Dayton, Ohio (CNN) – Cuando Cyndi y Jesse Swafford recibieron la certificación para ser padres adoptivos hace 10 años, les dijeron que tendrían que esperar dos o tres años para que les dieran un bebé. Avancemos rápido hacia hoy: con una licencia para adoptar, puede llegar un nuevo bebé a sus vidas en el plazo de una semana.
“Me parece extraordinario”, dice Cyndi. “Hay bebés en el hospital por esta epidemia de heroína que están esperando que una familia pueda cuidarlos y hacerse cargo de ellos”.
La casa de los Swafford está llena de biberones, cunas y portarretratos con fotos familiares. En la última década, Cyndi y Jesse han adoptado 15 niños.
“Cubrimos temporalmente a sus padres mientras se desintoxican y logran estar sobrios y luego, si podemos hacer que se reúnan, lo hacemos”, dice Cyndi.
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Los sistemas de adopción en muchos estados están luchando para manejar a los niños cuyos padres son adictos a los opiodes. Hasta el 30 de septiembre del 2015, el 32% de los niños del país habían sido sacados de sus hogares por la adicción a las drogas de uno o ambos padres, según la información más reciente que está disponible en el Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos.
En Ohio, donde viven los Swaffords, ese porcentaje es más alto. El 50% de los niños que estaban bajo custodia de otra persona en 2015 tenían padres con problemas de abuso de las drogas y el 28% de los niños que fueron sacados de sus hogares ese año tenían padres que, de manera concreta, usaban opiodes.
Ohio se ha convertido en el punto de confluencia de la crisis, pues la intersección de las autopistas interestatales 70 y 75 ha sido llamada por la policía como el “centro de distribución de Estados Unidos”, según el sheriff del condado de Montgomery, Phil Plummer. Y los hijos de padres adictos a los opiodes son las “víctimas invisibles de la epidemia”, dice la Asociación de Servicios para los Niños.
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De los 15 niños adoptados que Cyndi y Jesse han acogido en la última década, 13 llegaron allí porque uno o sus dos padres de nacimiento eran adictos a las drogas.
“Es difícil sostener a un bebé mientras se aleja de la heroína”, dice Cyndi.
Entre el 2000 y el 2013, la tasa de bebés que nacieron siendo adictos a las drogas se multiplicó por cinco en Estados Unidos.
Estos bebés suelen ser prematuros y tener bajo peso al nacer. Cuando se alejan de las drogas, tiemblan, tienen dificultades para alimentarse y regular sus temperaturas. Se les conoce por sus gemidos y los gritos desgarradores que emiten a medida que sus cuerpos se desintoxican de las drogas. En algunos bebés, esos síntomas pueden durar hasta cuatro o seis meses, dependiendo del tiempo y de la cantidad de drogas a la que estuvieron expuestos.
Aunque varios estudios han hallado que esos niños son más propensos a tener problemas de comportamiento cuando crezcan, la información sobre los efectos a largo plazo es limitada.
Helen Jones-Kelley, encargada de los servicios de adicción y programas de salud mental del condado de Montgomery, dice que los padres adoptivos ya no corren tanto como antes para tratar de ayudar y acoger a un niño. “Están aterrados y es comprensible, porque algunos de esos niños están lidiando con su propia adicción”, le dijo Jones-Kelley a CNN.
Pero Jesse Swafford siente que tiene la responsabilidad de ayudar a los hijos de los adictos. “Odio decirlo así, pero nosotros limpiamos un poco el desorden, así que necesitamos a más personas que limpien el desorden con nosotros, pero para nosotros es normal”, explica Jesse. “La gente cree que estamos locos y no entiende porqué lo hacemos o cómo lo hacemos”.
Jewell Good, director de los Servicios para Niños y Familias del condado de Montgomery, dice que cada vez es más difícil encontrar espacio para los hijos de los adictos. “Hemos sufrido una reducción del 25% en las familias adoptivas en el último año”, dice.
Los hijos de adictos a las drogas necesitan un cuidado y un asesoramiento especial y la información revela que se quedan más tiempo en la casa de sus padres adoptivos porque a sus padres puede tomarles meses o años recuperarse. Algunos, de hecho, nunca lo logran.
La familia Swafford ya ha adoptado legalmente a dos de esos niños (los hermanos biológicos Kalib, de 12 años, y Brandon, de 10) y está en el proceso de adoptar al tercero. Kalib y Brandon fueron sacados de su hogar en 2008 por la adicción de su padre.
CNN fue testigo, hace poco, del reencuentro entre Kalib y su padre biológico, James Fuller, quien asegura que está sobrio desde hace 18 meses.
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Fuller dice que fue adicto a la heroína durante más de 10 años y que eso le costó su familia, su trabajo y hasta su hogar.
El reencuentro ocurrió en un parque de Dayton (Ohio).
“Dios, te extrañé tanto. No ha pasado un día en que no haya pensado en ti”, le dijo Fuller a Kalib. “Teníamos muchos problemas cuando eras más pequeño. No tenía los medios para llevarlos a donde necesitaban estar”.
“Me alegra que estés mejor para poder verte”, le respondió Kalib a Fuller. “Me alegro de que ahora seas capaz de estar sobrio”.
Esa noche, antes de irse a la cama, Kalib le dijo a su madre adoptiva, Cyndi, que ese había sido el mejor día de su vida.
Es por momentos como ese, dice Cyndi, que ella y Jesse siguen adoptando a hijos de adictos a las drogas, “aunque sabemos que entre más niños tengamos, significa que otro está sufriendo”.