(CNN) – ¿Quieres perder algunos kilos de más pero no tienes un plan? Si estás considerando seriamente qué hacer para perder peso, hay tres niveles probados de intervención, dependiendo de tus necesidades individuales.
1. Cambios en el estilo de vida
La primera intervención comienza y termina contigo mismo.
“Si realmente quieres perder peso, se necesitan cambios permanentes en el estilo de vida… No hay soluciones rápidas”, dijo Mascha Davis, dietista certificada y vocera nacional de la Academia estadounidense de Nutrición y Dietética. “De lo contrario, la pérdida de peso es temporal y puedes recuperarlo cuando vuelvas a los viejos hábitos”.
Para comenzar ese viaje, Davis recomienda observar tres áreas de tu estilo de vida que pueden requerir cambios: alimentación, ejercicio y sueño. “Lo llamo un enfoque triple, porque estas tres cosas son esenciales para mantener una pérdida de peso sostenible”, dijo.
Por ejemplo, en lo que respecta a la alimentación puedes comenzar a comer más verduras ricas en fibra y tratar de beber más agua. Ser más activo físicamente puede implicar simplemente levantarse cada hora si tienes un trabajo de escritorio, tomar las escaleras en lugar del elevador y estacionar tu coche más lejos de una entrada.
Ir al gimnasio con regularidad es útil, pero no esperes que compense las donas que te almuerzas en la mañana. En general, la cantidad de ejercicio necesaria para compensar una mala dieta es enorme (debes caminar a ritmo rápido durante casi dos horas para quemar un pastel de 500 calorías) y explica por qué la dieta es más importante que el ejercicio para perder peso.
Debido a que el sueño afecta las hormonas del hambre y la saciedad, dormir lo suficiente es otro factor de estilo de vida que puede dar al traste con tus esfuerzos de pérdida de peso.
“El sueño es esencial para perder peso”, dijo Davis. “Tengo clientes que han mejorado sus hábitos alimenticios y van al gimnasio, pero no se dan cuenta de que no dormir realmente arruina sus objetivos”.
Si estás constantemente cansado y tomas café todo el día, es posible que debas hacer algunos ajustes. “La mayoría de los adultos necesita de siete a ocho horas de sueño… y algunos necesitan hasta nueve. Mucha gente no duerme lo suficiente, cuanto menos horas duermen, mayor es su peso”, Davis dijo.
Si no ves ningún resultado después de un par de meses, puede ser muy útil reunirse con un profesional que conozca tu historial de salud y pueda personalizar un plan basado en tus hábitos y preferencias de alimentos. Para aquellos con afecciones médicas, es especialmente importante evitar las dietas de moda o las dietas que eliminan grupos de alimentos y buscar el concejo de un nutriólogo con experiencia.
“Reducir los carbohidratos puede ser peligroso para una persona con diabetes, pero es posible que ni siquiera se den cuenta del daño potencial”, advirtió Davis. Del mismo modo, una persona con una enfermedad renal crónica puede tener que limitar la cantidad de proteína que consume y debería evitar las dietas que promueven una alta ingesta de proteínas.
Implementar cambios de conducta y estrategias para lograr tus objetivos puede ser muy útil. Por ejemplo, establecer pequeños objetivos que sean específicos y mensurables una vez por semana (como caminar diariamente 15 minutos durante el receso para almorzar) puede ayudar a asumir una meta más grande y descomponerla en algo mucho más alcanzable.
Centrarse en la alimentación intuitiva puede ser otro cambio de comportamiento importante. Se trata de estar atento a las señales de hambre y saciedad de nuestro cuerpo y descubrir cómo alimentarnos sin sentirnos privados, explicó Davis.
Factores a considerar
Para muchos, la simple idea de “comer menos y moverse más” para perder peso puede parecer sumamente sencilla, y extremadamente difícil. De hecho, hay una explicación fisiológica de por qué es tan difícil.
Una vez que perdemos incluso una pequeña cantidad de peso reduciendo las calorías, nuestro cuerpo lucha para defender nuestro peso “original”, en parte disminuyendo nuestro metabolismo y aumentando el apetito. Esto puede llevar a la frustración y al deseo de rendirse, lo que puede hacer que recuperemos el peso que hemos perdido, y aún más, a pesar de nuestras mejores intenciones.
Si no puedes perder peso o continuar perdiendo después de una pérdida inicial a pesar de realizar cambios en tus hábitos de dieta, ejercicio y sueño, y has descartado otras posibles causas que pueden evitar la pérdida de peso, como el hipotiroidismo, el síndrome de Cushing o los medicamentos asociados con el aumento de peso, podría ser hora de considerar una ayuda farmacológica para bajar de peso.
2. Medicamentos
Si cambiar los hábitos de alimentación y ejercicio no te ayuda a lograr los resultados que esperabas, los medicamentos para perder peso pueden ser una opción.
Sin embargo, es importante buscar un médico experto en obesidad que pueda ayudar a seleccionar el medicamento apropiado en función de tu historial médico. Solo un profesional puede ayudarte de manera responsable a manejar los riesgos y beneficios de diferentes medicamentos, asegura Sue Cummings, dietista certificada coordinadora de programas clínicos en el Massachusetts General Hospital Weight Center durante los últimos 20 años.
Los medicamentos para perder peso generalmente están indicados para personas con un índice de masa corporal (IMC) de 30 o superior, o un IMC de 27 o superior con problemas de salud como presión arterial alta o diabetes tipo 2. Una persona que mide 1.73 m y pesa 91 kilos tiene un IMC de 30.4; hay calculadoras en línea para ayudarte a calcular tu IMC.
Aunque hay excepciones, “en general, ahí es donde comenzamos a tratar a las personas”, dijo el Dr. Louis Aronne, director del Centro de control integral del peso en el Weill Cornell Medical Center y el hospital NewYork-Presbyterian. Los medicamentos suelen recetarse junto con cambios en la dieta y la actividad física.
Dado que hay una amplia gama de medicamentos disponibles, encontrar uno que funcione casi siempre es posible, según Aronne, quien coescribió las pautas de práctica clínica de la Sociedad Endocrina para el manejo farmacológico de la obesidad.
Identificar la combinación adecuada es la clave, ya que un medicamento puede o no ser apropiado para alguien dependiendo de su historial. Por ejemplo, si alguien tiene presión arterial alta no controlada, no se le recetará fentermina (un medicamento para perder peso aprobado para uso a corto plazo), explicó Aronne.
Fármacos aprobados por la FDA
Para que un medicamento para perder peso sea aprobado para su uso a largo plazo, debe contar con dos años de datos que demuestren que es seguro y funciona.
En general, un medicamento puede considerarse eficaz para controlar el peso si, después de un año de tratamiento, al menos el 35% de las personas en el grupo de control (el doble de la proporción de personas del grupo placebo) perdió al menos el 5% de su peso.
Los medicamentos para la pérdida de peso aprobados para uso a largo plazo incluyen orlistat (Xenical), lorcaserin (Belviq) y liraglutida (Saxenda), así como los medicamentos combinados naltrexona-bupropión (Contrave) y fentermina-topiramato (Qsymia).
En un estudio reciente, estos medicamentos ayudaron a las personas con sobrepeso u obesas a perder al menos el 5% de su peso corporal al término de un año, es decir, al menos 4,5 kilos si pesaban 90, en comparación con un placebo. Qsymia y Saxenda se asociaron con las mayores probabilidades de lograr esa cantidad de pérdida de peso.
Perder de 5 a 10% de tu peso corporal está relacionado con la mejora de la presión arterial, los triglicéridos y el azúcar en la sangre, factores que reducen el riesgo de enfermedad cardíaca y diabetes.
“Mucha gente dirá que 5% de tu peso corporal no parece una gran pérdida, pero una pérdida de peso promedio del 5% reduce el riesgo de desarrollar diabetes en un 50%. Eso suena mucho mejor ahora, ¿cierto?”, comenta Aronne, quien dijo tener relaciones en términos de investigación, financiamiento y asesoramiento, con algunas compañías farmacéuticas que comercializan medicamentos para el peso y compañías que fabrican dispositivos para perder peso (el balón EndoBarrier).
Algunos medicamentos se prescriben para un uso diferente al que fue aprobado. Por ejemplo, la metformina es un medicamento que está aprobado por la FDA para la diabetes, pero hay evidencia de que puede producir pérdida de peso incluso en personas sin diabetes.
Cómo funcionan
Todos los medicamentos para perder peso aprobados por la FDA, salvo Xenical, funcionan en las vías hipotalámicas, con el efecto de una disminución del apetito y una mayor sensación de saciedad después de comer, apuntó Aronne. (Xenical inhibe la absorción de las grasas al bloquear las enzimas que las descomponen).
En esencia, cuando demasiadas calorías entran demasiado rápido, esto daña los nervios en el cerebro que reciben las señales hormonales del estómago, el intestino y las células de la grasa que le dicen al cerebro cuánto has comido y cuánta grasa se almacena. Los nervios luego se vuelven resistentes a las señales hormonales, explicó Aronne. Los medicamentos imitan, básicamente, la entrada de más alimento y estimulan más nervios, enviando una señal más fuerte a tu cerebro.
“La gente dice: ‘Sé por qué está gordo, simplemente come demasiado’… pero pasan por alto que hay un cambio físico en estas vías nerviosas que hace que sea difícil retroceder. Si bien comer menos trata temporalmente la obesidad, no cambia la fisiología del cuerpo. Y ahí es donde entra la medicación”.
Aronne compara esta situación con fumar y el cáncer de pulmón. “Si alguien fumara toda su vida y desarrollara cáncer de pulmón, probablemente le dirías a esa persona que deje de fumar, pero ¿esperamos que dejar de fumar sea un tratamiento para el cáncer de pulmón?”.
Factores a considerar
Los medicamentos para bajar de peso no son para todos. Las razones por las que los médicos no pueden prescribirlos incluyen el embarazo y la lactancia, así como cualquier afección médica grave, como un ataque cardiaco reciente, un accidente cerebrovascular o insuficiencia renal, explicó Aronne.
Hay otros factores que los doctores también analizan. Para comenzar la medicación, es mejor cuando el peso ha estado estable por algún tiempo.
“A menudo introducimos los medicamentos cuando uno está ‘estancado’ en un peso estable y no está subiendo ni bajando”, dijo Cummings. Llegar a una meseta en la pérdida de peso (algo común, por ejemplo, entre las personas que hacen dieta y han perdido algo de peso, cuando su metabolismo baja para ajustarse a un tamaño corporal más pequeño) podría justificar la ayuda de un fármaco para salir de la meseta.
Un medicamento debe continuarse solo si se logra una pérdida de peso de al menos 5% del peso corporal después de tres meses. Si ese no es el caso, o si hay problemas de seguridad o tolerancia (por ejemplo, si la presión arterial de alguien aumenta cuando toma fentermina), tal vez sea el momento de probar un medicamento diferente.
“Hay varias opciones… Ninguna medicina es adecuada para todo mundo”, dijo Aronne. “Y el proceso en este momento es… ensayo y error, a fin de minimizar los efectos secundarios y maximizar la efectividad en determinada persona”.
A veces será necesaria una combinación de medicamentos para lograr resultados. “Ahí es donde el especialista en medicina de la obesidad puede ayudar realmente al paciente a trabajar en esto para dar con el medicamento correcto para él”, dijo Cummings.
Los expertos no aconsejan suspender un medicamento para adelgazar que te haya funcionado, esto es, siempre que desees continuar manteniendo tu pérdida de peso.
“Las personas dicen ‘Dame los medicamentos, y cuando pierda el peso, puedo dejarlos’, pero no funciona de esa manera”, advirtió Cummings.
Aronne coincidió, “No les digo a las personas que es para siempre, pero es a largo plazo”.
Tomar un medicamento para bajar de peso no garantiza resultados. “No estamos del todo seguros de por qué algunas personas no responden a los medicamentos”, dijo Aronne.
Si ya has probado diferentes medicamentos para bajar de peso y has descartado otras posibles causas de que no adelgaces, incluidos los hábitos y otras medicinas que provocan aumento de peso, la cirugía bariátrica podría ser una opción.
3. Cirugía
Si tienes mucho sobrepeso y no has podido perder una cantidad adecuada de peso cambiando tu estilo de vida o a través de los medicamentos para perder peso, o si tienes problemas de salud graves relacionados con la obesidad, la cirugía bariátrica es una posible opción.
“Consideras la cirugía cuando fracasan otras terapias para la obesidad”, dijo la nutrióloga Sue Cummings del Massachusetts General Hospital Weight Center. “La persona ha pasado por todo, y ahora tiene diabetes, hipertensión, apnea del sueño, artritis… En ese momento es cuando realmente comenzarías a pensar en la cirugía”.
Procedimiento de la cirugía bariátrica
Las cirugías de pérdida de peso realizadas en Estados Unidos incluyen el ‘bypass’ gástrico, manga gástrica y un procedimiento llamado derivación biliopancreática con cruce duodenal. Este último tiene los mejores resultados en términos de pérdida de peso y la remisión de muchas condiciones médicas asociadas con la obesidad, de acuerdo con Cummings. No obstante, también es el que conlleva más riesgos.
La banda gástrica ajustable es otra opción, aunque los riesgos a largo plazo asociados con la banda han acarreado una disminución significativa en los cirujanos que realizan el procedimiento, detalló Cummings.
Los criterios para una cirugía bariátrica incluyen un índice de masa corporal (IMC) de 40 o superior (o más de 45 kilos de sobrepeso) o un IMC de 35 o superior con problemas de salud incluyendo diabetes tipo 2, presión alta, enfermedad cardiaca o apnea del sueño. (Un IMC de 30 o superior con un problema de salud grave está indicado solo para la banda gástrica).
Las cirugías conducen a una pérdida de peso por dos razones: reducen la cantidad de comida que uno puede ingerir y provocan cambios en las hormonas producidas en los intestinos que ayudan a reducir el hambre, aumentar la saciedad y regular el azúcar en la sangre. En esencia, la razón por la cual la mayoría de las cirugías bariátricas son tan efectivas para generar una pérdida de peso a largo plazo es porque afectan considerablemente la regulación fisiológica del peso corporal, explicó Cummings. Esto finalmente cambia el punto de ajuste de una persona, o el nivel en el que el peso tiende a estabilizarse.
“La cirugía literalmente cambia la forma en que su cuerpo regula el peso corporal”, dijo la experta.
Por ejemplo, el fundus o parte superior del estómago es el sitio principal donde se produce la grelina, una hormona que estimula el apetito. Después de eliminar el fundus en la manga gástrica, la producción de grelina se reduce de forma significativa. En el bypass gástrico y, en menor medida, en la banda, hay un aporte acelerado de nutrientes en la porción del intestino delgado conocida como intestino posterior, que provoca un aumento en la secreción de hormonas que inhiben el apetito e inducen saciedad, según Cummings.
Beneficios y riesgos
La respuesta de un individuo a la cirugía de pérdida de peso varía, aunque en promedio, las personas que se someten a una cirugía bariátrica pierden entre 15 y 35% de su peso inicial. El bypass gástrico tiende a producir más pérdida de peso que la banda o la manga gástrica, dijo Cummings, aunque “cada procedimiento bariátrico estudiado demuestra variaciones diferentes en los resultados entre los pacientes”.
Como consecuencia de la pérdida de peso, la cirugía bariátrica puede mejorar muchas condiciones de salud relacionadas con la obesidad, incluida la diabetes tipo 2, la apnea del sueño, la presión arterial alta, los niveles altos de colesterol, el reflujo ácido y el dolor en las articulaciones. En el bypass gástrico, la mejoría en la diabetes ocurre días después de la cirugía y es independiente de la pérdida de peso. La razón se debe a los cambios hormonales, que mejoran la respuesta de la insulina a los nutrientes, explicó Cummings.
Con todo, los beneficios de la cirugía no están exentos de riesgo y consideraciones a largo plazo. “Entre el 10 y el 20% de los pacientes no pierden una cantidad significativa de peso y otros experimentan una recuperación de peso significativa o prematura”, señaló Cummings.
Las complicaciones de la cirugía pueden incluir infección, hemorragia, mala absorción de nutrientes o deshidratación, así como también úlceras y hernias. Un efecto secundario del bypass gástrico conocido como “síndrome de dumping” (vaciado rápido) puede presentarse poco después de comer y puede provocar náuseas, mareos, debilidad, sudores fríos, dolor abdominal y diarrea.
Los resultados a largo plazo también varían. Según un estudio de 12 años de personas que se sometieron a cirugía de banda gástrica, uno de cada tres experimentó erosión de la banda, y casi la mitad de los pacientes necesitaron que les retiraran sus bandas.
Es importante reconocer que los cambios en el estilo de vida después de la cirugía son sumamente importantes. Eso incluye evitar muchas tentaciones alimenticias que te rodean, como las papas fritas y los panes industriales.
“La cirugía no va a cambiar tu entorno, por lo tanto, combinar los cambios en el estilo de vida con la cirugía producirá los mejores resultados”, dijo Cummings. Esos cambios incluyen comer más alimentos integrales, evitar alimentos refinados y procesados, y aumentar la actividad física todos los días.
Además, se requieren suplementos de por vida de vitaminas y minerales, entre ellos hierro, calcio, ácido fólico, vitaminas B12 y B1 y vitamina D. “El riesgo de deficiencias aumenta a medida que un paciente progresa a partir de la cirugía, por lo que todos los pacientes necesitan que sus laboratorios nutricionales sean monitoreados anualmente de por vida”, dijo Cummings.
La decisión de someterse a una cirugía de pérdida de peso no es fácil. Cada paciente debe estar completamente informado de los riesgos y los beneficios, y debe ser evaluado por un equipo multidisciplinario que incluya un cirujano, un médico (su médico primario y/o un especialista en medicina de la obesidad), un nutriólogo y un profesional de la salud mental, explicó Cummings.
Además, se debe realizar un análisis completo del riesgo-beneficio.
“¿Los beneficios superan los riesgos? Si la respuesta es sí, la cirugía es la terapia más efectiva”, dijo Cummings, y agregó que “los datos muestran una mayor esperanza de vida debido a la remisión y/o resolución de más de 190 afecciones médicas asociadas con la obesidad, como diabetes tipo 2, enfermedad cardíaca, apnea del sueño, presión arterial alta, insuficiencia renal y otras más”.
Lisa Drayer es nutricionista, autora y colaboradora de nutrición y salud en CNN.