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(CNN) – Ante el resurgimiento de una amenaza ISIS y envalentonados por los recientes avances en el campo de batalla, dos altos comandantes de campo talibanes sugirieron que están abiertos a las conversaciones de paz con el gobierno afgano después de 17 años de guerra.

Las palabras conciliatorias altamente inusuales se producen en un momento en que funcionarios del Pentágono y nuevos líderes estadounidenses en Afganistán también se centran en buscar la paz con los talibanes, cambiando sus esfuerzos militares para destruir la franquicia afgana de ISIS, el llamado Estado Islámico en Khorasan (ISIS-K).

ISIS-K es visto como la amenaza potencial más peligrosa para Estados Unidos y otras fuerzas de seguridad occidentales que evolucionan en Afganistán.

Funcionarios del Departamento de Defensa de los Estados Unidos dijeron que, si bien los talibanes seguían siendo una fuente de inestabilidad, era poco probable que representaran algún tipo de peligro internacional.

“Es ISIS y Al Qaeda a los que debemos perseguir”, dijo un oficial estadounidense, que no quiso ser identificado.

Existe una fuerte opinión en los departamentos de Defensa e Inteligencia de que sus fuerzas no deberían retirarse de Afganistán hasta que la amenaza del ISIS haya sido eliminada, y por el temor de que toda la operación afgana —que involucra a 15.000 soldados estadounidenses y cuesta un estimado 45.000 millones de dólares este año— pueda ser clausurada por un capricho por la administración Trump.

“Estamos a un tuit de Trump de decir, ‘Eso es todo, se acabó’, y eso sería muy peligroso para Estados Unidos. Podría traer al mundo un superestado terrorista”, dijo un oficial estadounidense de alto rango que habló bajo la condición de anonimato.

Esta incertidumbre ha creado ansiedad sobre la participación de Estados Unidos en Afganistán a medida que se acerca a 17 años completos de guerra, ya que las muertes de civiles están en el nivel más alto desde que las Naciones Unidas comenzaron a mantener registros hace 10 años, y en un momento en que los talibanes dominan el campo de batalla con una serie de éxitos a corto plazo, incluyendo la toma casi completa de Ghazni, aproximadamente a 130 kilómetros al sur de la capital, Kabul.

Algo de consuelo para Estados Unidos y su aliado del gobierno afgano puede derivarse de una creciente división dentro de las filas de los talibanes. Un acuerdo inusual entre los talibanes y la coalición es que el ISIS-K es el enemigo más grande y compartido.

En respuesta a las preguntas de la CNN, los comandantes talibanes en Herat, en el noroeste de Afganistán, dijeron que lucharían para librar al país de todas las influencias extranjeras, pero que la lucha entre los afganos fue infructuosa.