Nota del editor: Julian Zelizer es profesor de historia y asuntos públicos en la Universidad de Princeton y editor de “La presidencia de Barack Obama: una primera evaluación histórica”. También es el coanfitrión del podcast “Politics & Polls”. Síguelo en Twitter: @julianzelizer. Las opiniones expresadas en este comentario son suyas.
(CNN) — Los republicanos deberían estar preocupados sobre la entrevista a la actriz porno Stephanie Clifford en el programa de Anderson Cooper ’60 Minutes’. La entrevista a la actriz, también llamada Stormy Daniels, llega días después de que el presentador de CNN entrevistara a la exmodelo de Playboy Karan McDougal.
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Mientras ellos escuchan a las mujeres contar historias de las relaciones que ellas dicen que tuvieron con el casado Donald Trump (‘affairs’ que él niega), los republicanos no deberían dejar de pensar en lo que esto significa para las elecciones de mitad de periodo, que son en noviembre.
En las elecciones especiales, los republicanos han estado luchando para retener escaños vacantes incluso en distritos de color rojo intenso, ya que el efecto Trump comienza a tener consecuencias. Y el potencial de los votos de las mujeres para determinar el resultado de las intermedias es inmenso.
Hay muchas partes en la historia de Daniels que quizá no añadirán nada a las lascivas e inquietantes historias sobre la vida privada de Trump. Los detalles de la supuesta infidelidad a Melania y sus pecaditos sexuales, así como las imágenes que estarían en el misterioso CD o DVD tuiteado por el abogado Michael Avenatti, no es probable que muevan la aguja política, dado que la mayoría del público ya tiene una idea bastante clara sobre cómo es el presidente como persona.
Si estas entrevistas te están abriendo los ojos, probablemente no has estado muy atento. Incluso los votantes evangélicos que han decidido dejar a un lado sus principios y dar a Trump una segunda oportunidad por sus nominaciones derechistas para jueces nunca creyeron que el presidente Trump fuera un ángel.
La mayoría de los republicanos permanecerá leal al partido y es poco probable que vean a Stormy Daniels como algo más que otro capítulo en la vida de Donald y los esfuerzos de los medios por vapularle. Las revelaciones de pagos a cambio del silencio de la mujer, así como los miedos de la campaña de Trump de que él podría estar comprometido, podrían jugar parte en la investigación de Robert Mueller, pese a que ahora mismo las conexiones son tenues.
Pero una forma en la que la historia de Daniels podría tener un efecto político muy real es por su habilidad por energizar el voto de la mujer, especialmente de esa mujer blanca con estudios. Desde el inicio de su presidencia, Trump tiene un problema de género. Hillary Clinton ganó el 54% del voto femenino. La primera protesta masiva en su contra, la Marcha de las Mujeres del 21 de enero de 2017, movió a cientos de miles de mujeres en el país.
El presidente no ha hecho nada para disipar las preocupaciones de que él es un sexista que desdeña cualquier política que pretenda alcanzar la equidad de género y que es propenso a abrazar el tipo de “charla de vestuario”, como él lo llamó. Eso quedó patente en la infame cinta “Access Hollywood” que surgió durante las elecciones. Mientras que muchos estadounidenses tenían la esperanza de que la candidatura de Clinton sería un hito histórico en la lucha por la calidad de género, la historia resultó de manera diferente. La victoria de Trump pareció a muchas mujeres como un gran paso atrás.
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En el periodo que siguió a su elección, muchas mujeres votantes se han vuelto más decididas a revertir el daño que su victoria causó. El movimiento #Metoo puso el tema del acoso sexual en el centro de la conversación nacional. Activistas derribaron a numerosas figuras destacadas en industrias clave y han creado una inmensa presión para transformar las reglas y normas del comportamiento en el lugar de trabajo.
El enfado de muchas mujeres entre el electorado podría ser decisivo en las elecciones de mitad de periodo. Con un número récord de mujeres postulándose como candidatas, muchas mujeres están determinadas a sacudir Washington.
Si las votantes mujeres que se oponen a Trump participan en gran número, pueden ser la clave para elegir una Cámara y Senado de tendencia demócrata. Ronald Brownstein ha apuntado que el 62% de las mujeres con educación universitaria planean votar por los demócratas en noviembre. Según una encuesta de NBC News/Wall Street, la calificación de favorabilidad del presidente entre las mujeres blancas con estudios universitarios ha disminuido del 32% al 27%. Y los republicanos solo reciben calificaciones positivas del 23% de este grupo. En las elecciones especiales en Virginia, Alabama y Pensilvania, los republicanos obtuvieron malos resultados con las mujeres votantes.
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Y los números del presidente también han caído entre las mujeres blancas ‘de cuello azul’ que fueron importantes para su victoria en noviembre pasado. En RealClear Politics, David Brady y Brett Parker recientemente relataron cuán débil es el entusiasmo por su presidencia entre las votantes, y la creciente brecha de género entre las partes.
Las elecciones de mitad de periodo suelen estar determinadas por sentimientos sobre el presidente más que por su oposición. Esto es lo que impulsa la participación.
Para ser sinceros, las elecciones intermedias casi siempre son malas para el partido presidencial, pero algunos años van realmente mal. Cuando los opositores están muy motivados para presentarse el día de las elecciones –como los republicanos lo hicieron en 1994 y 2010 y los demócratas lo hicieron en 2006– y el propio partido del presidente está deprimido por su líder, los resultados pueden convertirse en una oleada. La mayoría de los expertos coinciden en que esta posibilidad está sobre la mesa.
Donald Trump ha representado, tanto simbólicamente como en términos de la agenda política, una presidencia reaccionaria hacia el movimiento feminista que ha empujado al país hacia una mayor igualdad de género. El tumulto diario en la Casa Blanca y la investigación del fiscal especial Robert Mueller crean problemas para Trump. Pero el factor decisivo que podría poner freno institucional real a este presidente bien podría ser el voto de las mujeres.