(CNN) – Nada de esto se supone que debería ser basura. Sin embargo, durante varias semanas, montones de objetos desechados se convirtieron en altas columnas de basura en Puerto Rico.
En Levittown, un suburbio en el oeste de San Juan, los residentes dicen que la basura empezó a apilarse en las aceras el día después de que el huracán María golpeara la isla. Sofás anegados, televisores y refrigeradores mezclados con juguetes, ropa y libros hacen parte de esta pila de desechos. La pared de basura se extiende por cuadras, atrayendo roedores y mosquitos y aumentado preocupaciones de salud pública.
Finalmente, tras semanas de espera, las operaciones de limpieza empezaron en Levittown y en otros lugares de la isla. Pero los ambientalistas están preocupados por lo que pasará después de que la basura llegue a los ya rebasados vertederos de la isla.
Los expertos han alertado sobre impactos potencialmente devastadores de María en la precaria infraestructura de Puerto Rico.
El sistema de manejo de residuos de Puerto Rico ha estado en emergencia durante varios años. Según la Agencia de Protección Ambiental, un año antes de que el huracán María tocara tierra, la mayoría de los 29 vertederos en operación en la isla estaban sobrepasando su capacidad. Y cerca de la mitad tenían orden de cierre en medio de preocupaciones que representaban los suelos cercanos y las aguas subterráneas, dijo la agencia.
Después del huracán, mientras la isla empezaba las labores de limpieza, el problema era mucho peor: según estimaciones, Puerto Rico está generando siete veces más la cantidad de basura que había estado enviando a los vertederos anteriormente.
La crisis de manejo de residuos de la isla no era algo en lo que Charlie Domínguez pensaba cuando empezó a acumular muebles y alacenas húmedas y apestosas frente a su casa, por instrucción de funcionarios del gobierno.
Domínguez observó cómo el montón crecía cada día, contando los días sin que se recogiera la basura. Entonces vino un brote de mosquitos y empezó a preocuparse por las enfermedades.
Según sus cuentas, los equipos de emergencia tardaron 34 días en comenzar a eliminar la basura. Finalmente, en medio de pérdidas crecientes, hubo una señal de progreso.
Los Cuerpos de Ingenieros del Ejército contrataron a un contratista local para examinar los escombros en algunas de las áreas de la isla, incluyendo Levittown, para separar desperdicios peligrosos de material orgánico. Los desechos orgánicos se dirigen a vertederos en la isla y la Agencia de Protección Ambiental (EPA) se encargará de la eliminación de los desechos peligrosos.
La EPA empezó su involucramiento directo para enfrentar el tema de los vertederos en 2002. trabajando con la Junta de Calidad Medioambiental de Puerto Rico para desarrollar acuerdos legales. Sin embargo, la agencia ha sabido que “no es práctico cerrar inmediatamente esos vertederos de basura” y se ha enfocado en priorizar aquellos que representan “la mayor amenaza para el medio ambiente y la salud de las personas”.
Desde 2007, la EPA ha alcanzado acuerdos con 12 municipalidades y otros propietarios y operadores de los vertederos para mejorar operaciones y poner fechas de cierre. La Agencia dice que los pedidos van más allá de los cierres de los basureros al incluir programas de compostaje y reciclaje. Pero algunos grupos medioambientales dicen que las órdenes no van lo suficientemente lejos y carecen de mecanismos de aplicación significativos, lo que genera la operación de vertederos ilegales.
Citan el vertedero de Toa Baja, que recibe desechos de Levittown, como un buen ejemplo. Este fue cerrado permanentemente, en virtud de dicho acuerdo, en 2014. Se modificó en 2012 para dar a los operadores más tiempo para elaborar un nuevo calendario de cierre.
Entre tanto, la agencia sigue emitiendo órdenes. En julio, la agencia alcanzó un acuerdo con el municipio de Santa Isabel para que en julio de 2019 cerrara su vertedero “para proteger la salud de las comunidades cercanas”.
En abril, la EPA ordenó al municipio de Toa Alta dejar, permanentemente, de depositar residuos para el final de 2017, porque el vertedero alcanzó su capacidad total. La agencia dijo que una de las preocupaciones más urgentes es el sistema de colección de lixiviados del vertedero, que no está funcionando. Los lixiviados son líquidos residuales, generalmente tóxicos, que se filtran de un vertedero.
Según la EPA, “el relleno sanitario de Toa Alta se asienta sobre el sistema acuífero de piedra caliza de la costa norte de Puerto Rico, una fuente potencial de agua potable. El vertedero se encuentra junto a varias viviendas de los residentes de Toa Alta”.
Entre tanto, la orden requiere que el municipio y sus operadores cubran cada día áreas expuestas del vertedero para ayudar a controlar los olores y soplar los escombros e inspeccionar las cargas entrantes para separar los desechos peligrosos y los materiales prohibidos. También requirió que la municipalidad y sus operadores manejen mejor las aguas pluviales, instituyan medidas de control de mosquitos y mejoren la seguridad del relleno sanitario.