(CNN Español) – La desmovilización de la guerrilla de las FARC en 2016 cambió el panorama del negocio de la cocaína en Colombia, pues los guerrilleros disidentes están creando mafias que controlan el negocio en el sur del país. Así lo establece el más reciente reporte del Observatorio Colombiano de Crimen Organizado, coordinado por la Fundación InSight Crime y la Universidad del Rosario en Bogotá, publicado este miércoles.
El reporte titulado “La nueva generación de narcotraficantes colombianos post-FARC: ‘Los Invisibles’”, establece que luego de la desmovilización de la guerrilla de las FARC en 2016 —tras un proceso de paz de 4 años—, la etapa 1 del proceso de comercio de la cocaína tuvo un cambio trascendental.
El papel de la guerrilla de las FARC en el proceso primario del negocio (siembra y cultivo; cosecha, producción de base de coca, y su transporte a los puntos de salida fronterizos) era muy importante, dice el reporte, y a la hora de desmovilizarse, este grupo dejó un “vacío de poder en el centro de comercio de drogas colombiano”.
Es cuando en la escena del narcotráfico aparecen los disidentes de esa guerrilla, integrantes de las FARC que se distanciaron del proceso de paz y continuaron con la lucha armada. Estos “parecen estar más comprometidos con el narcotráfico que con la revolución”, dice el informe de InsightCrime.
Estas disidencias, nombradas como ‘FARCrim’ por los investigadores, continuaron sus actividades en áreas donde la guerrilla de las FARC había operado tradicionalmente, expandiendo su operación en los departamentos de Meta, Caquetá, Vichada, Guainía, Vaupés y Vichada, en zonas donde hay rutas del narcotráfico en las fronteras con Venezuela y Brasil.
Las zonas de acción de las FARC que entrega InsightCrime coinciden con un reporte de Fundación Ideas para la Paz de febrero de 2018 sobre la presencia de disidencias de las FARC en el sur de Colombia. Según ellos, las disidencias estarían accionando en antiguas zonas de influencia de las FARC en el oriente y sur del país, así como en Antioquia y en Arauca.
Los riesgos de los nuevos grupos delincuenciales
Insigth Crime advierte potenciales riesgos del desarrollo de este nuevo ‘modus operandi’ de los disidentes.
En primer lugar está la conformación de una “red criminal” integrada por antiguos combatientes de las FARC que pueda llegar a dominar la producción de la cocaína en el país. Según los investigadores, estos nuevas bandas delincuenciales al servicio del narcotráfico podría servir como “imán” para exguerrilleros que se desmovilizaron tras el proceso de paz de 2016 y producir un “reciclaje de las economías criminales y de antiguos guerrilleros”.
“[Los exguerrilleros] Regresarán al lugar de donde vinieron y se dedicarán a lo que hacían antes del acuerdo de paz”, dice el informe.
También están lo que los investigadores llaman “las FARC ocultas”, que son guerrilleros que quedaron por fuera del proceso de paz y que han incursionado en el negocio del narcotráfico por sí mismos.
“Ahora las ganancias no están destinadas al financiamiento de una causa insurgente”, dice el informe. “Este dinero llegará a sus bolsillos y se destinará al desarrollo de estructuras criminales que crecerán en poder y sofisticación, corrompiendo a los gobiernos locales y empleando a las comunidades locales, que a su vez las protegerán”.
Además, las FARCrim no solo dominarían el negocio de la producción, sino que también podrían incursionar en la etapa 2 de la cadena de narcotráfico: el transporte internacional como lo hacen los carteles de droga internacionales.
Reactivación de los excombatientes
Otro riesgo del narcotráfico en la era del posconflicto, según el reporte, es la posible reactivación de milicianos que estaban al servicio de las FARC y que no hicieron parte del proceso de desmovilización.
Insight Crime asegura que la desmovilización de las FARC no ha terminado completamente, pues aunque las FARC hayan desmovilizado a unos 6.800 guerrilleros y más de 1.500 milicianos, ellos calculan que aún hay 18.000 milicianos.
“Creemos que algunos de los miembros de estas FARC ocultas siguen siendo leales al movimiento y hacen parte de un Plan B que los guerrilleros pusieron en marcha antes de rendirse”, dice el informe. Según los investigadores, las FARC ocultas tendría acceso a armas ocultas y estaría dispuesta a reanudar las acciones armadas si el gobierno no cumple con lo pactado en el proceso de paz.
En 2016, el presidente Juan Manuel Santos dijo que luego de la firma del proceso de paz con las FARC, serían alrededor de 17.000 los desmovilizados: unos 7.500 hombres armados y al menos 10.000 los milicianos.
CNN en Español no ha obtenido respuesta de la FARC hasta el momento a la solicitud de un comentario sobre este tema.
‘Los invisibles’, la nueva generación de narcos colombianos
Otro de las transformaciones del mundo del narcotráfico que resalta el informe en la era pos-FARC es el surgimiento de ‘Los Invisibles’, narcotraficantes que no son ostentosos ni viven en el mundo de la criminalidad, sino que vivirían de empresas legales creadas por familiares que se dedicaron en años anteriores a los negocios ilegales.
“Tienen el aspecto de un hombre de negocios respetable”, dice el informe. “Es más probable que los narcotra cantes colombianos de hoy se vistan en Arturo Calle en vez de hacerlo en Armani, que usen zapatos clásicos europeos, en lugar de botas de cocodrilo, que conduzcan un Toyota en vez de un Ferrari, y que vivan en un apartamento de clase media alta, en lugar de habitar una mansión con grifería de oro”.
El riesgo de esta nueva clase de narcos, es que pasan desapercibidos sin llamar la atención de las autoridades. Y como son generaciones que han aprendido que “la violencia es contraproducente para el negocio”, según el reporte, son más propensos a la corrupción.
“La cuarta generación seguirá privilegiando la plata en lugar del plomo”, dice el informe.
El documento hace una serie de recomendaciones para luchar contra el crimen organizado y evitar la propagación de nuevas bandas de narcotraficantes como generar una estrategia para atacar el nivel 1 (producción) en vez de centrarse en las etapas 2 y 3 (transporte internacional y venta al menudeo) de la cadena del narcotráfico; fortalecer la lucha contra la corrupción y crear una estrategia global o al menos regional para el tráfico de cocaína, para evitar que los narcos colombianos saquen provecho de este negocio.