Nota del editor: Peniel Joseph es miembro de la cátedra Barbara Jordan en Valores y Ética Política y es director fundador del Centro para el Estudio de la Raza y Democracia en la Escuela LBJ de Asuntos Públicos de la Universidad de Texas en Austin, donde también es profesor de Historia. Es autor de varios libros, y el más reciente es “Stokely: A Life”. Las opiniones expresadas aquí pertenecen exclusivamente al autor.
(CNN) – La electrizante victoria de Francia sobre Croacia por 4-2 en la final del Mundial representa una victoria para África y los inmigrantes en todas partes.
El éxito del equipo es especialmente llamativo por el sentimiento antiinmigrante, especialmente contra los inmigrantes de origen africano, que ha caracterizado a la sociedad francesa en las últimas dos décadas.
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En 2005, la tensión racial y urbana azotó los suburbios de París a raíz de la muerte de dos adolescentes que murieron electrocutados cuando se escondían de la policía en una subestación eléctrica. Y, justo el mes pasado, hubo disturbios en la ciudad de Nantes, a dos horas de París, después de que un joven inmigrante guineano muriera a tiros tras ser detenido por la Policía.
Los enfrentamientos por la brutalidad policial, la justicia racial y las oportunidades económicas influyen en el debate público en Europa y Estados Unidos sobre quién merece el derecho a ser ciudadano. Los inmigrantes con raíces africanas pueblan los diferentes estratos de la sociedad francesa, sobre todo en las áreas que requieren dura mano de obra, a veces mal remunerada y peligrosa. Muchos de estos inmigrantes, y ciudadanos, están conectados con Francia y el pasado colonial de la gran Unión Europea.
El equipo francés que ganó el Mundial cuenta con al menos 15 jugadores de orígenes africanos, incluida la estrella de 19 años Kylian Mbappe, de madre argelina y padre camerunés. La composición panafricana del equipo contribuye en gran medida a ayudar al mundo, incluidos los aficionados al fútbol europeo que han coreado gritos racistas contra jugadores negros, a redibujar el deporte más popular del planeta y lo que significa ser ciudadano.
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El debate sobre la inmigración en Francia, que en ocasiones llega a ser tóxico, fue un anticipo del debate global contemporáneo de Estados Unidos sobre la inmigración, que convierte a las poblaciones más vulnerables en ladrones, violadores y asesinos. La decisión de Inglaterra de abandonar la Unión Europea, lo que se conoce popularmente como “Brexit”, se produjo tras una campaña xenófoba que responsabilizó a la inmigración de la muerte de la identidad británica racialmente pura.
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El orgullo de Estados Unidos por sus raíces de inmigrantes y su historia como el mayor crisol del mundo dio un giró drástico durante las elecciones presidenciales de 2016. Las críticas cada vez más mordaces de Donald Trump hacia los inmigrantes se conviritieron en el sello distintivo de sus elecciones presidenciales, una victoria que supuso un revés decisivo para quienes argumentaban que la diversidad racial, étnica y religiosa fortalecía, en lugar de dañar o perturbar, a las democracias.
La diversidad racial y étnica del equipo francés en el Mundial da otra lección más optimista sobre inmigración, globalización y ciudadanía. Mientras se los aclama como héroes en Francia, los afrodescendientes siguen siendo discriminados por el color de su piel. Un gran número de inmigrantes africanos, incluidos los que huyen de las zonas de guerra, se enfrentan a la dificultad de lograr entrar a Francia junto a sus familias.
El cálido abrazo de los íconos deportivos africanos por parte de los franceses debería extenderse a los inmigrantes de toda la diáspora africana y caribeña que buscan refugio contra los desastres naturales y provocados por el hombre en su país de origen.
Y podemos mirar el apoyo francés de Mbappe y sus compañeros de equipo como guía. Desde el suburbio parisino de Mbappe, Bondy y en muchos otros, los ciudadanos franceses, jóvenes y viejos, han colgado con orgullo carteles de fútbol francés, se han puesto camisetas de Mbappe y gritado palabras de aliento para los jugadores del equipo.
En resumen, los campeones del Mundial nos recuerdan a todos que en una era de globalización, la diversidad racial y étnica representa una fortaleza a todos los niveles de la sociedad, que construyen puentes culturales y políticos dentro y entre países, naciones-estado y vecindarios.
Para millones de fanáticos del fútbol de todo el mundo, África, en efecto, ¡acaba de ganar la Copa del Mundo! Esto es más que solo una ilusión. La composición del equipo francés representa una poderosa respuesta contra la construcción de muros y centros de detención, para detener y deshumanizar a las poblaciones inmigrantes.
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El debate global sobre la inmigración es el tema de los derechos humanos de nuestro tiempo. ¿Cómo vamos a tratar a las mujeres, hombres, niños y familias que arriesgan sus vidas en busca de oportunidades para prosperar en la sociedad occidental?
La larga historia de conquista de Occidente hace que este sea un tema particularmente delicado ya que muchos inmigrantes de África y otras partes del mundo en desarrollo buscan regresar a una nación que innovó su explotación ancestral durante la esclavitud y sus brutales secuelas.
Ya no podemos darnos el lujo de fingir que los inmigrantes que entran a una nación en la tierra no son ciudadanos que buscan la oportunidad de prosperar y convertirse en ciudadanos de una nueva comunidad mundial. El equipo de Francia de la Copa Mundial demuestra a todos cómo la inmigración, en el mejor de los casos, tiene la llave de un futuro más humano y liberado para todos nosotros.