(CNNMoney) – Cuando Diego Corzo alcanzó los beneficios del programa de Acción diferida para los llegados en la infancia (DACA, por sus siglas en inglés), hace seis años, una de las primeras cosas en las que pensó fue en comprar una casa.
“Fue muy importante para mí”, dijo Corzo, de 27 años, quien nunca ha salido de Estados Unidos desde que llegó de Perú a los 9 años.
“Poseer mi propia casa me demostró que a pesar de todo lo que pueda pasar a ‘dreamers’ como yo, aún perseguía este último sueño americano”, dijo.
LEE: Trump reitera que quiere el DACA, pero a cambio del muro fronterizo… y que México lo pagará
Uno de sus mayores miedos ahora es perder su hogar si el DACA finaliza para siempre. Si eso sucede, Corzo podría perder no solo la primera casa que compró como “soñador”, sino una segunda casa que posee, a la que llama “la casa de mis sueños”, y otras seis propiedades de alquiler que también posee y administra.
El DACA ha permitido que casi 689.000 “dreamers”, que fueron traídos a Estados Unidos cuando eran niños, vayan a la escuela y obtengan permisos de trabajo y licencias de conducir. El programa le permitió a muchos de ellos salir de la economía informal, solicitar hipotecas y comprar casas, la cumbre del sueño americano.
“Sin un trabajo no podré pagar mi hipoteca y mi casa entraría en ejecución hipotecaria”, dijo Corzo, cuya protección de la deportación diferida vence en 2019.
El presidente Donald Trump anunció en septiembre que terminaría con el DACA, pero le dejó al Congreso aprobar una legislación alternativa antes de que el programa de la era Obama expire el 5 de marzo. Pero los legisladores y el Gobierno no han podido avanzar.
Si el DACA expira, significa que todos los días, durante los próximos dos años, 915 titulares del programa, en promedio, perderán su capacidad de trabajo y su protección de la deportación.
LEE: Del DACA al TPS, 5 cosas sobre inmigración que están pasando y que debes saber
No está exactamente claro cuántos beneficiarios del DACA tienen casas. Una encuesta de más de 3.000 personas con DACA en 46 estados mostró que el 15%, de 25 años o más, es dueño de una casa. Esa investigación fue realizada en agosto pasado por la Universidad de California-San Diego, y organizaciones asociadas, incluyendo el Centro Nacional de Leyes de Inmigración y el Centro para el Progreso Estadounidense.
Corzo, quien también es copropietario de una franquicia de bienes raíces en Austin, estima que, según su experiencia, el 95% de los beneficiarios de la deportación diferida tiene hipotecas.
Cuando Corzo obtuvo el beneficio del DACA, solicitó un préstamo hipotecario de 160.000 dólares. “En ese momento, trabajaba como desarrollador de software con General Motors en Austin y alquilaba. Me llevó un año obtener el crédito”, dijo.
Aprobado para el préstamo, compró su primera casa, cuatro habitaciones con fachada de ladrillo rojo, en noviembre de 2014. Tres años más tarde, Corzo adquirió una segunda casa. La alquiló desde el principio.
Dirige su negocio de bienes raíces a través de su oficina en casa y administra seis propiedades de alquiler que posee en Florida.
Corzo cree que los “dreamers” que poseen casas están impulsando la economía. “Pagamos al prestamista, le pagamos al inspector de viviendas, le pagamos al contratista y al personal de mantenimiento”, dijo.
LEE: El drama de los ‘dreamers’ que estudian medicina y temen ser deportados
Alex Nowrasteh, analista de Políticas de Inmigración en el Instituto Cato, está de acuerdo.
“Si el Gobierno empujó a los ‘dreamers’ fuera del mercado inmobiliario, el mercado de alquiler y, finalmente, fuera del país, podría haber una disminución sustancial en los precios de las viviendas donde los ‘dreamers’ viven especialmente en grandes cantidades”, dijo.
Para calificar para el DACA, los “soñadores” deben tener como mínimo un certificado de escuela secundaria, pero muchos también van a la universidad, dijo Randy Capps, director de Investigación de Programas Estadounidenses en Migration Policy Institute.
“Son un grupo que luego aprovecha su educación superior para obtener salarios más altos, empleos profesionales, comprar casas, automóviles y estimular la economía”, dijo Capps.
Juan Méndez, de 28 años, también quería ser propietario pero temía obtener una hipoteca debido a su condición con DACA.
“Pensé que si el DACA se anulaba en cualquier momento, estaría en una situación muy mala con el préstamo”, dijo Méndez, especialista en salud y bienestar en Walmart. En su caso, la deportación diferida expira a principios del próximo año.
En cambio, decidió comprar un terreno en Springdale, Arkansas, donde vive y trabaja, de un amigo que le prestó el dinero.
“Mi amigo sabía mi estado, pero también vio mi impulso y me dio la oportunidad de lograr mi sueño americano”, dijo.
Méndez y su esposa, que también es “dreamer”, están construyendo su casa en ese terreno.
MIRA: Grandes empresas piden al Congreso de EE.UU que proteja a los ‘dreamers’
El proyecto ha sido un trabajo lleno de amor y restricciones, dijo.
“Establecemos un presupuesto y los dos somos fiscalmente conservadores”, dijo. “No ha sido barato ni fácil”. Para ahorrar dinero, Méndez y su esposa colocaron el piso e instalaron gabinetes, ventanas y puertas solos. Han invertido 26.000 dólares hasta ahora.
“Aún trabajamos en los exteriores mientras vivimos en ella”, dijo.
Si pierde permanentemente la protección del DACA y con ello la capacidad de trabajar, Méndez aseguró que tendrá problemas para pagar el préstamo de su amigo, además de que podría no tener suficientes ingresos para pagar los impuestos a la propiedad o los servicios públicos.
“Mi casa es mi fuente de orgullo, pero se convertirá en mi mayor carga”, dijo. “Espero que el presidente Trump, con su experiencia en bienes raíces, entienda. Los soñadores pueden ser una gota de toda la cubeta, pero estamos haciendo nuestra parte como propietarios para estimular la economía”, finalizó.