(CNN) – Como exbombero y paramédico, Michella Flores ha tenido su parte de situaciones de emergencia. Pero en las últimas dos semanas ella se volvió una víctima y empezó a ver las cosas desde otra perspectiva. Ella casi no ha podido dormir en días.
Flores, quien trabaja como asistente de vuelo, estaba en Las Vegas el 1 de octubre viendo la actuación del cantante Jason Aldean en el festival Route 91 Harvest cuando un hombre comenzó a disparar a la multitud desde el piso 32 del hotel Mandalay Bay matando a 58 personas e hiriendo a cientos más.
Días después, después de regresar a su hogar en Santa Rosa, California, ella y sus padres se vieron obligados a abandonar su hogar y escapar de los incendios que han devastado el norte de California. La casa que alquilaban desapareció junto con todas las posesiones de sus padres, contó Flores a CNN.
“Es un sentimiento de gran impotencia”, dijo sobre las últimas dos semanas. “Solo pensaba, bueno, ya he estado en estas situaciones. No debería ser gran cosa.
“Pero cuando te ocurre a ti, es una esfera totalmente distinta”.
Las Vegas: ‘me volvió loca’
Flores viajó a Las Vegas el domingo por la mañana y estaba esperando su siguiente vuelo, la noche del lunes, a Boston.
“Soy una gran fanática del country”, dijo Flores, así que decidió acudir al festival a escuchar a Aldean desde afuera, sobre Las Vegas Boulevard, dado que no tenía boleto.
Mientras estaba ahí, escuchó los primeros disparos, pero dijo que no prestó mucha atención. No fue sino hasta que los disparos comenzaron de nuevo después de un corto descanso que se dio cuenta de lo que estaba escuchando.
“Ahí fue cuando todo el mundo empezó a gritar y a salir del festival gritando ‘¡tirador!’”, dijo Flores. “Yo corrí por Las Vegas Boulevard”.
Ella logró esconderse en un casino cercano con otros asistentes al concierto. Flores esperó ahí durante horas.
“Me volvió loca”, dijo Flores sobre ocultarse en ese sitio. “Estás sentado ahí esperando que alguien abra la puerta y te dispare”.
Cuando finalmente pudo salir, regresó a su hotel y trató de dormir, dijo, “lo cual no ocurrió”.
Se asomó desde su ventana hacia el lugar del festival.
“Esa noche pude ver los cuerpos”, dijo.
Pero Flores, quien tiene varios empleos, tenía que trabajar los siguientes cuatro días.
Los incendios
Finalmente, Flores volvió a Santa Rosa y volvió al aeropuerto, donde trabaja en la línea de servicio, cargando el combustible de aviones de empresas y privados, incluyendo los utilizados por el Departamento de Bosques e Incendios de California, así que ya sabía que había incendios cerca.
Cuando terminó de trabajar, se dirigió a la casa de sus padres, donde se estaba alojando mientras se mudaba a otra casa. Mientras conducía, dijo, “volteé hacia arriba y pude ver el brillo” de las llamas.
Le dijo a sus padres que probablemente deberían empacar sus cosas y salió a dar un paseo con el perro. Cinco minutos después, escuchando un mensaje de los bomberos locales, Flores escuchó mencionar el nombre de la calle de sus padres.
“Llamé a mi mamá”, dijo Flores, “y mi mamá gritó en el teléfono y dijo ‘está al final de nuestra calle’”. Ella dio la vuelta, llegando a la casa justo detrás de un camión de bomberos.
Flores se quedó en el lugar para ayudar a los bomberos a proteger su hogar, aun cuando el fuego ya había devorado la casa del vecino. Hacia las 4 o 5 a.m., dijo, la casa estaba casi intacta, así que condujo hasta Oakland para asistir a un entrenamiento del trabajo mientras sus padres iban a un centro de evacuados. Cuando acabó esa noche, Flores dijo: “Volví y la casa se había ido. Completamente”.
Afortunadamente, Flores y sus padres pudieron mudarse a la casa que ella iba a alquilar. No tienen mucho, dice, pero ella está agradecida.