(CNN) – El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sorprendió al mundo en la noche de este jueves cuando anunció que aceptaría la invitación del líder de Corea del Norte, Kim Jong Un, para reunirse en algún momento de aquí a mayo.
Suponiendo que el encuentro de hecho suceda, Trump será el primer mandatario estadounidense en funciones que hablará –ya sea en persona o por teléfono– con un gobernante norcoreano.
Independientemente de si te gusta Trump o lo odias, no puedes concluir nada diferente a que esto se trata de una apuesta masiva… masiva: algo que no hemos visto por parte de un presidente, en términos diplomáticos, durante mucho tiempo.
Y, en retrospectiva, tiene todo el sentido del mundo que Trump esté dispuesto a tirar los dados en un escenario así de complejo. De hecho, la decisión de reunirse con Kim es algo muy cercano a la idea platónica del Trumpismo.
Estas son las cinco razones que lo explican:
1. Trump, el negociador: cuando el hoy presidente de Estados Unidos se mira en el espejo, ve a alguien excepcionalmente capaz de unir a personas que nunca se habían acercado antes. Y, por supuesto, de propiciar un acuerdo. Él cree de sí mismo que es uno de los mayores negociadores de la historia. Como tal, debe intentar abordar los mayores desafíos de negociación a nivel mundial. De ahí que encontrar un camino para lograr una Corea del Norte más estable y desnuclearizada sea la vara más alta que encontró para ratificar su posición.
2. Trump, el que hace historia: casi todos los discursos de Trump están salpicados de algunos términos como “nunca antes se había hecho”, “histórico”, “lo más grande” o “primero”. A él le encanta ir a donde nadie más ha llegado antes, o al menos, a donde él cree que nadie ha llegado. (También tiene la marcada tendencia de decir que está haciendo historia –la mayor multitud en una toma de posesión, etc.– cuando los hechos sugieren lo contrario). La posibilidad de ser el primer presidente estadounidenses en funciones que se reúne con Kim es simplemente demasiado atractiva –para su afición a las “primeras veces”– como para dejarla pasar por alto.
3. Trump, el nada convencional: Trump disfruta con la idea de enloquecer a la clase política al hacer cosas que preocuparán a todos en Washington mientras él simplemente irá a conseguirlas. Además, le encanta romper esquemas. De hecho, apela a su persistente sensación de que las personas inteligentes en realidad no lo son tanto. Y a su rencor por no haber estado incluido en el “club de los niños geniales”. Siempre hay un elemento de “espera hasta que me conozcan” en el hoy presidente.
4. Trump, el trabajador autónomo: en el prólogo de su libro Art of the Deal, Trump escribió la manera en que le gustaba empezar el día: un escritorio limpio, una agenda vacía. No le agradaba hacer planes, prefería reaccionar a lo que el día le trajera. Así que su gran estrategia era simplemente un montón de tácticas unidas. Trump llevó esa misma mentalidad a la Casa Blanca: le ha puesto freno a los intentos de su personal por mantenerlo al tanto de mensajes durante un día o incluso una semana. Él valora su “tiempo ejecutivo”, cuando pasea por la residencia, viendo televisión y tuiteando. Trump confía en su instinto, incluso si dice algo diferente a todos los cerebritos de su gobierno.
5. Trump, la estrella de reality: los antecedentes de Trump como estrella y productor de programas de reality nunca están lejos de su pensamiento. Sabe que la reunión entre él y Kim tendrá todos los ojos del mundo encima. ¡Por dios!, incluso el anuncio del encuentro salió directamente del manual de los realities de televisión: “¡Estén atentos para un gran anuncio más tarde!”. Dada la cantidad de ojos potenciales que estarán viendo la reunión Trump-Kim, fue literalmente una oportunidad que él nunca podría (ni dejaría) pasar.