Nota del editor: Dean Obeidallah, exabogado, es el anfitrión del programa diario de la radio SiriusXM “The Dean Obeidallah Show” y columnista de The Daily Beast. Síguelo @DeanObeidallah. Las opiniones expresadas en este comentario son suyas.
(CNN) – Esta semana vimos dos maneras diferentes en que la gente envió mensajes que se oponen apasionadamente a las políticas de la administración Trump. Y ambos involucraron a prominentes funcionarios de Trump y restaurantes.
El martes por la noche, la secretaria de Seguridad Nacional, Kirstjen Nielsen, mientras cenaba en un restaurante mexicano en Washington, fue abucheada por los manifestantes por su defensa de las inmorales separaciones familiares de Donald Trump en la frontera. Y el viernes por la noche, según un tuit de la secretaria de Prensa de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, su dueña le pidió cortésmente que se fuera de un restaurante en Lexington, Virginia, debido a su trabajo defendiendo a Trump y sus políticas.
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Los impactados por este tipo de protestas simplemente no captan el nivel de emoción que sienten muchos de los que se oponen a Trump. Lo escucho todas las noches en mi programa de radio “SiriusXM” y lo veo de primera mano en las redes sociales. Incluso Trump, en un raro momento de honestidad, les dijo a sus seguidores hace algunas semanas que aquellos que se oponen a él no solo están enojados, sino que “realmente, muy enojados”. Muchos ven a Trump como una verdadera amenaza para Estados Unidos.
Por lo tanto, no debería sorprender que algunos también consideren responsables a los miembros del equipo de Trump. Después de todo, los funcionarios de la administración Trump que defienden las políticas fanáticas de Trump, su demonización de los grupos minoritarios y sus mentiras, son cómplices. Eligen libremente hacer el trabajo por él y no deberían sorprenderse si algunos, no todos, los oponentes a Trump arremeten contra ellos.
Pero dejémoslo claro, no se trata de pedirle a alguien que se vaya o que se les interrumpa simplemente porque son republicanos o conservadores. Eso estaría mal. Se trata de apuntar a personas que están muy involucradas públicamente en la formulación y defensa de las políticas inmorales de Trump.
De hecho, las personas que interrumpieron a la secretaria Nielsen no gritaron: “Salgan de aquí porque son republicanos”. No, sus cánticos eran muy específicos sobre la política de inmigración por separación familiar de Trump que había estado defendiendo públicamente días antes, y le decían a Nielsen: “¿Oyes llorar a los bebés?” y “si los niños no comen en paz, no se come en paz”. Eso es literalmente decir la verdad al poder.
Stephanie Wilkinson, propietaria del restaurante Red Hen, quien pidió a la secretaria de Prensa Sanders que se marchara, dijo a los medios el sábado que ella “no es una gran admiradora de la confrontación”, y agregó: “Tengo un negocio, y quiero que mi negocio prospere”. Pero, como señaló con razón Wilkinson, “se siente como el momento en nuestra democracia en que la gente tiene que tomar medidas incómodas y tomar decisiones para defender su moral”.
Wilkinson explicó además su enfoque para gestionar la situación. Ella primero habló con sus empleados que no estaban de acuerdo con la defensa de Sanders de la prohibición discriminatoria de Trump contra los estadounidenses transgénero que quieren servir en el Ejército y su reciente defensa de la política de separación familiar de Trump.
En respuesta, ella le pidió a Sanders que saliera al patio y le explicó “que el restaurante tiene ciertos estándares que creo que tiene que mantener, como la honestidad, la compasión y la cooperación”. Claramente, Sanders no cumple con ese estándar.
Como progresista, siento que negar el servicio a una persona es instintivamente inquietante. Para muchos, puede evocar leyes que prohibieron que los negros fueran atendidos en restaurantes antes de la Ley de Derechos Civiles y la campaña actual de algunos sobre el derecho a rechazar parejas del mismo sexo que desean servicios profesionales para sus bodas. O incluso un propietario de una galería de armas que declaró que no permitiría la entrada de musulmanes a sus instalaciones.
Pero las situaciones con Sanders e incluso Nielsen ni siquiera están en el mismo universo que estos ejemplos discriminatorios. Nadie las está apuntando por su raza, religión u orientación sexual. La reacción es porque han elegido libremente formar parte de la administración de Trump y han defendido personalmente las políticas de Trump. De hecho, Nielsen ha dicho mentiras mientras defendía las políticas de separación familiar de Trump, mientras que Sanders incluso invocó la Biblia, diciendo a los periodistas, “es muy bíblico hacer cumplir la ley”.
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Entiendo por qué algunas personas atacaron a altos funcionarios de la administración Trump, pero me preocupa lo que veremos en respuesta. La tercera ley del movimiento de Newton, “por cada acción, hay una reacción igual y opuesta”, se aplica no solo a la física, sino perfectamente a nuestra nación hiperpartidista. Teniendo en cuenta nuestra política de hoy, esa ley debería actualizarse a: “Por cada acción, hay una reacción exagerada”.
Cuánto tiempo pasará hasta que los fanáticos de Trump respondan colgando letreros en sus tiendas, restaurantes y bares que digan “Liberales no permitidos” o “Partidarios de Trump solamente”. Apuesto a que funcionaría bien en ciertos estados rojos. ¿Y los progresistas en estados azules responderían de la misma manera?
Desde un punto de vista legal, a una persona se le puede pedir que abandone un establecimiento de propiedad privada debido a sus opiniones políticas. Por ejemplo, en abril, un juez de la ciudad de Nueva York desestimó una demanda presentada por un simpatizante de Trump que llevaba un sombrero “Make American Great Again” en un bar y se le pidió que se fuera.
Pero aplicar esto al estadounidense promedio nos divide aún más como nación y hace que sea menos probable que alguna vez podamos volver a ser Estados Unidos de América.
En el futuro, es probable que veamos a más personas hablar en contra de los funcionarios de Trump que defienden públicamente sus políticas crueles. La realidad es que para muchos, lo que está en juego es simplemente demasiado importante como para permanecer en silencio mientras Trump intenta transformar radicalmente a nuestra nación de Estados Unidos en Trumpistán.