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Nota del editor: Roberto Rave es politólogo con especialización y posgrado en negocios internacionales y comercio exterior de la Universidad Externado de Colombia y la Universidad Columbia de Nueva York. Con estudios en Management de la Universidad IESE de España y candidato a MBA de la Universidad de Miami. Es columnista del diario económico colombiano La República. Fue escogido por el Instituto Internacional Republicano como uno de los 40 jóvenes líderes más influyentes del continente. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas del autor.

(CNN) – Comprender al presidente Donald Trump desde Latinoamérica resulta complejo, como resulta también entender las nuevas dinámicas del poder en el mundo. Pasando por el Brexit en Inglaterra, la elección del joven Macron en Francia y la gran posibilidad de que el nuevo primer ministro de Austria sea el joven de 31 años Sebastián Kurtz, hasta remitirnos a Latinoamérica con experiencias como la victoria de Macri en Argentina y el inesperado triunfo del No en el plebiscito colombiano por el acuerdo con la guerrilla de las FARC.

Al respecto menciona acertadamente el escritor Moisses Naím en su libro El fin del poder que “el poder está sufriendo una transformación fundamental que no se ha reconocido ni comprendido lo suficiente. El poder se está degradando. En pocas palabras, el poder ya no es lo que era. En el siglo XXI, el poder es más fácil de adquirir, más difícil de utilizar y más fácil de perder. Desde las salas de juntas y las zonas de combate hasta el ciberespacio, las luchas de poder son tan intensas como lo han sido siempre pero cada vez dan menos resultados”.

Para entender desde América Latina la forma de gobierno de Trump, hace falta mirar tres temas desde los cuales podríamos dilucidar algunas conclusiones. En primer lugar, se resalta un endurecimiento en la postura hacia las migraciones. El muro en la frontera con México, la amenaza constante de deportaciones masivas, las afirmaciones en contra de algunos países islámicos y el intento del veto migratorio en contra de ellos son el reflejo de una radicalización respecto a los migrantes. Sin embargo, en los primeros meses de gobierno de Trump el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de EE.UU. (ICE, por sus siglas en inglés) ha realizado 130.277 deportaciones (del 22 de enero al 9 de septiembre), un 15 % menos que las deportaciones en el mismo periodo en 2016 (153.180 deportaciones del 24 de enero al 10 de septiembre), bajo el mandato de su antecesor Barack Obama, quien ante los medios sostenía una postura menos drástica.

En términos económicos el presidente de los Estados Unidos ha optado por el proteccionismo, esto aumentando los incentivos para las empresas que se radiquen en los Estados Unidos por medio de la disminución de los impuestos y las regulaciones. Su discurso ha sido contundente en contra aquellas empresas americanas que han buscado la disminución de costos localizándose en otras regiones. El proteccionismo también se ha visto en la renegociación de algunos tratados de libre comercio como el de México y Canadá con quien Estados Unidos tuvo déficit el año anterior por 63.200 millones de dólares y 12.100 millones de dólares respectivamente, según cifras de la oficina del representante comercial de la Presidencia de EE.UU.

Por este lado Latinoamérica se mantiene a salvo pues las balanzas de la mayoría de sus países son pronunciadamente deficitarias respecto a Estados Unidos. Esta acción en búsqueda de disminuir el déficit comercial está justificada por la cláusula Sección 232 del Acta de Expansión de Comercio de 1962 que permite iniciar controversias comerciales cuando las importaciones amenacen la seguridad nacional.

El tercer punto tiene que ver con el pulso geopolítico que el gobierno americano ha decidido retomar. Al respecto menciona el escritor español Rafael Bardaji en su artículo “Trump grande otra vez” que “Trump también tuvo palabras para Cuba y Venezuela. “Allí donde el socialismo o comunismo ha sido adoptado, sólo ha producido angustia, devastación y fracaso”. Quienes se aferran a ideologías desacreditadas, dijo, “sólo contribuyen al sufrimiento de la gente que vive bajo regímenes crueles”. Y como América está con quienes sufren esa clase de despotismo bárbaro, confirmó que no levantará las sanciones a Cuba.” El endurecimiento de las posturas de Estados Unidos en contra de los regímenes de la región latinoamericana y de las drogas es importante para evitar que estos males se sigan tomando la región y las acciones de Trump en otras latitudes son el reflejo de que es un presidente no solo de discurso sino también de acción.

Entender al presidente Trump es entender una novedad en la política estadounidense. Aunque algunos mandatarios americanos han surgido de familias empresariales, nunca antes había existido un presidente cuyo principal credencial profesional era ser empresario. Donald Trump ha tenido una ardua vida pública sin embargo sus años han sido dedicados netamente al mundo empresarial. Comprender esta particularidad es comprender también su forma de gobierno y sus desaciertos en la comunicación. Finalmente es importante resaltar que el recorte de Estados Unidos en la ayuda a Latinoamérica puede traducirse en muchas afirmaciones lo cierto es que la región debe ver en esto y en la actual crisis económica mundial una gran oportunidad para depender menos de las potencias y más de sus capacidades, de sus pueblos.