 36 horas, de lo contrario debe salir libre—, pero también se lo negaron. El proceso debía seguir.
CNN en Español se comunicó con el Juzgado Tercero Penal del Circuito Especializado de Medellín, de donde salió la orden de captura, para obtener un comentario sobre el caso, pero fue remitido al Consejo Superior de la Judicatura en Bogotá, que supuestamente había emitido un comunicado sobre el caso. La oficina de comunicaciones de esa entidad le dijo a este medio que la judicatura no se había pronunciado al respecto y que a quien le correspondía pronunciarse es a la Fiscalía, que fue la institución encargada de pedir la orden de captura.
La oficina de comunicaciones de la Fiscalía en Bogotá le dijo a CNN en Español que no se iba a referir al caso, pues la policía fue la autoridad encargada de su captura en el aeropuerto de Bogotá.
En el momento de su captura la policía le dijo a Ospina Torres que seguían órdenes de una orden de captura, que fue emitida por el Juzgado Tercero Penal del Circuito, la misma entidad que el 2 de junio ordenó su libertad.
Traslado a la cárcel Buen Pastor
Era miércoles y la situación de Ospina empeoraba. Un juzgado de Medellín ratificó la orden de captura y le avisaron que al día siguiente sería trasladada a la prisión de mujeres de Bogotá El Buen Pastor.
“Ese momento fue muy duro”, recuerda.
“Empecé a llorar, desconsolada; decía ¡cómo puede ser que un juez valide una orden de captura! ¿Con qué información lo está haciendo si no soy esa persona?”, añade.
Lloró media hora, una hora, recuerda. Imaginaba todo lo que le esperaba en prisión, siguiendo los clichés de la televisión: que la iban a robar, a golpear, o que tal vez que su situación no se iba a solucionar y al final tendría que pasar encerrada injustamente meses, tal vez años.
En Colombia, el delito de secuestro extorsivo está tipificado en el código penal y puede acarrear una pena de prisión de entre 18 y 28 años y una multa de hasta un millón de dólares.
Mientras subía a su celda, ubicada en el cuarto piso, no podía caminar porque no paraba de llorar, cuenta. Entró a su celda, lanzó adentro una bolsa con las pocas pertenencias que llevaba y siguió llorando.
Un grupo de mujeres la rodeó y la confortó. Una reclusa la tomó del brazo, la consoló, le dijo que allí no le iba a pasar nada y entre todas la calmaron.
“Tengo la buena suerte de entre toda esta pesadilla haber encontrado un lugar y personas con un corazón increíble que me hicieron la estadía muy tranquila”, recuerda.
Paradójicamente la primera noche durmió bien, pues llevaba varios días sin descansar luego del choque inicial. Su roomate, como llama ella a su compañera de celda, y las otras reclusas, hicieron su estadía en ese lugar mucho más fácil, dice ella.
“Se empieza a sentir esa buena energía… es un poco curioso pensar que hay tan buena energía en ese lugar”, dice.
El mismo viernes le concedieron la salida, pero no fue sino hasta el martes 6 de junio, 11 días después de haber sido capturada, que pudo recuperar su libertad por trámites administrativos. Ella sigue vinculada al caso, pero en libertad.
Lucha por las injusticias
Ospina dice que no haber ido a su despedida de soltera es lo que menos le importa pues tras esa experiencia lo que más la marcó fue ver cómo hay muchísimas más mujeres que como ella están encerradas por una injusticia pero no han podido salir.
“Muchas de las [mujeres] que están allá cometen un error y tienen un castigo, pero cuando salen van a tener muchas menos oportunidades de las que tenían antes”, reflexiona.
“Adicional a eso van a tener un corazón lleno de venganza y resentimiento, porque allí no te tratan de la mejor manera, entonces no sé al final qué esté haciendo la justicia o qué hacemos como sociedad para ayudar a re socializar un poco a las personas que lo necesitan”, agrega, haciendo un llamado a la acción para ayudar a muchas otras personas, que como ella, sufren en carne propia los errores de la justicia… o de la injusticia.
Sus planes de bodas siguen en pie. Se casará el próximo 22 de julio —“si consigo un cura”, bromea sonriente.
Mientras tanto, sus amigas y ella planean nuevamente dónde celebrar su despedida de soltera.
“Estamos pensando qué despedida nos inventamos que no implique salir del país y subirnos en un avión… A ver si llego al 22 de julio y ya”, puntualiza.