(CNN) – Pocos grupos han provocado la ira del presidente Donald Trump más que la MS-13 por los ataques viciosos recientes de la pandilla y matanzas horribles en suelo estadounidense.
Alegando que peligrosos mafiosos y delincuentes de Centroamérica han estado ingresando a los Estados Unidos a través de México, la administración Trump lanzó en abril una política de “tolerancia cero” que ha llevado al enjuiciamiento y deportación de cualquier adulto atrapado al cruzar la frontera ilegalmente.
No hay duda de que la pandilla MS-13 debe ser detenida. Es una organización vil de rufianes sin consideración por la vida. Pero dar la espalda por completo a quienes intentan escapar de ser aterrorizados por la banda ignora el papel que jugó nuestro gobierno en su monstruosa evolución.
En el lugar de los hechos
Una hora después de aterrizar en San Salvador, la capital de El Salvador, en 2005, donde estaba informando sobre MS-13 para el National Geographic Channel, me informaron que un miembro de la famosa pandilla callejera acababa de ser asesinado en el medio de la ciudad. Con mi equipaje a cuestas, me dirigí directamente al lugar de los homicidios, donde vi a un joven boca abajo en un charco de sangre, con su cuerpo plagado de agujeros de bala.
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Había informado sobre varias pandillas en diferentes ciudades de todo Estados Unidos, pero aquí estaba en un país que estaba siendo aterrorizado y superado por pandillas callejeras, la mayor de las cuales era MS-13. Lo que fue asombroso para mí en ese momento fue que 15 años antes de mi visita, El Salvador prácticamente no tenía presencia de pandillas callejeras.
La MS-13 consiste principalmente de salvadoreños, pero hay muchos hondureños y guatemaltecos que también reclaman lealtad a la pandilla. Para comprender cómo la MS-13 se convirtió en una de las pandillas más mortíferas del mundo, debemos comprender el papel que desempeñó Estados Unidos en las últimas cuatro décadas en los países centroamericanos de los que provienen la mayoría de estos miembros de pandillas.
Dinero de EE.UU.
A partir de la década de 1980, el gobierno de los Estados Unidos canalizó miles de millones de dólares a funcionarios corruptos que abusaban de los derechos humanos en toda la región para evitar que cayera en manos de izquierdistas que habían organizado levantamientos en esos países de América Central, conocido como el Triángulo Norte.
Una espantosa guerra civil entre el gobierno y las guerrillas marxistas en El Salvador entre 1980 y 1992 costó 75.000 vidas. La Comisión de la Verdad de las Naciones Unidas descubrió que las fuerzas del gobierno salvadoreño, que incluían oficiales militares entrenados por EE.UU., paramilitares y escuadrones de la muerte, fueron responsables de más del 85 por ciento de los homicidios y torturas.
Uno de los conflictos más brutales en la historia de América Latina fue el de la guerra de Guatemala de 36 años en la que, según una comisión de la verdad, más de 200.000 personas, en su mayoría indígenas, fueron asesinadas después de ser acusadas de simpatizar con las guerrillas izquierdistas. Estados Unidos apoyó al gobierno, a pesar de conocer sus atroces abusos contra los derechos humanos.
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Honduras no tuvo una guerra civil, sino que se convirtió en escenario de los diversos conflictos en los países vecinos de América Central, incluidos los grupos respaldados por Estados Unidos.
Una pandilla nace
Años de brutal conflicto armado han dejado a la región completamente desestabilizada y han llevado a cientos de miles de personas a refugiarse en Estados Unidos. Muchos salvadoreños comenzaron a asentarse en los barrios de Los Ángeles a principios de los años ochenta. Para protegerse de las pandillas vecinas ya establecidas, un grupo de ellos formó su propia pandilla llamada Mara Salvatrucha o MS-13.
Inicialmente consistió en un grupo de entusiastas del heavy metal que eligieron los cuernos del diablo como su insignia, de acuerdo con el Comité Internacional de la Cruz Roja. Se convertirían en una de las pandillas más letales en Los Ángeles y en todo el país.
A principios de la década de 1990, el precursor de ICE, el Servicio de Inmigración y Naturalización, comenzó a acorralar a miles de supuestos miembros de bandas criminales y deportarlos a sus países de origen, aunque muchos habían abandonado sus países de origen cuando eran niños pequeños huyendo de la guerra y nunca estado de vuelta desde entonces.
Estas nuevas llegadas, criminalizadas, comenzaron a causar estragos en las calles de El Salvador, Guatemala y Honduras, países que aún se tambaleaban tras años de conflicto y desestabilización. Fue una combinación mortal. El problema de las pandillas estalló.
Como presencié en El Salvador en 2005, el país estaba paralizado por temor a pandillas como la MS-13. Para 2015, se había convertido en el país con más asesinatos del mundo.
Dame refugio
En 2014, una ola masiva de menores no acompañados comenzó a aparecer en la frontera entre Estados Unidos y México, en su mayoría de El Salvador, Guatemala y Honduras. La mayoría había sido enviado por familiares que se habían establecido previamente en EE.UU. en un intento de tener vidas mejores y más seguras para ellos y sus hijos.
Poco después, comenzaron a reportarse asesinatos brutales en EE.UU., principalmente en ciudades de la costa este donde residen grandes comunidades de centroamericanos.
Como lo experimenté al informar sobre la última oleada de asesinatos de MS-13 en Maryland por el primer episodio de la temporada 5 de “This Is Life With Lisa Ling” de CNN, los menores no acompañados recién llegados continúan llegando a EE.UU. y están siendo atacados por un envalentonado MS-13. Ellos y sus familias, tanto en los Estados Unidos como en sus países de origen, son amenazados de muerte si no se alían con la pandilla. Los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley en el condado de Fairfax, Virginia, me dijeron que la violencia se ordena desde El Salvador.
Entonces, cuando la Casa Blanca considera a los miembros de la MS-13 “animales violentos”, reconozcamos también que las políticas de EE.UU. ayudaron a crear esta situación devastadora. Y cuando los inocentes piden a nuestro gobierno refugio del terror ayudado por nuestras decisiones, tal vez no deberíamos apresurarnos a rechazarlos.