(CNN) – Donald Trump, presidente de Estados Unidos, pasó el fin de semana colocándose en el lado equivocado de un posible punto de inflexión en la historia, formado por el repentino y agudo cambio de cómo la sociedad responde a las acusaciones de abuso sexual de las mujeres.
Pero el domingo por la noche hubo indicios de que su entorno reconoció que estaba en un terreno político traicionero, ya que las fuentes le dijeron a Axios que Donald Trump creía en las acusaciones contra su exasistente Rob Porter y pensaba que estaba “enfermo”.
No sería inusual que Trump tenga dos opiniones opuestas sobre un tema a la vez. Sin embargo, la idea de que siempre había estado asqueado por las acusaciones formuladas contra Porter por dos exesposas corría el riesgo de convertirse en un giro político tardío, dados sus comentarios anteriores y la discordante falta de empatía hacia las mujeres involucradas.
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Las contradicciones en la narrativa de la Casa Blanca sobre el caso Porter son representativas de unos días caóticos en un gobierno que permanece sordo a un mundo que comienza a escuchar las voces silenciadas de las víctimas de abuso sexual y otros atropellos.
Varios funcionarios de la Casa Blanca han expresado confusión sobre los comentarios contradictorios del presidente, cuestionando cómo Trump puede pasar de referirse a Porter como “un cachorro enfermo” en privado, a defenderlo y desdeñar las acusaciones en público.
Estas personas se preguntan dónde se encuentra Trump en este tema.
Se trata de otra muestra de un presidente destrozando las convenciones del comportamiento normal del ala oeste en un momento político lleno de tensiones dentro y fuera del país.