(CNN) – Nuestras comidas rápidas favoritas realmente pueden llegar a ser un problema, según un informe publicado este miércoles. Y no, no es sólo por las calorías extra.
El reporte evaluó el uso de antibióticos en las 25 cadenas más grandes de comida rápida en Estados Unidos.
Los resultados son toda una mezcla. Por tercer año consecutivo sólo dos restaurantes consiguieron la nota máxima, una A (según el sistema de calificación estadounidense): Chipotle Mexican Grill y Panera Bread. Aunque más compañías consiguieron aprobar en esta edición que en cualquier otra de las anteriores.
Sin embargo, 11 de las 25 marcas fallaron el examen (obtuvieron una F) por no tomar “acciones (discernibles) para reducir el uso de los antibióticos en sus cadenas de suministro”.
Además, nueve compañías ni siquiera respondieron a la encuesta, como el año pasado.
“Históricamente, estos medicamentos se les han suministrado a animales que no están enfermos, con el objetivo de acelerar el aumento de peso y prevenir enfermedades en condiciones insalubres y de hacinamiento durante la producción industrial de animales”, escribieron los autores del estudio, quienes pertenecen a seis grupos de interés público como el Consejo de Defensa para los Recursos Naturales, la Unión de Consumidores y el Centro para la Seguridad Alimentaria.
Aunque las normativas y la presión de los consumidores han motivado a algunas cadenas a suspender el uso de antibióticos, a algunos expertos les preocupa que eso no sea suficiente para evitar el desarrollo de “superbacterias”. Es decir, bacterias que no puedan ser eliminadas con los medicamentos actuales. Y el problema es que dichos organismos se pueden colar en la carne que te estás comiendo y reproducirse.
“Si no controlamos en las bacterias este patrón de resistencia a los antibióticos, lo que veremos será medio siglo de progreso médico perdido”, aseveró Lena Brook, activista de políticas alimentarias del Consejo de Defensa para los Recursos Naturales. Brook ha participado como experta principal en todos los informes de estos tres últimos años.
A pesar de que casi la mitad de los restaurantes recibieron una mala calificación, para los autores hay una mejoría con respecto al año pasado, cuando 16 cadenas de comida rápida perdieron el examen.
“Es un cambio rápido que hemos visto en apenas unos pocos años y eso me deja con mucha esperanza”, apuntó Brook.
¿Quién perdió la prueba y quién no?
Un total de 14 cadenas de comida rápida obtuvieron calificaciones suficientes para aprobar el examen. Eso representa un aumento de nueve compañías respecto al año pasado. En 2015, sólo cinco consiguieron pasar la prueba.
“Sin embargo, es importante destacar que, si bien se ha logrado un progreso notable en reducir o incluso eliminar el uso de antibióticos médicamente importantes, este progreso ha ocurrido en gran medida dentro de la producción de pollos”, aclararon los autores.
De hecho, esta es la razón por la que Chipotle y Panera se mantienen por encima del resto: al asegurarse de que el cerdo y la res –además del pollo– sean criados sin antibióticos.
“Aunque estamos contentos de ver a otros en la industria seguir nuestro liderazgo en este importante tema, el informe revela que todavía hay mucho trabajo por hacer a lo largo de toda la industria”, sostuvo Chris Arnold, portavoz de Chipotle, a través de un correo electrónico.
El título de la cadena que más mejoró se lo llevó KFC, que pasó de obtener una calificación F a una B-. Esto, después de comprometerse a eliminar gradualmente los antibióticos “médicamente importantes” de su suministro de pollo para finales de 2018. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los antibióticos se consideran “médicamente importantes” por el uso que tienen en los humanos.
Por su parte, Subway obtuvo una B+ debido al trabajo que desempeñó en reducir el uso de antibióticos en aves y algunas carnes. Sin embargo, su plan para hacer lo mismo con la carne de cerdo y de res es a muy largo plazo. Eso evitó que le otorgaran una A, la máxima calificación.
Entre quienes fueron evaluados con B y C están Wendy’s, Taco Bell y Chick-fil-A. Todos tomaron medidas para reducir los antibióticos en su pollo.
McDonald’s también consiguió una C+, igual que el año pasado. La compañía actualizó su política de “Visión para la Administración de Antibióticos” en agosto pasado, asegurando que planea reducir al mínimo el uso innecesario de antibióticos en todas las carnes de su suministro. Sin embargo, la cadena no fijó un periodo para hacerlo con las carnes de cerdo y de res, según el nuevo informe.
“Seguimos comprometidos con reducir significativamente el uso de antibióticos en la carne de cerdo y de res y compartiremos nuestro progreso sobre esta última en 2018”, señaló en un comunicado Marion Gross, vicepresidenta de la cadena de suministro de McDonald’s en Norteamérica.
A la que no le fue muy bien fue a Pizza Hut, que recibió una D+ por hacer “un esfuerzo simbólico”. Según los autores, creó políticas que afectan sólo una pequeña porción de su suministro de pollo. Starbucks se llevó la misma calificación, pues se comprometió a trabajar en el uso de antibióticos sólo para las aves y no para la carne de cerdo o de res.
La peor calificación entre las que aprobaron el examen fue para cuatro compañías: Burger King, Dunkin’ Donuts, Jack in the Box y Papa John’s. Estos restaurantes sólo se comprometieron a limitar el uso de antibióticos parcial o totalmente en las aves de su cadena de suministro. Sin embargo, los planes para lograrlo no quedaron claros o, como en el caso de Papa John’s, no fueron verificados por un auditor externo.
¿Y cuáles son las consecuencias de los antibióticos?
“La resistencia a los antibióticos es una de las mayores amenazas para la salud que enfrentamos hoy”, explicó Sanjay Gupta, jefe de los corresponsales médicos en CNN. “Hemos tomado demasiadas medicinas y el resultado es que ahora no funcionan como solían hacerlo”, insistió.
Cuando los animales reciben antibióticos, por lo general en su comida o agua, puede que muchas bacterias sean eliminadas. Pero también existe la posibilidad de que un puñado de ellas alberguen un gen que las hace resistentes a las medicinas. Esas bacterias pueden sobrevivir, multiplicarse y extenderse.
Literalmente. Estos organismos pueden “salir de las granjas”, señaló Brooks, “y encontrar su camino hacia las comunidades”. Incluso, pueden compartir sus genes con bacterias más débiles.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés) y la Organización Mundial de la Salud han insistido frecuentemente sobre la no tan lejana amenaza de la resistencia de los antibióticos para la salud pública.
Los CDC calculan que anualmente por lo menos 2 millones de estadounidenses contraen infecciones resistentes a los antibióticos y que, a causa de ello, unas 23.000 personas mueren todos los años.
Dichas infecciones suelen ser más largas, costosas y graves, según los CDC.
En un informe de 2014, la OMS advirtió: “Una era post-antibióticos, en la que infecciones y heridas leves puedan matar, está lejos de ser una fantasía apocalíptica. Es, de hecho, una posibilidad muy real en el siglo XXI”.
Pequeños avances
Aunque algunos expertos critican el uso rutinario de antibióticos, otros defienden la práctica. Su argumento es que estas medicinas desempeñan un rol importante, al mantener la salud animal y prevenir que un rebaño entero resulte infectado y sí requiera los antibióticos a futuro.
Para Brooks, las amplias diferencias entre las cadenas “apuntan a la necesidad real de que una política federal intervenga”.
La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) ha avanzado algunos pasos para limitar el uso de antibióticos en los animales de consumo.
Desde enero, los productores de medicamentos para animales no permiten que los antibióticos de importancia médica se prescriban únicamente para fines de crecimiento, según la FDA. Pero esta decisión deja abierta la posibilidad de que dichos fármacos puedan usarse para prevenir enfermedades de forma rutinaria, incluso cuando ningún animal esté enfermo, siempre que un veterinario los haya formulado.
La situación despertó críticas sobre que los esfuerzos de la FDA no eran suficientes.
“Aunque la FDA cree que el uso preventivo de los antimicrobianos en la agricultura animal puede ser importante en el manejo de las enfermedades animales, es crítico que tal uso sea juicioso”, señaló la entidad en un comunicado.
La FDA recomienda que estos fármacos sólo se suministren a los animales cuando ya “no hay alternativas razonables” para prevenir la enfermedad. Y eso no incluye que estos medicamentos sean administrados a “animales aparentemente sanos, en ausencia de información de que estuvieran realmente en riesgo de una enfermedad específica”, insistió la agencia.
La gran mayoría de los antibióticos utilizados en animales son las tetraciclinas, una clase que también incluye tratamientos para la clamidia, la enfermedad de Lyme y otros microbios nocivos en los seres humanos.
“Estas medicinas, en palabras claras, son realmente importantes para el funcionamiento de la medicina humana tal como la conocemos”, insistió Brook.
“Lo que más espero es que este (informe)… inspire a las empresas a hacer compromisos similares con mucha rapidez”, concluyó.
Ben Tinker y Puja Bhattacharjee, de CNN, contribuyeron con este informe.