(CNN) – La impactante decisión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de reunirse con el líder de Corea del Norte, Kim Jong Un, establece la posibilidad de la cumbre diplomática más alucinante de la historia moderna.
Trump, una estrella de reality show convertida en un presidente poco convencional, ha apodado “pequeño hombre cohete” a Kim y hasta amenazó con lanzar fuego y furia contra Corea del Norte, aumentando así los temores sobre una guerra devastadora en la última frontera de la Guerra Fría.
Por su parte, Kim, un corpulento hombre de algo más de 30 años –cuyos medios estatales calificaron recientemente a Trump de ser un “anciano lunático embaucador”–, lidera un estado de prisión, se deshace de sus enemigos y se comprometió a destruir a Estados Unidos en una nube nuclear.
Si llega a ocurrir esa reunión, anunciada por una delegación de Corea del Sur en la Casa Blanca durante la noche de este jueves, marcaría un un momento sin precedentes en la historia de enfrentamientos entre los dos países, que ya cumple 70 años.
A corto plazo, un encuentro podría calmar las crecientes tensiones entre Estados Unidos y Corea del Norte. Las mismas que han provocado fuertes temores acerca que los dos países se dirigen a un paso acelerado hacia un choque que podría asesinar a millones de personas en la península de Corea.
“Creo que este es un paso positivo. Creo que el mundo está respirando con alivio”, le dijo a CNN Leon Panetta, exjefe de la CIA y exsecretario de Defensa, advirtiendo que será necesaria una compleja planificación diplomática y mucha atención a los detalles.
Ahora, las conversaciones podrían representar un gran riesgo para Trump, quien estaría poniendo su propia credibilidad y el prestigio de Estados Unidos sobre la mesa. Hasta el momento, hay pocas señales de que haya asegurado intercambios significativos para dar semejante paso.
Durante décadas, la dinastía Kim ha utilizado la coerción diplomática y la política de riesgo calculada junto a ofertas de conversaciones y exigencias para concesiones, todo con el objetivo de engañar y continuar con su búsqueda de un arsenal nuclear, así como de preservar un régimen tiránico desafiando a EE.UU.
Así que hay una posibilidad bastante real de que Trump esté dirigiéndose hacia una trampa masiva.
Además, las preocupaciones sobre su enfoque aumentarán por la forma impulsiva cómo anunció la noticia, irrumpiendo en la sala de informes de la Casa Blanca para decirles a los periodistas que esperaran un gran anuncio.
Los principales funcionarios del Pentágono, e incluso sus mismos asesores en la Casa Blanca, desconocían que algo estaba en marcha hasta que Trump apareció ante los reporteros. El secretario de Estado, Rex Tillerson, quien había advertido previamente que las conversaciones con Pyongyang eran una posibilidad lejana, se encontraba a miles de kilómetros de distancia, en África.
La propia inexperiencia de Trump en las negociaciones diplomáticas de alto riesgo también aumenta el tamaño de su apuesta. Por otra parte, no hay evidencia de que Kim se haya reunido alguna vez con otro jefe de Estado.
Décadas de hostilidad
Es imposible sobreestimar la desconfianza que existe entre Corea del Norte y EE.UU. 70 años después del final de la Guerra de Corea, que nunca terminó oficialmente ya que no se alcanzó un acuerdo formal de paz.
Es por eso que muchos analistas, expertos en política exterior y funcionarios del Pentágono permanecen escépticos frente a la reunión, si se realiza.
“El abismo de la desconfianza es tan grande entre las dos partes que se necesitará una persistencia extraordinaria para alcanzar una base común sobre la que ambos lados puedan trabajar juntos”, señaló Scott Snyder del Consejo de Relaciones Exteriores.
Y hasta ahora el presidente Trump ha mostrado pocas señales de que sus capacidades elogiadas para alcanzar acuerdos se hayan trasladado del negocio inmobiliario a la política o a la diplomacia. Aún así, él está enfrentando una de las disputas más difíciles del último siglo.
Pero las conversaciones también podrían ser una gran recompensa para un mandatario que, envuelto en el escándalo, es visto con veneno en gran parte del mundo y está en riesgo de convertirse en un presidente con un solo periodo de gobierno, a menos de que pueda rescatar su hundida popularidad.
De hecho, en el corto plazo, la noticia de este jueves distraerá tanto el creciente escándalo del supuesto romance que mantuvo Trump con la estrella porno Stormy Daniels, como la implacable investigación del fiscal especial Robert Mueller en las profundidades de la Casa Blanca.
Si continúa, la reunión de Trump con Kim pasará a la historia junto a golpes maestros como el cortejo de Richard Nixon a la China de Mao Zedong.
Además, si el encuentro logra reducir significativamente las tensiones podría valer la pena en sí mismo. Y, en última instancia, llegar a una resolución pacífica de la crisis sería un logro político tan importante e histórico como la victoria de Estados Unidos sobre la Unión Soviética.
Tales apuestas apelan al ego de Trump, y él disfrutaría la oportunidad de tener un logro diplomático que ninguno de sus predecesores alcanzó.
Las intenciones de Kim
La invitación de Kim Jong Un llega después de una ráfaga de actividades por parte del líder norcoreano, incluyendo su decisión de enviar un equipo a los Juegos Olímpicos de Invierno en Corea del Sur.
Apenas con asegurar una reunión con Trump, Kim podría lograr algo que Corea del Norte ha perseguido durante décadas: la legitimidad de estar junto a un presidente estadounidense en igualdad de condiciones.
Un enfoque tradicional de la diplomacia usaría la carnada de las conversaciones presidenciales para garantizar concesiones serias, como acuerdos de Corea del Norte para detener el lanzamiento de satélites y permitir las inspecciones de sus plantas nucleares.
Si Trump renunciara a la ventaja que implica su visita por una foto gloriosa y no lograra obtener de Kim un compromiso previo de desnuclearización verificable, la reunión sería ampliamente retratada como un fracaso que aplastaría la credibilidad de Estados Unidos.
Sin mencionar que Kim también está jugando una estrategia a largo plazo, con la esperanza de mantenerse en el poder mucho después de que Trump se haya ido de la presidencia. Además, tras un periodo exitoso de pruebas de sus misiles balísticos intercontinentales y nucleares, ahora puede sentir que le conviene un largo proceso diplomático.
Las primeras informaciones revelaron que Trump accedió una reunión sin obtener algo tangible a cambio por parte de Kim, así como que tiene la intención de manejar el proceso él mismo. Los surcoreanos dijeron que el encuentro podría ser en mayo.
Todo lo que Trump consiguió por su acuerdo de reunirse con Kim fue una vaga tarea de desnuclearización por parte de los norcoreanos y un acuerdo para abstenerse de futuros ensayos nucleares y de misiles, sin ninguna garantía.
Pero se necesitará tiempo y trabajo antes de que Estados Unidos y Corea del Norte lleguen al punto de negociar, sostienen los analistas y funcionarios. Y la historia también indica que las posibilidades de éxito pueden ser escasas.