(CNN) – La nominación presentada de un diplomático ampliamente respetado está brindando un enfoque renovado a las divisiones dentro del gobierno del presidente de EE.UU., Donald Trump, sobre cuán duro debería ser Estados Unidos frente a Corea del Norte con pruebas nucleares que se espera se reanuden después de los próximos Juegos Olímpicos.
La nominación del candidato a ser embajador de Estados Unidos en Corea del Sur, Víctor Cha, fue retirada el pasado fin de semana luego de advertirle a la Casa Blanca de que un supuesto ataque militar, que ha sido llamado de “narices ensangrentadas”, contra Pyongyang, podría llevar a Estados Unidos a una guerra desastrosa y poner en peligro cientos de miles de vidas.
Eso va en gran medida en línea con la advertencia que está siendo impulsada por el secretario de Defensa James Mattis y el secretario de Estado Rex Tillerson.
Pero otros en el gobierno, incluido el consejero de Seguridad Nacional del presidente Donald Trump, H.R. McMaster, han insistido en que un ataque militar sea considerado como una opción seria como una manera de ejercer la máxima presión sobre Pyongyang.
Y es esa tensión la que estaba en exhibición cuando se tiró la nominación de Cha.
“Parece que hay divisiones dentro del gobierno”, le dijo a CNN Bruce Klinger, un exagente de la CIA y un investigador senior en la Fundación Heritage.
“Como el secretario de Defensa ha declarado, hay una amplia gama de opciones militares disponibles para el presidente, pero es importante señalar que esto sigue siendo un esfuerzo dirigido diplomáticamente”, dijo el portavoz del Pentágono, el teniente coronel Chris Logan a CNN. “En lo que respecta a los detalles, no discutiremos detalles operativos ni opciones militares potenciales”.
La portavoz del Departamento de Estado, Heather Nauert, dijo: “Nuestra política es la máxima presión con el objetivo de llevar a Corea del Norte a la mesa de negociaciones, como dijo POTUS en el Estado de la Unión. Hemos tenido claro que es nuestra intención resolver este asunto pacíficamente También hemos sido claros en que la desnuclearización es el único resultado aceptable, que toda la comunidad internacional está unida en este punto, y que se logrará, de una forma u otra”.
El Consejo de Seguridad Nacional no respondió a la solicitud de comentario de CNN.
Meses después de que el gobierno comenzara los procedimientos previos a una nominación, los funcionarios del NSC le preguntaron a Víctor Cha si se sentía preparado para manejar los esfuerzos diplomáticos que rodearían tal ataque, incluida la posible evacuación de civiles estadounidenses de Seúl, una fuente familiarizada con la dinámica le dijo a CNN.
Cha expresó su preocupación por tal ataque, que presentó en un artículo de opinión del diario The Washington Post este martes.
Bajo esa estrategia, el objetivo es que Estados Unidos inicie un ataque militar lo suficientemente importante como para obligar a Corea del Norte a cuestionar sus ambiciones nucleares, pero limitadas en escala para evitar represalias.
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Después del intercambio con Cha, la Casa Blanca guardó silencio, incluso cuando los surcoreanos estaban en proceso de aprobar su nominación en el proceso conocido como agrément.
En última instancia, algunos funcionarios de la Casa Blanca temían que nombrar a alguien que se oponía a un golpe de este tipo pudiera socavar esa opción militar a los ojos de los miembros del Congreso y los funcionarios del Gobierno, según la fuente familiarizada con el debate.
Temían que Cha se convirtiera en un peón en el debate del gobierno sobre el golpe de “narices ensangrentadas”, tanto durante sus audiencias de confirmación como cuando se instaló en la embajada en Seúl, dijo la fuente.
McMaster se ha convertido en una voz del gobierno líder en la preparación de dicha acción y ha sido respaldado por el principal funcionario de Asia del Consejo de Seguridad Nacional, Matt Pottinger, según la fuente.
Otra fuente reconoció una discrepancia interna en la “estrategia de narices ensangrentadas” entre el NSC y varios altos funcionarios del gobierno, incluidos Mattis y Tillerson, que han abogado por un enfoque más cauteloso