Nota del editor: John Vidale, sismólogo, es profesor en la Universidad del Sur de California y director del Centro de Terremotos del Sur de California. Puedes seguirlo en Twitter como @seismoguy. Las opiniones en este artículo son de su propia responsabilidad.
(CNN) – Otro mortal sismo golpeó en las profundidades de México.
Poco después del mediodía del martes, un sismo sacudió violentamente el área alrededor de la Ciudad de México, derrumbando números edificios hasta el polvo, matando a más de 200 personas. El mayor impacto fue en la densamente poblada Ciudad de México, pero la sacudida fue aún mayor en Puebla, cerca del epicentro.
La energía de la sacudida fue generada en la fuente del sismo, a 48 kilómetros de profundidad, durante 20 segundos, pero las ondas retumbaron durante más tiempo, más de un minuto o dos, en la montaña y los valles.
Las placas tectónicas fueron el motor de la sacudida, como ocurre en todos los grandes sismos. A lo largo de la costa de México, la placa de Cocos se desliza debajo de la placa Norteamericana, moviéndose cerca de 7 centímetros por año. El sismo del martes, no obstante, fue causado por el arrugamiento que se originó de la flexión hacia abajo de la parte hundida de la placa de Cocos, y o directamente por el deslizamiento entre las placas.
Un sismo de profundidad similar pero de una mayor magnitud, 8,1, golpeó hace dos semanas, también por el arrugamiento de la placa de Cocos. Impactó México a 640 kilómetros al sureste y en el mar, no lejos de Guatemala, y acabó con la vida de docenas de personas. No queda inmediatamente claro si el sismo de este martes fue disparado por el anterior o si no está relacionado. Usualmente las réplicas no ocurren con tanto tiempo de diferencia.
En la historia de los terremotos en México, el del martes coincidió con el 32 aniversario del sismo de 1985 en Michoacán, que resultó en miles de muertes. El sismo de 1985 fue el gran terremoto más habitual que rompe el límite entre las placas, y causó gran devastación en la Ciudad de México, a pesar de haberse registrado a 160 kilómetros.
El centro de la Ciudad de México es notoriamente vulnerable debido al terreno suave y húmedo que hay debajo. El terreno amplifica la sacudida como gelatina en un plato, y es propenso a la licuefacción, que es la habilidad de transformar el lodo en un líquido denso cuando está suficientemente revuelto. En el gran sismo de 1985, muchos grandes edificios resultaron destruidos, y el del martes fue otro golpe principalmente a las construcciones más viejas y con estructuras menos sólidas.
La solución para la devastación de los sismos es bien sabida – arreglar los viejos edificios y mejorar los métodos de construcción – y demasiado compleja y cara para lograr en menos de varias décadas. México ha aprendido a lidiar con este problema de la forma más difícil. La costa del Pacífico es el límite de una placa grande y de rápido movimiento (equivalente a lo rápido que crecen las uñas, en términos de velocidad de placas tectónicas), sufriendo a menudo fuertes y largos sismos.
Desde 1900, han habido 34 terremotos de magnitud mayor a 7 dentro de un rango de 480 km de donde fue el sismo del martes. El saldo de muertos del terremoto del martes indica que aún queda mucho por hacer.
Afortunadamente, México ha construido un sistema de “alerta sísmica temprana” para reducir la tragedia. El sistema detecta movimientos muy cerca del epicentro, y envía la advertencia de caos inminente antes de la sacudida. Al menos algunas personas e instalaciones frágiles tienen un poco de tiempo para comunicarse y prepararse.
Los reportes iniciales indican que el sistema funcionó el martes. Irónicamente, Estados Unidos no cuenta con sistema similar, pero está tratando de construir uno. Si el gobierno sigue considerando que vale la pena, Estados Unidos también tendrá su alerta sísmica en pocos años.