(CNN) – Cuando el príncipe saudita de 32 años Mohammed bin Salman subió al poder hace dos años, muchos predijeron que el cambio estaba en marcha. Los eventos del 4 de noviembre han demostrado que el cambio no será suave, sino sísmico, extendiéndose incansablemente más allá de las fronteras del reino.
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Una secuencia de 24 horas de obuses políticos comenzó el sábado por la tarde, cuando el primer ministro de Líbano, Said Hariri, anunció su renuncia desde Riad, capital de Arabia Saudita, sorprendiendo a la política de su país.
Horas después, la agencia oficial de noticias de Arabia Saudita reportó que el ejército del país había interceptado un misil balístico de Yemen sobre Riad.
Aun cuando las imágenes de la explosión seguían apareciendo constantemente en la televisión, noticias igual de dramáticas empezaron a surgir: algunos de los príncipes y hombres de negocios de más alto perfil de Arabia Saudita habían sido destituidos y detenidos como parte de una maniobra anticorrupción dirigida por Salman.
Los eventos sirvieron como una salva de apertura para un nuevo periodo en la historia de una región de constantes crisis, dicen analistas. Estos hechos representan un escalamiento de la guerra por el poder entre Arabia Saudita e Irán, que amenaza con activar nuevos frentes en la región, con una demostración de fuerza por parte de los sauditas que empieza con una consolidación desde su interior.
El viernes, los últimos bastiones de ISIS en Iraq y Siria cayeron. Esto significó un momento clave en una batalla que vio converger a los archirrivales frente al grupo extremista hasta que el llamado califato llegó a sus últimos momentos. El sábado, las potencias regionales parecían haber puesto sus miradas uno sobre el otro.
“Creo que el fin de ISIS, el llamado Estado Islámico, no representa el fin de los conflictos estratégicos”, dijo a CNN Fawaz Gerges, profesor de la London School of Economics.
“Al contrario, el desmantelamiento del llamado califato básicamente intensificará las luchas estratégicas entre el campo pro iraní dirigido por Irán, Siria, Hezbollah y sus aliados en la región, incluyendo a Estados Unidos”.