Nota del editor: Julian Zelizer es profesor de Historia y Asuntos Públicos en la Universidad de Princeton y miembro de New America. Ha escrito los libros ‘Jimmy Carter’ y ‘The Fierce Urgency of Now: Lyndon Johnson, Congress, and the Battle for the Great Society’. Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad del autor.
(CNN) – Cuando el presidente Donald Trump entre en la cumbre anual del G20, esta semana, comenzará un importante diálogo sobre una serie de cuestiones cruciales que van desde la regulación financiera hasta el comercio y la inmigración.
Las reuniones, que el G20 lleva realizando desde 1999, involucran conversaciones con todos los líderes de este grupo poderoso, así como discusiones paralelas entre líderes particulares centrándose en los desafíos que enfrentan sus respectivas naciones y las tensiones que existen entre ellos. Las más esperadas, esta vez, son las posibles interacciones entre los presidentes Donald Trump y Vladimir Putin.
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Pero Trump llega a esta cumbre con Estados Unidos en una posición mucho más débil que cuando comenzó su presidencia. El presidente, quien se enorgullece de hacer de nuevo grande a Estados Unidos, lleva consigo un conjunto de responsabilidades que le dificultarán persuadir a otros en esta crucial reunión en Hamburgo (Alemania), para escuchar sus recomendaciones o temer sus amenazas, a pesar de todo el poder económico y militar que Estados Unidos trae a la mesa.
Malestar de las redes sociales
Empecemos con los tuits. Dejando a un lado el contenido específico de las explosiones recientes del teléfono inteligente de la Oficina Oval, las actuales tormentas del presidente en Twitter hacen que todos los líderes se sientan incómodos.
Los jefes de gobierno de la mayoría de las naciones prefieren cierta previsibilidad y decoro de parte de otros jefes de Estado. Tener entre una de las personas más poderosas en la sala a alguien que esté dispuesto a publicar declaraciones explosivas y polémicas a través de las redes sociales, entre ellos los ataques personales desagradables o un video editado en el que se le ve agrediendo físicamente a los medios de comunicación, no le ofrece mucha credibilidad a los líderes del G20 sobre cómo manejará sus deliberaciones con ellos.
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Todo el mundo sabe que es posible que la próxima tormenta tuitera sea sobre ellos o que algunas de las conversaciones que no estaban destinadas a una audiencia de masas podrían convertirse en públicas, gracias a la potencial indiscreción del propio presidente Trump. Dada su disposición a estirar la verdad o decir cosas abiertamente falsas, esto crea condiciones menos que ideales para la negociación.
Los ignorados acuerdos internacionales
Pero esto no es sólo sobre Twitter. El presidente ha continuamente martillado los acuerdos internacionales que involucran a la mayoría de los líderes en la cumbre. Su decisión de retirarse del acuerdo climático de París fue devastadora, ya que muchos de los actores clave en la sala, incluida Alemania, apoyan firmemente este compromiso de frenar el calentamiento global.
Su anuncio fue visto como un excelente ejemplo del tipo de unilateralismo conservador que temen también que barra en sus propios continentes. La decisión del presidente de decir simplemente que no, y luego afirmar que habría una posibilidad de renegociación, causó enormes murmullos.
Trump ha hecho lo mismo con sus ataques contra los acuerdos de libre comercio, un principio que ha sido un objetivo central para muchas de las negociaciones nacionales.
Dado que la mayoría de los participantes está trabajando en lograr marcos de acuerdo sobre todas estas cuestiones, Trump se destaca como lo hace un toro en una tienda de porcelanas, alguien a quien simplemente no le creen. “Quien crea que puede resolver problemas a través del aislamiento y el proteccionismo está cometiendo un grave error”, dijo la canciller alemana Angela Merkel. “El mundo se ha vuelto menos unido. La discordia es obvia y sería deshonesto tapar ese conflicto”.
Problemas en casa
El fracaso del gobierno Trump de conseguir la aprobación de cualquier legislación importante en el país desde su toma de posesión y sus continuas calificaciones de baja aprobación (a pesar del fuerte apoyo de su base) también lo hacen más débil en el extranjero.
Históricamente, los líderes extranjeros prestan mucha atención a la posición interna de un presidente para medir si puede cumplir compromisos creíbles o seguir adelante con amenazas más duras. Uno de los factores que puso al presidente Richard Nixon en una posición fuerte para perseguir la distensión, una serie de medidas destinadas a aliviar las tensiones entre Estados Unidos y la Unión Soviética, así como China, fue que creó una fuerte coalición política tras las elecciones de 1968 que se vio en el movimiento de la legislación y las políticas foráneas en sus primeros años en el cargo.
En la situación actual, especialmente a raíz del fiasco en el sistema de salud, hay razones más que suficientes para que otros líderes en la cumbre duden si Trump tiene la capacidad de movilizar realmente el apoyo a cualquier acuerdo una vez que regrese a Estados Unidos.
Luego está la investigación sobre Rusia, que continúa colgando como una nube sobre este Gobierno. La investigación tiene dos efectos en el extranjero. Al igual que los tuits, simplemente se suma a la sensación de inestabilidad que plaga la presidencia de Trump. De la misma manera que muchos líderes no confían mucho en lo que el presidente hará o dirá en los próximos días, ellos, como los republicanos en el Capitolio, observan nerviosos cuál será la próxima bomba en la investigación, si es que hay una.
Es más, la investigación afecta directamente a la capacidad de Trump para ser lo más eficaz posible en el trato con Rusia, nación central en un número de frentes militares y diplomáticos, desde Ucrania hasta Siria. Cada conversación que el presidente tenga sobre Rusia está contaminada en la mente de muchos funcionarios, que se preguntan si esto tiene que ver con las investigaciones.
Incluso si el presidente y su equipo tuvieran serias ambiciones para lograr una especie de distensión con Rusia con el fin de romper algunos de los bloqueos que existen en el exterior en este momento, esos esfuerzos serán difíciles y muchos legisladores (en ambos partidos) no estarán dispuestos a darle a él o a Putin el beneficio de la duda de que son posibles relaciones más productivas.
El secretario de Estado, Rex Tillerson, ofreció un recordatorio de que el Departamento de Estado, cuya fortaleza históricamente ha sido esencial para que los presidentes tengan éxito en el extranjero, está bajo asedio de la Casa Blanca. Según CNN, Tillerson habría advertido a un alto funcionario de la Casa Blanca acerca de la necesidad de dejar que su Departamento permaneciera independiente en la contratación de personal y de derribar a los candidatos propuestos después de meses en los que este Ministerio ha estado muy poco provisto de personal. Sin la experiencia del Departamento de Estado, necesaria para que el presidente prepare y participe en discusiones como las que tienen lugar en Alemania, Estados Unidos comienza las negociaciones con las manos atadas a la espalda.
Impacto de los primeros meses de la presidencia de Trump
Los costos del estilo de gobierno de Trump se han vuelto más claros en las últimas semanas. A pesar de la continua cantinela de algunos de los expertos según los cuales esa base todavía lo ama, por lo que la situación no es tan mala como parece, Trump ya ha hecho mucho para dañar a Estados Unidos tanto a nivel nacional como internacional.
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Hemos tenido la suerte de que todavía no ha habido una gran crisis internacional o un gran ataque terrorista en Estados Unidos, ya que hay serias preocupaciones sobre si Trump sería capaz de responder con eficacia.
La semana pasada, los republicanos fueron testigos de cómo sus planes de sistema de salud fueron menoscabados en lugar de ser apoyados por Trump. Esta semana, mientras entra en la cumbre con menos influencia de lo que probablemente tendría otro presidente, los ciudadanos ven algunos de los costos en el extranjero que han resultado de sus debilidades y fracasos políticos.