(CNN) — Pensar en vacunas puede traer a la memoria esa imagen del pinchazo contra la gripe cada año, o llevar a tus hijos para ponerles sus inmunizaciones contra la polio o el sarampión. El cáncer raramente viene a la mente cuando la gente habla de vacunas, pero esto parece estar cambiando.
Durante varias décadas, las vacunas contra el cáncer han emergido como una forma de inmunoterapia, un tratamiento de aproximación que estimula o restituye el propio sistema inmune del cuerpo para tanto ayudar a prevenir el cáncer como ayudar en el tratamiento de uno existente.
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La vacuna HPV es una de las más conocidas para prevenir el cáncer. Ayuda a prevenir la infección del papiloma humano (HPV, por sus siglas en inglés). Algunas de estas infecciones se asocian con los cánceres de cuello de útero, vagina, vulva, pene, ano, recto y cánceres de cabeza y cuello.
En cuanto a las vacunas para el tratamiento del cáncer, la primera en ser aprobada por la Dirección de Medicinas y Alimentos de Estados Unidos es la Provenge —o sipuleucel-T—, que aprovecha el propio sistema inmune del paciente para atacar a las células cancerígenas. La vacuna está aprobada para su uso en algunos casos de cáncer de próstata.
“Tanto usado para la prevención de enfermedades infecciosas como para la prevención y el tratamiento de cáncer, la vacuna trabaja con mecanismos muy similares: ellas enseñan al sistema inmune a reconocer los gérmenes infecciosos o las células cancerígenas como algo extraño que necesita ser eliminado”, dijo el doctor Dmitriy Zamarin, inmunólogo contra el cáncer en el Centro contra el Cáncer Memorial Sloan Kettering en Nueva York que investiga las vacunas contra el cáncer.
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“En el caso del cáncer, varias estrategias de vacunas enseñan al sistema inmune a reconocer una proteína, también conocida como antígeno, o a parte de una proteína que está presente en la superficie de las células cancerígenas pero no en células normales”, explicó. “Al dirigirse a estas proteínas, el sistema inmune puede específicamente eliminar las células del cáncer mientras deja a las normales intactas”.
La investigación sobre el cáncer
Desde que en el siglo XIX el hombre que es considerado “el padre de la inmunoterapia”, el doctor William Coley, descubrió que algunas infecciones febriles se asociaban con las regresión del cáncer, la investigación sobre esta enfermedad ha avanzado mucho.
Uno de los grandes hitos en la vacunación del cáncer vino en 2010, cuando la Dirección de Medicinas y Alimentos (FDA) aprobó la Provenge para el tratamiento del cáncer de próstata. Cinco días después, científicos de Cuba y Estados Unidos colaboraron para desarrollar una vacuna terapéutica contra el cáncer de pulmón. Sus primeras pruebas sugirieron que el tratamiento podría ayudar a pacientes menores de 60 años a vivir, de media, 11 meses más que si no recibían el tratamiento.
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En 2016, investigadores encontraron que una vacuna contra el cáncer personalizada con las propias células de los pacientes de leucemia podía proteger contra la recaída de la enfermedad.
Sin embargo, mientras que varios estudios han demostrado que ciertas vacunas contra el cáncer son efectivas, otras pruebas no han tenido tantos éxitos.
Así, mientras que las investigaciones continúan, los científicos están centrando su atención en las vacunas personalizadas contra el cáncer, lo que significa que la vacuna podría adaptarse a las mutaciones específicas de las células cancerosas de un paciente.
2018: lo que depara el futuro para las vacunas contra el cáncer
Este año, dos estudios separados liderados por investigadores de la Universidad de Stanford han demostrado que las vacunas experimentales son posibles tratamientos para los cánceres en ratones.
Uno, publicado la pasada semana en la revista Science Translational Medicine, demostró que una vacuna eliminó restos de cáncer en ratones, incluso cuando los cánceres habían sido generados genéticamente.
“Cuando no funcionó en los pocos ratones en los que no lo hizo, pudimos rehacer el tratamiento y hacerlo funcionar. Así que los tumores que escapaban no eran resistentes a este tratamiento, solo se estaban alejando de la respuesta inmune por casualidad”, dijo el doctor Ronald Levy, profesor de oncología en la Universidad de Stanford y autor principal del estudio.
Los investigadores desarrollaron la vacuna para centrarse en antígenos en los tumores en el ratón. En su estudio, se dieron cuenta de que la vacuna era “capaz de competir contra” la genética en la erradicación del cáncer a pesar de que los ratones fueron diseñados para desarrollar la enfermedad, explicó Levy.
El otro estudio de Stanford, publicado el jueves en la revista Cell Stem Cell, los investigadores encontraron que una vacuna contra el cáncer desarrollada con células madre pluripotentes inducidas resultó efectiva para prevenir el crecimiento de cánceres de mama, pulmón y piel.
“Hace 50 años se desarrollaron las vacunas contra el sarampión, las paperas y la rubéola, que salvaron muchas vidas”, dijo Nigel Kooreman, autor principal del estudio y postdoctorando en la escuela de Medicina de la Universidad de Stanford. “¿No sería maravilloso que, en 20 años, la gente se vacunara con sus propias células madre pluripotentes inducidas para prevenir el cáncer?”.