(CNN) – El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, está finalmente en modo de limpieza a gran escala después de la debacle tras su cumbre con el presidente de Rusia, Vladimir Putin. Sin embargo, la credibilidad de sus nuevas críticas a la interferencia rusa en las elecciones está socavada por sus declaraciones sin arrepentimiento y contradictorias desde que llegó a casa desde Helsinki, Finlandia.
Bajo la intensa presión política, el presidente fue más allá que nunca al echarle la culpa al líder ruso por el ciberespionaje en las elecciones de 2016 en una entrevista con “CBS Evening News” el miércoles.
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Pero su continuo rechazo a atacar personalmente a Putin sugiere que la furiosa tormenta política probablemente se intensifique después de que aceptara la versión de los acontecimientos del líder ruso por encima de las evaluaciones de sus propios servicios de inteligencia en una conferencia de prensa vista en todo el mundo.
Jeff Glor de CBS News le preguntó a Trump si responsabilizaba al presidente ruso. Él respondió: “Lo haría, porque está a cargo del país. Al igual que me considero responsable de las cosas que suceden en este país”.
Pero no quiso ir más allá de esa acusación bastante indirecta al líder ruso cuando Glor preguntó si Putin estaba diciendo la verdad cuando hizo lo que el presidente describió como “negaciones extremadamente fuertes y poderosas”.
Una vez más, en una entrevista en la que arremetió contra el expresidente Barack Obama, exjefes de la comunidad de inteligencia y los medios por vender “noticias falsas”, Trump se negó a hacer críticas inequívocas sobre Putin. Su reticencia se ajusta a un patrón en el que durante mucho tiempo ha sido solícito con Putin y se ha negado a criticarlo.
Su vacilación solo se sumará a las preguntas en aumento —que una vez se susurraron en Washington, pero ahora se discuten abiertamente— sobre si el Gobierno ruso realmente tiene información comprometedora sobre Trump.
Una presidencia aún estancada en Helsinki
La entrevista de Trump llegó en otro día de reveses vertiginosos, declaraciones ambiguas y esfuerzos de limpieza por la Casa Blanca que solo alimentaron el misterio sobre lo que había sucedido en su reunión privada a puerta cerrada con Putin en el capital finlandesa el lunes.
En muchos sentidos, a pesar de que lleva en casa dos días, la presidencia de Trump sigue estancada en Helsinki, y cuanto más trata la Casa Blanca de salir del desastre, más profundo se vuelve.
El presidente se sumió en una nueva polémica el miércoles cuando un periodista le preguntó si creía que Rusia ya estaba interviniendo en las elecciones de mitad de período de 2018, después de que el director de Inteligencia Nacional, Dan Coats, dijera la semana pasada que “las luces de advertencia están parpadeando nuevamente”.
“Muchas gracias, no”, respondió Trump.
Una vez más, el presidente desencadenó un frenesí mediático después de aparentemente hacer un repudio humillante a Coats, y justo después de preferir la palabra de Putin a la del máximo espía de la nación durante su conferencia de prensa en Helsinki.
Pero la secretaria de Prensa de la Casa Blanca, Sarah Sanders, apareció varias horas más tarde para decir: “El presidente estaba diciendo ‘no’ a responder preguntas”.
Era casi posible que, en medio del alboroto de la disponibilidad de la prensa, Trump hubiera hecho precisamente eso; sin embargo, su decisión de seguir contestando las preguntas pareció socavar la explicación de Sanders.
Mes tras mes de confusión y la creación de realidades alternativas por parte de la Casa Blanca significan que la administración ha malgastado el beneficio de la duda.
El mejor escenario posible que se puede extraer de los últimos días es que Trump tiene problemas para expresar lo que realmente piensa. El peor caso es que está revelando sus creencias sinceras, pero su Casa Blanca está tratando de replantearlas por razones políticas. Cualquiera de los dos escenarios es problemático, ya que la precisión retórica puede ser crucial para los presidentes en tiempos de crisis, cuando las palabras realmente importan.
Días de retroceso frustrado
El esfuerzo de limpieza del miércoles también fue visto con más escepticismo debido a la vuelta atrás de Trump, igualmente difícil de creer, cuando insistió en que se había equivocado cuando dijo antes de Putin que no veía ninguna razón por la cual “sería” Rusia la que pirateó las elecciones de Estados Unidos.
Trump argumentó que había tenido la intención de decir “no sería” en lugar de “sería”, una versión de los hechos que provocó la burla en las redes sociales y el escepticismo en Washington.
En la misma aparición ante los medios, Trump leyó una declaración escrita con guion después de las reuniones de crisis entre su personal sobre la reacción violenta tras la conferencia de prensa del presidente en Finlandia.
En un momento dado, dijo que si bien aceptaba que Rusia había interferido en las elecciones, otros podrían haber participado también: “Hay mucha gente por ahí”.
La aparente improvisación fue solo la última señal de cómo Trump tiende a decir lo que realmente quiere cuando no está en el guion, y es una de las razones por las que muchas personas tienden a menospreciar apariciones en medios más formales, como la entrevista de CBS del miércoles.
El presidente intentó provocar una nueva protesta más rentable el miércoles por la noche, volviendo a un tema que ha sido un pararrayos confiable en el pasado.
“¡Los dos mayores oponentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos hoy en día son el Partido Demócrata y MS-13!”, tuiteó Trump, aunque su retórica inflamatoria no logró romper la cobertura de noticias sobre Rusia.
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Si la historia sirve de guía, toda la controversia en Washington sobre Trump y Rusia no le hará daño con su fiel base política, que ve la cobertura negativa de los medios de comunicación como evidencia de que está luchando contra las fuerzas del establishment, y lo eligieron para que hiciera precisamente eso.
El presidente también puede estar aislado por sus implacables ataques a la credibilidad de las agencias de inteligencia de Estados Unidos sobre el drama de Rusia y la “caza de brujas” que, según dice, está dirigida por el fiscal especial Robert Mueller.
Pero los demócratas creen que pueden convertir la frenética lucha de la Casa Blanca de los últimos días en una cuestión electoral que podría ganar a los independientes y aumentar su participación en noviembre.
“En este momento, honestamente, no parece que el presidente esté completamente comprometido a mantener a Estados Unidos a salvo de la interferencia rusa”, dijo el representante Joaquín Castro, un demócrata de Texas, a Wolf Blitzer de CNN en “The Situation Room”.