(CNN) – La cantidad de tiempo que un adolescente duerme está asociada con la probabilidad de que se involucre en comportamientos suicidas y de riesgo, según un nuevo estudio.
“Menos horas de sueño en una noche de escuela promedio se asocian con un aumento de las probabilidades de todas las conductas inseguras seleccionadas”, escribieron los autores, incluida los riesgos que se toman mientras se conduce, conducir en estado de ebriedad, actividad sexual potencialmente insegura, comportamiento agresivo, uso de alcohol, tabaco y otras drogas.
La duración del sueño de los participantes se categorizó como ocho horas o más, siete horas, seis horas o menos y luego se comparó con el comportamientos de alto riesgo, en el estudio publicado este lunes en la revista JAMA Pediatrics.
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El equipo halló las asociaciones más fuertes en relación con el estado de ánimo y la autolesión. Los adolescentes que dormían menos de seis horas por noche tenían tres veces más probabilidades de informar que habían considerado el suicidio, la planificación de un intento de suicidio o el intento de suicidio, en comparación con los adolescentes que dormían ocho horas o más. También tenían cuatro veces más probabilidades de haber informado un intento de suicidio que resultó en que necesitaran tratamiento.
Los investigadores utilizaron datos de febrero de 2007 a mayo de 2015 de la Youth Risk Behavior Survey, una encuesta que explora comportamientos relacionados con los riesgos de salud en jóvenes, y descubrieron que más del 70% de los estudiantes de secundaria tenían menos de las ocho horas de sueño recomendadas por noche.
“Informes anteriores han documentado que los estudiantes de secundaria que dormían menos de ocho horas tenían un mayor riesgo de autoconceptos adversos”, dijo Matthew Weaver, instructor de Medicina en la Facultad de Medicina de Harvard y epidemiólogo asociado en la División de Trastornos del Sueño y Circadias en Brigham and Women’s Hospital, quien dirigió el estudio. “Nuestro estudio se suma a esta literatura con el uso de un conjunto de datos actualizado más grande, durante un intervalo de estudio más largo e incorporando información de sueño más detallada y observando una gama más amplia de comportamientos riesgosos”.
El tamaño de la muestra y la categorización de la duración del sueño fueron beneficiosos para el estudio, según Reut Gruber, directora del Laboratorio de Atención, Comportamiento y Sueño del Instituto Universitario Douglas de Salud Mental y profesora asociada en el Departamento de Psiquiatría de la Universidad McGill. Gruber no estuvo involucrada en el estudio.
“Creo que refuerza lo que creemos”, dijo Gruber, “no estoy segura de que cada uno de los hallazgos sea completamente sorpresivo o nuevo, pero ciertamente valida lo que pensamos.
Weaver y Gruber señalan que las limitaciones del estudio incluyen el hecho de que los datos son autoinformados por los participantes y que la investigación no muestra una relación causal entre el sueño y las conductas de mayor riesgo.
Gruber aconseja a los padres que se mantengan al tanto del horario de sueño de sus hijos, ya que los adolescentes no siempre pueden manejar su propio sueño y pueden no saber cuándo es el mejor momento para apagar las luces.
“Creo que mi mensaje a los padres es que es una prioridad. Hará una gran diferencia en la vida, el rendimiento, el estado de ánimo y el comportamiento de sus hijos”, dijo Gruber. “Mi experiencia, mi impresión, es que es algo que aún debemos priorizar”, agregó.