Nota del editor: David A. Andelman colabora con CNN y escribe artículos para el diario estadounidense Usa Today. Escribió el libro A Shattered Peace: Versailles 1919 and the Price We Pay Today. Fue corresponsal extranjero del New York Times y corresponsal de CBS News en París. Síguelo en Twitter como @DavidAndelman. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas de su autor.
(CNN) — Sin importar quién esté en el despacho oval, hay demasiado en juego y el resultado potencial es demasiado horrible como para dejar el arsenal nuclear totalmente en manos de cualquier presidente, especialmente de Donald Trump, quien, de acuerdo con Joe Scarborough, de MSNBC, preguntó durante la campaña: “Si las tenemos, ¿por qué no podemos usarlas?”.
Cuando era director de Inteligencia Nacional de Estados Unidos, James Clapper dijo a CNN: “Me preocupa [su] acceso a los códigos de lanzamiento de armas nucleares, si en un arranque de resentimiento decide hacer algo respecto a Kim Jong Un; en realidad se puede hacer muy poco para detenerlo”. Al parecer, el pueblo estadounidense comparte esta inquietud respecto al temperamento de Trump. En una encuesta que llevó a cabo recientemente la Universidad de Quinnipiac, se determinó que el 68% de los encuestados piensa que Trump no es equilibrado, a diferencia del 29% que piensa que sí lo es.
Como Trump está pensando en perfeccionar el arsenal nuclear de Estados Unidos, evitar que su pulgar sea el único que pueda presionar el botón nuclear es aún más urgente.
En pocas palabras, es aterrador que este presidente tenga el control total y absoluto del maletín nuclear. Una selección cambiante de oficiales militares lleva el portafolio de aluminio de 20 kilos, contenido en un maletín de cuero, a donde quiera que el presidente vaya. Contiene los blancos nucleares que solo él puede activar con el “bizcocho”, una tarjetita que lleva consigo y que contiene los códigos para lanzar todo o parte del arsenal estratégico estadounidense desde cualquier parte del mundo en la que el comandante en jefe se encuentre.
Cuando el presidente está en la Casa Blanca, el maletín está desactivado, ya que el presidente ordenaría la activación de los códigos de lanzamiento desde la Sala de Crisis, en donde siempre hay un comando completo: al menos seis personas en servicio las 24 horas, los siete días, en cinco turnos diferentes. Con todo, si el presidente ordenara un ataque, tiene la autoridad definitiva aunque haya quienes se opongan.
El maletín nuclear fue producto de la presidencia de Kennedy: tras el desastre de bahía de Cochinos, el presidente pensó que sería útil tener un medio para tomar represalias rápida y eficazmente en caso de que alguna potencia nuclear atacara a Estados Unidos. En esos días, eso significaba la Unión Soviética. Hoy, Vladimir Putin siempre está cerca de su propio maletín, el Cheget, sin importar en dónde esté.
Donald Trump tiene más de 900 ojivas nucleares, con una potencia equivalente a la de unas 17.000 bombas como la que se lanzó sobre Hiroshima, a su disposición y totalmente accesibles a través del maletín. Como dijo al New York Times Franklin C. Miller, un especialista nuclear que trabajó para el Departamento de Defensa de Estados Unidos durante 22 años, “no hay veto una vez que el presidente ordena un ataque. El presidente y solo el presidente tiene la autoridad para ordenar el uso de armas nucleares”.
Sin embargo, la solución a la cuestión de que una sola persona tenga todo este poder podría estar al alcance. Como se reportó en el sitio web Político, el jefe de gabinete de la Casa Blanca, John Kelly, “está implementando un sistema que se usó en presidencias previas para limitar la competencia interna… y para tener la última palabra respecto al material que pasa por el escritorio del presidente”.
En específico, el secretario de gabinete de la Casa Blanca, Rob Porter, “revisará todos los documentos que pasen por el escritorio del Despacho Oval”, agregó Político. Pero ¿por qué nada más los documentos? ¿Por qué no también cada vez que el presidente mire de reojo el maletín nuclear o, Dios no lo quiera, ordene que se abra?
No cabe duda de que negarle al presidente el acceso al maletín sería una infracción que ameritaría una corte marcial. La lealtad y la cordura de las personas elegidas para este trabajo entran en un nivel de seguridad especial llamado Yankee White. Pero ¿qué pasaría si el oficial militar que lo lleva insiste en avisarle a John Kelly antes de dejar que el presidente acceda a su contenido? ¿Y si el presidente se niega?
Es evidente que cualquier persona sensata huiría de inmediato con el maletín bajo el brazo. ¿Qué tribunal lo condenaría? Pese a todo, hay una solución.
El Congreso debería, simplemente, promulgar una ley que disponga que el portador del maletín nuclear o cualquier miembro del personal de la Sala de Crisis de la Casa Blanca le avise inmediatamente a Kelly, al asesor de seguridad nacional, H. R. McMaster, o al secretario de Defensa, Jim Mattis, si Trump ordena que se abra el maletín.
Actualmente, ambos partidos respaldan un freno legislativo a una medida internacional potencialmente volátil que Trump podría optar por tomar: levantar, a su discreción, las sanciones sobre Rusia. Esa medida se aprobó en ambas cámaras por una mayoría abrumadora, a prueba de vetos, así que Trump está obligado a promulgarla. Una propuesta de ley respecto al maletín nuclear debería tener el mismo apoyo abrumador.
Hace una década, el entonces vicepresidente, Dick Cheney, advirtió en ABC News que el presidente (que en ese entonces era George W. Bush) “podría lanzar un ataque devastador como el que el mundo nunca ha visto. No tiene que consultarlo con nadie. No tiene que llamar al Congreso; no tiene que consultar a los tribunales. Tiene esa autoridad por la naturaleza del mundo en el que vivimos. Es desafortunado, pero creo que somos perfectamente aptos para tomar las medidas con las que contamos”.