Nota del editor: Rebecca Bodenheimer es una escritora freelance y una académica sobre Cuba con un doctorado en etnomusicología. Escribe sobre Cuba, sobre la cultura popular, identidad y educación superior estadounidense. Los puntos de vista expresados en esta columna pertenecen solo a ella.
(CNN) — Algunos ideólogos republicanos están impugnando el carácter de Emma González, la joven ferozmente honesta que se volvió la voz líder del movimiento por el control de armas desde el tiroteo masivo en la escuela secundaria Marjory Stoneman Douglas en Parkland, Florida, el mes pasado.
Tal vez uno de los más confusos ataques vino del representante republicano de Iowa, Steve King, quien sugirió que González estaba expresando su apoyo a una dictadura comunista al usar un parche de la bandera de Cuba en su chaqueta durante la Marcha por Nuestras Vidas en Washington, el 24 de marzo.
Haciendo a un lado por un momento la posibilidad real de que la afirmación de King fuera simplemente una estratagema cínica para distraer al público de un tema real —la urgente necesidad de leyes de control de armas más estrictas— su comentario revela una falta de comprensión sobre el significado de la bandera cubana, y, por tanto, sobre la mayoría de banderas que se portan fuera de sus países de origen.
La bandera de Cuba no es un símbolo de la orientación política, como sugiere King, sino por el contrario, un símbolo de pertenencia nacional, independiente de la creencia ideológica. Y una razón por la que King y muchos estadounidenses no entienden esto es porque la bandera de Estados Unidos ha llegado a representar para muchos una ideología específica que algunos consideran xenófoba o militarista.
Si bien es absurdo argumentar que un símbolo que representa a toda una nación de personas podría significar una sola cosa, existe un claro contraste entre las connotaciones contemporáneas entre las banderas de Cuba y Estados Unidos: la primera está atada con la identidad étnica, mientras que la segunda está vinculada con la ideología política.
Mientras para muchos la bandera de Estados Unidos significa patriotismo, orgullo nacional, deber militar o el excepcionalismo estadounidense (investigaciones ha mostrado que exponer la bandera aumenta los sentimientos de nacionalismo), la visualización de muchas otras banderas nacionales usualmente son símbolo de un sentido de orgullo étnico, particularmente cuando se muestran en el extranjero.
Y allí es donde llega la decisión de Emma González de portar una bandera cubana. Después de los comentarios del representante republicano, ella y su familia sintieron la necesidad de explicar esta decisión, y lo hicieron a través de la representante republicana por la Florida, Ileana Ros-Lehtinen (una cubanoestadounidense famosa por su oposición al régimen de los Castro en Cuba), quien tuiteó que Miami está lleno de familias cubanoestadounidenses que orgullosamente portan la bandera cubana, independientemente de sus sentimientos hacia el gobierno de La Habana.
De hecho, tanto seguidores como críticos de la revolución cubana han utilizado históricamente la bandera del país para sus propios propósitos. Así se vio en las imágenes de Miami y Cuba cuando los cubanos reaccionaron a la noticia de la muerte de Fidel Castro. Las primeras, una celebración masiva; las segundas, un duelo masivo.
Pero la bandera cubana no solo no es representativa de una ideología política, sino que tampoco fue diseñada por un cubano. Como comentó en Twitter el historiador cubanoestadounidense Andrés Pertierra: “La bandera no fue creada en 1959. De hecho, tiene sus orígenes en el movimiento anexionista del siglo XIX”.
El diseño de la bandera cubana fue concebido en 1850 por el general venezolano Narciso López, quien vivía en Estados Unidos en ese momento. Aunque la meta final de López era la independencia de España (no necesariamente la anexión de Cuba a Estados Unidos), él cortejó tanto a los anexionistas sureños (a favor de la esclavitud) como a los del norte (a favor de la abolición) para ganar apoyo para su revuelta anticolonial en Cuba.
La bandera cubana ha sido usada para representar un gran espectro de ideologías políticas y proyectos en los últimos dos siglos: la anexión a Estados Unidos, la independencia de España, el socialismo cubano y el sentimiento anticomunista de los exiliados cubanos. Y ahora está siendo utilizada por una joven cubanoestadounidense que lucha por el control de armas, que se define como bisexual y cuya aparición desafía la nociones ampliamente aceptadas de la feminidad en Estados Unidos y en Cuba. Y apareció en la Marcha por Nuestras Vidas.
Consideren, por el contrario, el uso de la bandera en la protesta de Colin Kaepernick, en la que el mariscal de campo de los 49ers de San Francisco se negó a levantarse durante el canto del himno nacional con el fin de protestar contra la brutalidad policial. El mismo Kaepernick estableció un vínculo entre la bandera de Estados Unidos y el racismo institucional cuando dijo que “no voy a levantarme y mostrar orgullo ante la bandera de un país que oprime a la gente negra y a las personas de color”.
Las acciones de Kaepernick tuvieron predeciblemente una crítica ferviente por los conservadores de derecha. Incluso después de que Kaepernick fuera efectivamente suspendidos por los propietarios de la NFL, otros jugadores de la Liga Nacional de Fútbol Americano siguieron arrodillándose y se encontraron con las diatribas infames del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien los llamó “hijos de p***” y sugirió que deberían ser despedidos por “despreciar la bandera”.
El comisionado de la NFL Roger Goodell, que no es precisamente conocido por sus puntos de vista liberales, negó que los jugadores estuvieran siendo irrespetuosos con la bandera: “están hablando sobre temas de igualdad, asegurándose de que estamos haciendo todo lo posible para darles a las personas una oportunidad”.
Las acciones de Kaepernick y el movimiento que empezó fueron elogiados por una gran cantidad de grupos progresistas y personajes que iban más allá del mundo del deporte, incluyendo la líder de la Marcha de las Mujeres, Tamika Mallory y la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color (NAACP, por sus siglas en inglés). Aunque Kaepernick y sus seguidores finalmente aclararon que él no estaba protestando contra la bandera de Estados Unidos, sino contra el racismo institucional, la bandera se volvió el reemplazo de los debates ideológicos sobre el mismo patriotismo.
Pero este no es el caso de la bandera cubana, que ha sido desplegada por ambos polos del espectro político y cuyo significado ha sido quizá más controvertido desde 1959 que en cualquier otro momento de la historia de Cuba.
La bandera de Cuba no representa exclusivamente el socialismo, a Fidel o a Raúl Castro, o el sentimiento anticomunista. Representa la cubanidad, un sentido de pertenencia y orgullo de la experiencia de ser cubano.
El representante King no tuvo nada que decir cuando miles de cubanos en Miami salieron a las calles ondeando sus banderas para celebrar la muerte de Fidel Castro, así que solo puedo asumir que su decisión de burlarse de la bandera que llevaba Emma González fue un intento motivado políticamente para socavar sus poderosas declaraciones sobre el control de armas.