(CNN) – Donald Trump, presidente de Estados Unidos, suele criticar a los últimos tres antecesores por dejarle una pesadilla en Corea del Norte: la amenaza de que el estado aislado pueda lanzar pronto un arma nuclear directamente a territorio continental de Estados Unidos.
Pero a medida que se produce un deshielo antes de la primera cumbre entre Corea del Norte y Corea del Sur en una década, Donald Trump podría estar a punto de ser arrastrado por el mismo camino diplomático frustrante, ilusorio e inconcluso de sus predecesores.
Mientras el líder norcoreano, Kim Jong Un, hábilmente maniobra para dividir a Washington y Seúl, y desarrolla una intrincada estrategia que podría atraer a Rusia y China, Trump no tiene más opción que mirar.
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Hacer cualquier otra cosa dividiría la alianza entre Estados Unidos y Corea del Sur, crucial para resolver la crisis nuclear, y podría fracturar la presión global sobre Pyongyang y poner a EE.UU. a planear una guerra horrenda.
Pero al permitir que la diplomacia se desenvuelva, Trump corre el riesgo de acabar en el mismo viejo juego de política arriesgada y provocaciones de Corea del Norte, seguido de ofertas de diálogo y concesiones que han hecho tropezar a presidentes anteriores.
¿La historia se repite?
Donald Trump es consciente del desafío que enfrenta y del riesgo de que pueda caer en una trampa conocida.
“Las declaraciones provenientes de Corea del Sur y Corea del Norte han sido muy positivas”, dijo Trump el martes, luego de que Pyongyang transmitiera el mensaje, mediante Corea del Sur, de que estaba listo para hablar sobre la desnuclearización, la demanda clave de Estados Unidos.
Trump también dijo que las sanciones que su gobierno había puesto en marcha junto con China habían sido “muy fuertes”, pero dio una opinión inusualmente optimista de Corea del Norte.
“Creo que son sinceros, espero que sean sinceros. Pronto lo descubriremos”, dijo.
La prudencia de Trump contrastaba con su retórica incendiaria de “fuego y furia” sobre Corea del Norte y la calificación a Kim como “hombre cohete”, que puso nervioso al mundo el año pasado.
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¿Qué quiere Trump?
Si bien el presidente fue conciliador, altos funcionarios estadounidenses comunicaron que la dura posición de Estados Unidos no había cambiado.
Un alto funcionario dijo a los periodistas que Estados Unidos quiere “movimientos creíbles” hacia la desnuclearización de Corea del Norte antes de iniciar diálogos directos. El funcionario también dijo que los ejercicios militares conjuntos planeados entre Estados Unidos y Corea del Sur seguirían dándose.
La estrategia de la Casa Blanca parece ser un intento de darle espacio al presidente de Corea del Sur Moon Jae para trabajar su iniciativa. Si fracasa, la deferencia y el aliento de Estados Unidos desde el principio podrían evitar que se culpe al gobierno de Donald Trump.
Escepticismo en Washington
No sorprende el alto escepticismo en la capital de Estados Unidos. Después de todo, Corea del Norte acordó en 1994 y 2005 renunciar a su arsenal nuclear y no cumplió.
“Tal vez sea un gran avance, pero lo dudo”, dijo el Director de Inteligencia Nacional, Dan Coats. “Pero como dije, la esperanza es infinita”.
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Robert Gallucci, que negoció el marco del acuerdo del presidente Bill Clinton en 1994 con Corea del Norte, advirtió que la palabra de Pyongyang demostró haber valido poco.
Christopher Hill, un exnegociador de EE.UU. con Corea del Norte, y quien también se desempeñó como embajador en Seúl, también se resiste a proclamar un gran avance, pero dijo que la apertura valía la pena.
Asientos vacíos en la mesa de Estados Unidos
La velocidad de la diplomacia entre Corea del Norte y Corea del Sur también corre el riesgo de tomar desprevenido a Washington.
El gobierno de Trump lleva más de un año, pero aún no ha nombrado un embajador en uno de los puestos más importantes, la embajada en Seúl.
“El diálogo es algo bueno y cualquier forma de atenuar las tensiones, la falta de comunicación o el error de cálculo de los EE.UU., Corea del Sur o Corea del Norte son buenas cosas”, dijo Jung H. Pak, un exanalista de la CIA que ahora está en Brookings Institution, en el programa “Amanpour” de CNN. “
“Pero creo que todos tenemos claro que queremos entrar en esto con los ojos muy abiertos”.